Opinión

El 'ladrillo' todavía pesa en la banca


    elEconomista.es

    Los principales bancos españoles vieron cómo las pérdidas relacionadas con su negocio inmobiliario se redujeron sustancialmente en el primer semestre de 2016. Los números rojos bajaron un 26% interanual, hasta 1.618 millones, con picos del 58%, como el que se apuntó Caixabank.

    Se trata de una reducción muy positiva para las entidades, en la medida en que depende de factores que no pueden controlar directamente. Así, por un lado, resulta decisivo que la recuperación económica se consolide, lo que reduce la morosidad de los promotores y, en paralelo, mitiga el flujo de inmuebles hacia los bancos.

    Por otro lado, también es fundamental que el despertar del mercado del ladrillo se mantenga, de modo que las entidades puedan dar salida a los activos de este tipo que ya están en sus balances. Ambas fuerzas confluyeron en el primer semestre de este año, hasta el punto de que el total de inmuebles en poder de la gran banca española ha disminuido por primera vez desde el inicio de la crisis. Ahora bien, el volumen de estos activos improductivos, de los que se derivan altos gastos de mantenimiento, aún es lo suficientemente grande como para generar un cómputo de pérdidas que debe considerarse excesivo.

    En otras palabras, el ladrillo continúa siendo un lastre y esa persistencia pone aún más contra las cuerdas a unas entidades que tienen muy mermada su rentabilidad, debido a la reducción de márgenes que implican los tipos de interés en negativo. Es, por tanto, posible que la carga de la cartera inmobiliaria siga aligerándose para los bancos, pero resulta dudoso que pueda hacerlo a la velocidad necesaria para compensar la reducción de ingresos del negocio crediticio de las entidades.