Opinión

Argentina, ante una decisión clave


    Marcos Suárez Sipmann

    Hace un mes escaso sostenía que con independencia del resultado convenía ir a una segunda vuelta. La cultura política argentina ha salido favorecida y este domingo el país decide entre el candidato oficialista, Daniel Scioli, y su rival el opositor centroderechista Mauricio Macri de la coalición Cambiemos.

     La gran incógnita es a quién favorecerán los cinco millones de votos que recibió el peronista disidente Sergio Massa. Según una encuesta, el 45 por cien se va a Macri, y el 22 vota por Scioli. De triunfar la fórmula Macri-Gabriela Michetti, Argentina cerrará un largo periodo de control gubernamental. Ningún presidente igualó la duración continua y en bloque del matrimonio Kirchner en el Ejecutivo. Ese ejercicio del poder ha acentuado la corrupción que considera el Estado patrimonio personal. Argentina decide entre la continuación de esa hegemonía - Scioli se identifica con el oficialismo -o un régimen más plural-. Las primarias de verano y la primera vuelta de octubre mostraron el descontento y la insatisfacción de amplios sectores. La pobreza asola una sociedad que sufre, además, altos índices de inseguridad. La calidad educativa es baja y la infraestructura deficiente.

    Más que la economía fue la política la que no supo aprovechar la oportunidad que en los años anteriores brindaron los buenos precios internacionales para los productos de exportación argentinos. Por si esto no bastara se despilfarraron los recursos del Estado y la moneda sufrió un constante deterioro. Se instaló la política del subsidio. La inflación crece. Se ha cimentado la máscara de la mentira. El oficialismo ha ocultado la verdad durante demasiado tiempo. Desde que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), fuera intervenido hace años, en el gobierno de Néstor Kirchner, el país ha vivido bajo el supuesto de que lo que realmente pasaba era producto del relato que fraguaban los medios de comunicación. Se ha llegado al extremo de que, tanto gobierno como oposición, caracen de puntos de referencia objetivos. En el debate presidencial que finalmente se llevó a cabo (uno de los efectos positivos de ir a una segunda vuelta) ambos candidatos anunciaban un mundo feliz. La realidad es muy diferente y la acción pública a partir de ahora será extremadamente complicada. Argentina tendrá que hacer frente a la escasez sin haber adoptado ningún tipo de política de previsión. Las divisas se han dilapidado.

    En cuanto al panorama exterior, Macri poniendo fin a un largo -y corrupto- ciclo populista en Latinoamérica puede convertirse en un significativo actor regional. Esto es de especial importancia en el caso de Venezuela. Macri exigiría a Caracas que acate las cláusulas democráticas del Mercosur y demás acuerdos y no validaría una elección fraudulenta el próximo 6 de diciembre. Si hubiera fraude y Maduro convocara una cumbre urgente de Unasur -grupo que hasta ahora le ha respaldado- para legitimar el resultado podría contar todavía con el apoyo de la presidenta saliente, quien estará en su cargo hasta el 10 de diciembre. Es probable que en ese caso los miembros moderados de Unasur solicitaran que el organismo se reuniera después de esa fecha con Cristina fuera de escena. Macri buscaría, por lo demás, aliarse con Brasil para negociar un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, y con el bloque de la Alianza del Pacífico (México, Colombia, Perú y Chile). Scioli ha estado empeñado en demostrar que es él quien gobernará y dirigirá el partido. Trata de desmentir sin excesivo éxito que Cristina seguiría dominando. Sectores del cristinismo férreo ya le ven derrotado. Y es que Scioli, un peronista de raíz, si bien no de origen kirchnerista, fue el ?candidato posible, mas no el deseado?, lo que ha llevado a grandes desencuentros en ese movimiento por considerarlo muy próximo al centro del espectro político. A todo esto se ha sumado el desgaste del kirchnerismo por sus 12 años en el poder, con una economía estancada, amenaza de recesión y una inflación por encima del 20 por ciento.

    A diferencia de la primera vuelta, en que aunque a poca distancia quedó por detrás de Scioli, esta vez Macri tiene la oportunidad de prevalecer. No obstante, le puede perder un exceso de triunfalismo.

    El derecho a cambiar pacíficamente mediante el voto un gobierno por otro, la alternancia en suma, es fundamental. Los sondeos de intención de voto favorecen a Macri. Claro que el mes pasado ninguna de esas encuestas acertó el resultado. Pero si esta vez se cumplieran los pronósticos ello beneficiará a la democracia.