Opinión
Un frente que la banca debe vigilar
elEconomista.es
Las estadísticas muestran un deterioro en la situación financiera del comercio en España. Su volumen de créditos de dudoso cobro ha subido entre septiembre de 2018 y marzo pasado un 6,1 por ciento. Como resultado, la tasa de morosidad del sector ya se acerca al 9 por ciento. Es cierto que, tanto en 2015 como en 2017, se plantearon situaciones parecidas, pero conviene no olvidar las diferencias con respecto al contexto actual.
En aquellos dos años, el avance de los impagos en el comercio se concentró en un periodo mucho más reducido, un solo trimestre en ambos casos. Además en ninguno de esos dos ejercicios el PIB estaba ya inmerso en un proceso de desaceleración como el actual, que puede restar aún más vigor al consumo de empresas y hogares en los próximos meses. En paralelo, más allá de la coyuntura económica, debe tenerse en cuenta que la distribución sufre su propia crisis de largo alcance, debido a la velocidad con la que las plataformas de internet están desplazando a las tiendas tradicionales. Si a todo esto se suma, la gran presencia de empresas de pequeño tamaño, y con un volumen de endeudamiento proporcionalmente alto, en esta actividad, existe un riesgo cierto de que la morosidad de las tiendas continúe al alza. Los bancos no pueden permitirse que este fenómeno les sorprenda desprevenidos. La experiencia muestra lo rápido que se puede deteriorar la solvencia de un determinado sector, como pasó en el inmobiliario en la pasada crisis. Además, existe el riesgo de que los bancos tengan que afrontar con celeridad nuevos costes, debido a la exigente normativa actual de provisiones. Las entidades, por tanto, deben revisar su exposición actual al sector comercial.