Opinión
Todas las frases del presidente
Víctor Arribas
El pleno extraordinario de esta semana ha permitido celebrar, concentrado en un solo día, un Debate sobre el Estado de la Nación de bolsillo, con el que los españoles tienen ya meridianamente claro lo que hay que esperar de esta media legislatura. Pedro Sánchez no había empleado el debate de la moción de censura para exponer un programa de Gobierno como marca la Constitución dotando de un espíritu constructivo a esta figura parlamentaria, y estaba en deuda con la Cámara desde finales de mayo. La resolución de esa deuda ha permitido en este debate apuntalar las grandes frases construidas por el equipo del presidente, que van a ser las columnas en las que se sostenga su gestión de Gobierno en asuntos clave. Sentencias que buscan una modernidad, un carácter dialogante y una búsqueda de la solución para Cataluña más voluntarista que posible.
Sánchez ha anunciado una subida de impuestos que en ningún caso afectará a los ciudadanos. Le ha faltado añadir la palabra "directamente". Para sostenerla que será su política impositiva para estos dos años cortos ha situado en el tablero la comparativa entre justicia social y justicia fiscal, la frase acuñada para sostener ese cambio en los impuestos. Pero el aumento de las cotizaciones y la eliminación de bonificaciones a los conglomerados empresariales puede que produzca el efecto no deseado en esos conceptos justicieros: subida de precios de los bienes y productos que venden esos holdings y congelación salarial y de contrataciones. Y eso sí que afectaría directamente a los ciudadanos.
Llegó la hora de poner el reloj de la política en la hora de España. Sánchez simboliza en esta frase las políticas destinadas a reforzar la memoria histórica tal y como su partido la ha entendido en todos estos años desde que nació en tiempos del zapaterismo. La retirada de los restos del dictador que gobernó en España durante cuarenta años de su espacio actual en el Valle de los Caídos, un discutible lugar de casi nula expectación turística o curiosidad histórica, entra en su fase decisiva y el presidente ha acuñado la expresión del reloj que puede tocar la sensibilidad de millones de españoles que no están en desacuerdo con remover el pasado frustrante de este país. En este capítulo que parece será nuclear en el mandato de Sánchez difícilmente debería encontrar una oposición recalcitrante más allá de los familiares de Franco o los poquísimos nostálgicos de un régimen que está ya en los libros de historia más que en la realidad social de lo que somos los españoles.
En una mano el diálogo y en otra la Constitución. La portavoz Isabel Celaá ha empleado esta frase en varias de sus todavía pocas comparecencias de los viernes tras el Consejo de Ministros. La resolución del problema de Cataluña pasará para el presidente por esta expresión y aquella otra que ha causado más recelo sobre todo después de la decisión de la justicia alemana sobre la entrega de Puigdemont: la política irá por un camino y la Justicia por otro. La inmensa mayoría de ciudadanos espera que Sánchez acierte en este nuevo enfoque de la relación entre su Gobierno y la Generalitat, que sigue sin embargo inmóvil en un desafío en el que la política tendrá que dejar paso a la Justicia cuando su implacable balanza se incline hacia un lado.