BCE, inflación y tipos de interés
En España la noticia parece haber pasado desapercibida, sin embargo en Alemania ha desatado una ola de declaraciones y exigencias. La inflación interanual en Europa (IPCA) en diciembre de 2016 se quedó en el 1,1 por ciento. Es una subida previsible por el repunte del petróleo además del de los alimentos frescos; sobre estos últimos, además, hay que considerar el efecto que produce la llegada del inverno y la Navidad. Es más, en próximos meses, hasta la primavera o incluso verano, vamos a ver repuntar los precios por encima de los niveles actuales.
Estas previsiones están fundamentadas, cómo no, en el efecto que tendrá el precios de los carburantes, gas y electricidad. En esos mismos meses los precios del petróleo se desplomaron; hubo momentos que estuvieron por debajo de los 30 dólares, situándose ahora entre 50 y 60.
El repunte de precios no es preocupante ni parece que veamos incrementos interanuales superiores al 2 por ciento. Ese dos es el objetivo fijado por nuestro banco central, el BCE. Por tanto, insisto, aun no pareciendo preocupante la evolución de la inflación, las alertas se han encendido. Como decía la publicación de los datos desde Alemania, tanto la opinión pública como opiniones más técnicas, ha comenzado a reclamar una normalización de la política monetaria. Se demanda una subida de los tipos rectores del BCE, así como la parálisis o supresión de las compras de activos financieros por parte de nuestro banco central.
¿Están fundamentadas las peticiones alemanas? Tenemos que pensar que Alemania desde 1920 es un país con una preocupación máxima sobre los precios. Cualquier posibilidad de inflación será rápidamente contestada por las autoridades económicas y secundadas las medidas por la opinión pública. Además Alemania es un país donde el ahorro es altísimo y los niveles actuales de tipos penaliza a la clase media alemana, especialmente personas de más cincuenta años y jubilados. Por si fuera poco allí los precios están por encima de la media europea, situándose a cierre de año en el 1,7 por ciento; para un residente alemán los tipos de interés real son negativos. Esta características, la de tipos negativos, puede estar insuflando aire a la formación de una burbuja inmobiliaria, al menos en algunos zonas. Tampoco olvidemos que de cara a la cuenta de resultados de sus bancos, bastante tocados en la actualidad, un alza del precio del dinero les vendría bastante bien. Se acumula así toda una serie de razones para que Alemania reclame la normalización de la política monetaria, tanto en medidas ortodoxas como no.
Sin embargo y siendo consciente del peso que Alemania tiene dentro del BCE y de la orquestación de la política monetaria en el área euro, en mi opinión Draghi se resistirá a esa normalización exigida desde el país teutón. En Europa no existe tanta presión sobre los precios, hay países que continúan con tasas negativas o nula. La inflación subyacente, la que excluye carburantes y alimentos frescos, sigue estando por debajo del uno por ciento. Cierto que el BCE se mueve por IPCA y no por subyacente, sin embargo la referencia de esta última sigue siendo básica para detectar tensiones inflacionistas. La subida de precios está fuertemente propiciada por el repunte del petróleo, gas y electricidad, algo que el BCE sabe perfectamente.
Por otra lado, la mayor parte de los países tienen unos ritmos de actividad muy bajos, donde el paro sigue siendo escandalosamente alto. Sobre este aspecto, el de la actividad, nuestro banco central sabe que ni la política fiscal va a apoyar medidas de crecimiento ni la mayor parte de los gobiernos están por hacer las reformas necesarias. Además el Brexit extiende la incertidumbre sobre la actividad económica europea. Además, Francia, como Italia y España, es una economía fuertemente endeudada y la subida de tipos contribuiría a frenar el crecimiento.
Parece probable por tanto que BCE se lo tome con tranquilidad. No creo que todavía esgrima un discurso duro, tanto en tipos como otras medidas. Si fuera así, en diciembre se habría mostrado más combativo y no habría prorrogado la línea de compras de activos financieros. Draghi sabe que una subida del mismo dañaría a alguna de la principales economías europeas, buen ejemplo la española.
Ahora bien. no conviene engañarse. Si Alemania, en año electoral, sobrepasa el 2 por ciento de inflación, si el IPCA de la zona escala o se aproxima al 1,5 por ciento, las presiones van a ser prácticamente insostenibles. Para que eso ocurra, la clave será la cotización del petróleo, que tal y como estamos parece tener un techo en 60 dólares. Sin embargo, no olvidemos que el escenario extraordinario actual está ya cambiando y eso no es bueno para España. No lo es porque seguimos fuertemente endeudados y además la deuda pública está alrededor del 100 por cien del PIB. Nuestra economía no se ha desapalancado, ha habido un trasvase hacia las cuentas públicas. Una subida de tipos tendría consecuencias para una economía donde las familias han visto una pronunciada caída de las rentas, como esta semana nos comunicaba Banco de España.
El precio del petróleo y la subida reciente de impuestos son un lastre al crecimiento y ahora se le puede añadir una subida de tipos. Mientras tanto, continuamos con un desempleo superior al 18 por ciento. Lo que hasta hace poco eran vientos de cola para nuestra economía, hoy podrían tornarse en vientos de frente.