Opinión

Carbón para los políticos


    Amador G. Ayora

    Aunque todavía es pronto para lanzar las campanas al vuelo, en bolsa aseguran que enero marca la tendencia del año. Los mercados arrancan con fuerza, suben más del 3 por ciento en su primera semana. A las buenas perspectivas económicas y de resultados para 2018, se suman dos factores esenciales. Uno es el nuevo clima de diálogo que se abrió entre los presidentes de las dos Coreas, Kim Jong-Un y Moon Jae-In, respectivamente. El programa nuclear de Corea del Norte es una de las causas de inquietud de los últimos meses. El otro elemento es la apreciación del euro, que esta semana rompió la barrera de los 1,2 dólares.

    Un cambio desconocida desde fin de 2014, que había frenado todos los intentos alcistas de las bolsas europeas en el último trimestre. ¿Por qué suben ahora las bolsas si el euro sigue tan fuerte? Porque los analistas están convencidos de que la carrera emprendida en 2017, que lo llevó a revaluarse el 15 por ciento el año pasado, tiene las patas cortas. En los últimos días encontró techo en 1,2092 dólares, nivel que frenó el ataque alcista. Mejor ser precavido. Ambas circunstancias son reversibles en cualquier momento. La euforia suele preceder a la decepción.

    La incógnita es si con una divisa tan cara la UE podrá crecer al 2,5 por ciento, como prevé la Comisión para este año. Los mayores perjudicados son Francia y Alemania. En España, repercutirá negativamente en la cuenta de resultados de las multinacionales presentes en Latinoamérica. Además, la exportación, con una tasa de crecimiento del 9 por ciento, aunque el 70 por ciento se dirija a Europa, es uno de los motores de la economía

    ¿Hay posibilidades de que se abarate el euro? A corto plazo, puede tener correcciones después de que haya encontrado un techo temporal. Pero el calendario de subidas de tipos a dos años vista del BCE lo convierte en un activo alcista a medio y largo plazo. No se descarta que llegue a 1,3 o incluso a 1,4 dólares por euro. Europa puede ser así la víctima de su propio éxito, ya que su buena marcha atrae inversiones, que encarecen la divisa común y acabarán echando el freno a su expansión.

    Por contra, entre los beneficiados estará América Latina, que está dolarizada, es decir, que sus divisas utilizan el billete verde como referencia. Eso les proporcionará mayor competitividad frente a asiáticos y europeos. Una buena noticia que los gobernantes intentarán capitalizar en los numerosos procesos electorales previstos en la región.

    Las dos citas con las urnas, que marcarán el devenir del subcontinente en los próximos años, son las de México y Brasil. Este último país salió en 2017 de la crisis y puede recuperar la senda pérdida del crecimiento si logra un Ejecutivo libre de las acusaciones de corrupción.

    Algo similar ocurre en México, donde el PRI colocó de candidato al exministro de Economía, Jose Antonio Meade, precisamente porque es ajeno a los movimientos corruptos, que tradicionalmente frenaron la prosperidad del país azteca.

    En España, el Grupo de Países del Consejo Europeo contra la Corrupción (Greco) acaba de emitir un informe en el que políticos y jueces salen mal parados por tercer año consecutivo. El documento reclama unos códigos de conducta para los altos funcionarios, entre ellos los fiscales, además de que los jueces sean elegidos por sus compañeros de carrera en vez de por políticos.

    El Greco debería añadir otros asuntos, como la falta de independencia de instituciones como el Banco de España, la Comisión del Mercado de Valores (CNMV) o el Tribunal de Cuentas. Es inconcebible que casi una década después de la crisis que se llevó por delante el sistema de cajas de ahorro, todavía no se hayan reformado las instituciones que lo permitieron. Me refiero al Banco de España y a la CNMV, que cuenta con consejeros cruzados y representantes oficiales en sus órganos de administración. ¿Cuantos rescates bancarios como el actual por 42.000 millones son necesarios para profesionalizar las instituciones?

    La próxima víctima política de este contubernio entre política y empresa pública puede ser el presidente de ADIF, Juan Bravo, que ejercía como consejero de Inassa, la sociedad colombiana del Canal de Isabel II, investigada por blanqueo y malversación en el caso Lezo. ¿Qué pintaba el consejero de Ha- cienda de la Comunidad de Madrid, en ese mo- mento, en el órgano de administración de una sociedad colombiana, con filiales por toda Suramérica? Probablemente, era la manera de darle una gratificación a cambio de mirar para otro lado. Hubiera sido mejor duplicarle el sueldo. El resultado de la gestión empresarial de los políticos es lamentable. Ya lo vimos con Rodrigo Rato al frente de Bankia.

    El caso Lezo, después de las fechorías de Bárcenas en el PP, es el mayor escándalo de corrupción de un Gobierno, del que conocemos la punta del iceberg. Una bomba de relojería que puede alcanzar a Esperanza Aguirre y amenaza con pasar factura a Cristina Cifuentes en los próximos comicios.

    Pero el run run de estos días es cómo va a solventar el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, el pago de la indemnización de 1.400 millones a un consorcio liderato por Florentino Pérez. El Supremo prohíbe que se cargue a la factura del gas de todos los consumidores. Además, pide al Gobierno que justifique su decisión y por qué abonó la indemnización en tiempo récord y sin ni siquiera recurrirla.

    En la operación Castor estuvieron implicadas varias administraciones, ya que la obra fue iniciada por el exministro de Industria, Miguel Sebastián, y liquidada por su sucesor, José Manuel Soria, encargado de la compensación.

    Puigdemont y el independentismo son una lacra para el futuro. Pero sin corrupción, la economía volaría no solo en México o Brasil, también en España e Italia. Es mi carta de este año a los Reyes Magos. ¡Una tonelada de carbón para los políticos que toleran la corrupción y favorecen el inmovilismo!

    PD.-Junqueras intentó engañar a los tres magistrados de la Sala de Apelaciones del Tribunal Supremo que decidió mantenerlo en prisión. Les dijo que era un hombre de paz, que era creyente y que buscaba el diálogo permanente, pero ni una palabra de acatar la Ley y menos aún la Constitución. Es natural que los magistrados consideren que existen riesgos de reincidencia o de fuga siguiendo los pasos de Puigdemont. Sobre todo, si se tienen en cuenta los antecedentes. También prometió a Soraya Sáenz de Santamaría colaboración para buscar una salida a Cataluña y luego descubrimos que desde su Consejería se urdían en paralelo todos los preparativos para la Declaración Unilateral de Independencia.