Opinión

Algo de miedo sí da


    Amador G. Ayora

    Millones de personas se darán cita este sábado en Barcelona para gritar: "No tenemos miedo" (No tinc por). Pero lo cierto es que tenemos muchas razones para estar atemorizados, si repasamos las circunstancias de los últimos atentados de Barcelona y Cambrils.

    Los Mossos, hábilmente dirigidos por José Luis Trapero, hicieron una labor magnífica una vez cometido el asesinato de Las Ramblas. En menos de una semana, quedó desarticulada la célula, con la muerte de casi una decena de personas, incluido el autor material del atropello, Younes Abouyaaqoub, lo que transmite tranquilidad y confianza a los ciudadanos.

    Pero si se analizan fríamente los hechos, la conclusión es otra: los terroristas islámicos estuvieron durante seis meses preparando sus planes macabros sin que nadie se percatara. Ni Mossos, ni cuerpos de Seguridad el Estado. Es decir, la sensación de seguridad que teníamos y que transmitíamos al exterior era completamente incierta.

    El atentado no fue una hecatombe por casualidad. Porque el chalet de Alcanar explotó por la acumulación de gas a causa de la inexperiencia de sus improvisados artificieros. El imán de la mezquita de Ripoll, Abdelbaki es Satty, había sido detenido unos años antes en Castellón, pero ninguna fuerza de Seguridad le dio importancia al asunto... ¡Como si los jueces estuvieran siempre en posesión de la verdad!

    Los Mossos atribuyeron la explosión a un ajuste de cuentas por drogas, cuando había fragmentos del Corán esparcidos por los escombros, según la Guardia Civil.

    El terrorista que causó 14 muertos y cientos de heridos huyó a pie sin que ningún agente le echara el alto, y luego se saltó un control policial con un coche robado sin un rasguño. Sus cinco compañeros, abatidos horas después en Cambrils, cayeron porque, ¡está vez la suerte se puso de nuestro lado!, el Audi A3 que conducían volcó al entrar demasiado brusco en una rotonda. Imagínense la masacre si no hubiese sido así.

    Estoy asombrado con la desidia mostrada por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que hoy encabezará la marcha de la manifestación. Desoyó los consejos de Interior de instalar bolardos ó jardineras para delimitar las zonas peatonales. Un simple vistazo al trayecto que siguió el conductor muestra que éste pudo entrar a una velocidad superior a 50 por hora desde la Plaza de Cataluña hasta el mosaico de Miró porque solo había un bordillo de escasos centímetros. ¡Y eso después de las masacres de Londres, Berlín o Niza y en una ciudad como Barcelona, que recibe casi 30 millones de visitantes al año! Si yo fuera ella, no dormiría tranquilo.

    Me extraña que ni uno solo de los medios de comunicación catalanes haya levantado la voz contra la alcaldesa de Barcelona para pedir su dimisión. Solo puedo atribuirlo, a lo anestesiados que están gracias al dinero que reciben de la Generalitat y del propio ayuntamiento de la Ciudad Condal.

    También es inaudito el protagonismo que quiso acaparar Puigdemont al estar presente, como una especia de estatua de sal, porque su aportación fue mínima, en todas y cada una de las comparecencias del Mayor de los Mossos para explicar las circunstancias de los atentados.

    Puigdemont consiguió así una campaña gratuita de promoción internacional, que eclipsó la figura de Mariano Rajoy, como refleja la lamentable opinión emitida por The Wall Street Journal en favor de la autosuficiencia de la Generalitat para gobernarse por sí misma sin necesidad del resto de España. Como ya ocurrió durante la crisis económica , el papel y las opiniones de la prensa anglosajona son hirientes y demuestran un gran desconocimiento hacia las reglas de funcionamiento en Europa.

    La investigación policial la asumieron los Mossos, como corresponde por tratarse de hechos ocurridos en Cataluña, pero a nadie en su sano juicio se le escapan sus limitaciones para combatir el yihadismo.

    Pero lo peor es la sensación de impunidad que produce la escasa coordinación existente entre los Mossos y las Fuerzas de Seguridad del Estado, según el comunicado emitido por los sindicatos de Policía y Guardia Civil. La guerra de declaraciones institucionales sobre a quién había transmitido la Policía belga sus sospechas sobre el imán de Ripoll es otra prueba de que la política sigue estando por encima de las vidas de millones de ciudadanos para algunos. No tenemos miedo, pero estamos en manos de Dios, y no bajo el paraguas de seguridad de nuestros gobiernos, ya sea el de la Generalitat O el del Estado.

    Si después de todo esta cadena de errores, Puigdemont mantiene su hoja de ruta y convoca el referéndum del 1-O demostrará que los atentados son para él sólo un escaparate para atraer la atención y que las víctimas no están entre su prioridad; en realidad le importan un pimiento.

    Por lo demás, lo más relevante desde el punto de vista económico es el encuentro de Jackson Hole en las Montañas Rocosas estadounidenses. Una especie de retiro espiritual para los banqueros centrales, en el que intentan coordinar sus pasos para el curso que comienza en septiembre.

    Aquí la colaboración es real y no como ocurre entre las fuerzas de seguridad españolas y catalanas. Los banqueros centrales se toman el encuentro tan en serio, que Ben Bernanke, el antecesor de Janet Yellen al frente de la Reserva Federal (Fed), asistió con todo su equipo a la cita de 2008, cuando el planeta entero se estremecía por el efecto tambaleante de la caída de los colosos de Wall Street a causa de las hipotecas basura.

    Bernanke, al parecer, aprovechaba los espacios muertos entre los actos oficiales, para reunirse con sus asesores y diseñar las medidas a escondidas en la gran mesa central, bajo la atenta mirada de las enormes cornamentas de los arces cazados en la zona. Su ausencia al encuentro hubiera despertado tal intranquilidad en los mercados financieros, que asistió como si no pasara nada.

    En esta ocasión, Yellen y Mario Draghi tienen intereses contrapuestos porque los dos pugnan para impulsar sus economías gracias a la depreciación de sus respectivas monedas, el dólar y el euro, respectivamente. Draghi está atrapado entre la presión de Merkel, que se juega su futuro en las elecciones de septiembre y necesita un euro débil para sus compatriotas exportadores alemanes, y la necesidad de ir suprimiendo las medidas extraordinarias puestas para apoyar a Europa.

    Yellen, que probablemente salga de su cargo en 2018, no querrá marcharse dejando como herencia un dólar fortalecido y menos en estos momentos, en los que Trump no logra que el Congreso pase ninguna de las iniciativas con las que llegó a la Presidencia, sobre todo la rebaja fiscal.

    Al final, habrá entendimiento. Estados Unidos, probablemente, no suba los tipos este año, mientas que Draghi anunciará el recorte de las compras de deuda soberana para el próximo año. Un golpe para países como España, que tendrán que aprender a caminar sin las muletas prestadas por el BCE para lograr mantenerse en pie en estos años. ¡Y todo un experimento para la economía mundial!

    Resulta divertido y quizá sintomático que Jackson Hole, ubicado en el Parque Nacional de Yellowstone, la patria chica del Oso Yogui y los personajes infantiles que hacen las delicias de los menores, sea el escenario elegido cada año por los gobernadores para anunciar sus directrices monetarias. Y es que en el fondo todos somos como niños, dependientes de las decisiones que toman unos pocos, en este caso los padres de las finanzas internacionales.

    Quédense con esta imagen y borren la de los terroristas, aunque no tengamos miedo.