Opinión

Un verano tranquilo



    Este puede ser el primer verano tranquilo en muchos años. Agosto comenzó con la mosca detrás de la oreja porque el petróleo perdió los 40 dólares por barril y amenazaba con volver a 30. Ahora, gracias a la perspectiva de un acuerdo en la OPEP, el barril ronda los 50 dólares, un precio asumible para la mayoría de las petroleras y que, prácticamente, elimina la presión a la baja que ejercía sobre los mercados.

    En el caso español, además, la prima de riesgo perdió los 100 puntos básicos ante la posibilidad de que este otoño haya Gobierno. ¿Qué ha pasado? Los dos ejes sobre los que gira la economía mundial, China y Estados Unidos, van sobre ruedas.

    El país asiático, aunque tiene dificultades para sostener el ritmo de producción industrial y el incremento del consumo superior a dos dígitos, logró en el primer semestre una tasa de crecimiento del 6,7 por ciento, acorde con las expectativas.

    Se esfuma el temor al hundimiento de la gran nave amarilla, que alarmó a comienzo de año, gracias a una política monetaria expansiva para mantener su velocidad de crucero. La primera consecuencia es la recuperación del coste de todas las materias primas relacionadas con los metales (aluminio, acero, cobre, etc.) y, por ende, del petróleo, así como de la cotización en bolsa de mineras, acereras o petroleras.

    La pregunta del millón de dólares es si se trata de una situación coyuntural, ya que China tiene pendiente una profunda reestructuración industrial. Los economistas acusan al Gobierno de Pekín de mantener su crecimiento artificialmente gracias a las sucesivas inyecciones monetarias, que alimentan la burbuja del crédito y del consumo.

    Pero eso es harina de otro costal. Por lo menos hasta las celebraciones de la cumbre del G-20 en Pekín en septiembre y la reunión posterior de la cúpula del partido dirigente a fin de rediseñar su dirección para los próximos años, nada parece que vaya a perturbar la paz del gigante amarillo.

    La mejora de las perspectivas chinas ha disipado también las dudas sobre sus ambiciosos vecinos asiáticos y el resto del mundo emergente, como América Latina. Una buena noticia para las multinacionales españolas, que notarán el alivio en sus cuentas.

    En Estados Unidos, fue el dato de empleo conocido a comienzos de agosto, con un incremento de alrededor de 200.000 puestos de trabajo en el segundo trimestre, lo que despejó las incertidumbres. El país de las barras y las estrellas se encamina al periodo expansivo más largo desde la Segunda Guerra Mundial para sorpresa de propios y extraños, con pleno empleo y sin apenas inflación. ¡Qué envidia! Fue este dato de los precios al consumo, muy por debajo del 2 por ciento, lo que retrasa la expectativa de subida de tipos de interés y colocó en máximos históricos a sus tres índices bursátiles, el Dow Jones, el S&P 500 y el tecnológico Nasdaq. Algo no visto desde finales de los 90.

    Solo la Vieja Europa, con su economía renqueante y las dudas sobre la inmigración o el euro, que la prensa anglosajona se encarga de reavivar periódicamente, actúa de freno. El Brexit abrió aún más interrogantes sobre la capacidad para mantener su flaco crecimiento. Pero las heridas del referéndum británico cicatrizan antes de lo esperado. Su impacto en la UE está siendo menor al esperado, según señala el Banco Central Europeo (BCE) en las actas de su última reunión.

    La evolución del sector bancario, sobre todo en Italia, sigue siendo la principal fuente de inquietud. Hasta el punto de que muchos auguran otro shock bursátil este otoño, con el rescate de las entidades financieras transalpinas y el referéndum sobre el Senado.

    Son precisamente las cuitas sobre Italia, lo que vuelve las miradas hacia la economía española. La banca está recapitalizada y comienza a defenderse en un entorno hostil con bajos tipos de interés. En el segundo trimestre, el negocio en España ganó el 12 por ciento más gracias a las menores provisiones, las comisiones y el incremento del crédito. El buen entendimiento para la resolución de crisis como la de Abengoa, anunciada esta semana, es también remarcable.

    La fijación del debate de investidura para el 30 de agosto abre la esperanza a que se acabe el vacío gubernamental, el principal reproche. La prima de riesgo perdió los 100 puntos y el bono a 10 años está por debajo del 1 por ciento. Dos ratios mejores que los italianos y que alejan la amenaza de que España sea el garbanzo negro de las grandes economías europeas, como en el pasado.

    ¡Que nadie piense que todo va a ser de color de rosa! Hay que empezar por negociar los Presupuestos para el próximo año, seguir con reformas incómodas, meter en vereda a las autonomías, abordar el desafío catalán, poner coto al endeudamiento rampante y mil cosas más. Todo con un Gobierno débil, que tendrá que recurrir a pactos puntuales para sacar adelante sus políticas ante la improbable alianza con Ciudadanos. Una opción que el propio Albert Rivera descarta en público. Pero como dice el número dos de Ciudadanos por Madrid, Paco de la Torre, en elEconomista, parafraseando a Winston Churchill, quizá estemos al principio de algo mejor, siempre que la coyuntura internacional acompañe y no se complique.