Opinión

Una Junta andaluza que disparaba con la pólvora del Rey


    Carmen Obregón

    Aun cuando aun no se conocen los resultados de la auditoría interna que la Junta le está haciendo a la administración paralela que creció como las malas hierbas durante el reinado socialista, esta semana, el último informe de la Cámara de Cuentas de repente ha cobrado un protagonismo insólito por un paquete de conclusiones clásicas, y ahora inéditas.

    La razón son los importes de libramientos pendientes de justificar de las subvenciones recibidas en su mayor parte, por agencias públicas empresariales, sociedades mercantiles y los consorcios de la Junta, con un 'roto' de 2.988 millones de euros, de los que 616,6 millones corresponden a Empleo, Empresa y Comercio.

    Sorprende que este dinero, de fuentes como la Unión Europea, fondos, subvenciones, procedentes en parte de los Presupuestos autonómicos, dicho de otra forma, del dinero de los demás, se tratara con esa ligereza. De ser una gestión privada, la dirección estaría de patitas en la calle. Pero en política moran ventajosos dirigentes sin experiencia en el mundo laboral y gastar lo que les es ajeno no les resulta un conflicto moral.

    Al tiempo en que sucedió este descontrol, se conocen las largas listas de espera de la sanidad pública andaluza, propiciando situaciones como la de una joven con anorexia, obligada a dejar su tierra natal, Granada, para recibir cuidados en el servicio del Hospital General Universitario de Ciudad Real, donde sí existe una unidad de esta patología.

    Con el dinero de los demás, quedan proyectos sin financiación presupuestaria, que en 2017 se incrementaron un 36,25%, hasta los 1.073 millones, o un canon del agua que se cobra pero que no se ejecuta. Hoy sabemos por el Tribunal de Cuentas, que las becas a los políticos, con el dinero de los ERE, eran ilegales. Y por la Cámara andaluza, que la Promoción de Igualdad de Género, a la que se dedican importantes partidas, era una filfa, al no guardar una representación equilibrada en la presencia de mujeres y hombres en los órganos colegiados y los órganos de dirección. Como en los Tercios de Flandes, aquí se disparaba 'con pólvora del Rey'.