Opinión

El círculo virtuoso de la economía


    Amador G. Ayora

    La economía americana se encamina hacia la primera subida de tipos de interés en una década. La creación de 271.000 empleos el pasado mes de octubre, 87.000 más de lo previsto, confirma la fortaleza de Estados Unidos. El desempleo es la principal variable tenida en cuenta por la Reserva Federal (Fed) para tomar sus decisiones. Además, los salarios se incrementan a un ritmo superior al 2 por ciento, otro signo del buen momento que atraviesa.

    Últimamente, no ganábamos para sustos. En Estados Unidos, el crecimiento se redujo al 1,5 por ciento en el último trimestre, lo que volvió a sembrar la inquietud sobre la debilidad de la recuperación. Finalmente, parece que todo se debió a que las empresas utilizaron sus inventarios para limpiar los stocks de productos ante el temor de que flojeara la demanda.

    Desde el verano han surgido muchas dudas sobre la recuperación. El FMI redujo la tasa de crecimiento prevista a nivel global el próximo año al 3 por ciento, la línea fronteriza para distinguir cuando el planeta está en fase expansiva o en recesión. Las principales incertidumbres provenían de China, que en agosto devaluó precipitadamente su moneda para sostener los actividad.

    Pero los últimos datos provenientes del gigante asiático apuntan a que mantendrá una velocidad de crucero adecuada. Pekín reconoció la semana pasada que será imposible alcanzar el 7 por ciento previsto para este año y el que viene, pero sí el 6,5 por ciento, medio punto porcentual menos.

    Las únicas dudas que permanecen es qué hará la Fed si la actividad en Estados Unidos vuelve a debilitarse, como suele ser habitual en los comienzos de cada año a causa del mal tiempo invernal.

    China y Estados Unidos representan alrededor del 40 por ciento del PIB mundial, es decir, casi la mitad de la actividad de todo el planeta Tierra provienen de estos dos grandes países. Si su situación mejora, es obvio que el resto debería seguir sus pasos.

    Europa representa otro 20 por ciento de esa tarta y, por tanto, su evolución es clave. El problema es que mientras el resto del mundo despierta, el Viejo Continente continúa tambaleante. Este año, la Europa del euro crecerá alrededor de un punto porcentual, muy por debajo de la previsión inicial. El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, se dispone a ampliar la inyección monetaria este mismo mes de diciembre, según anunció hace un par de semanas.

    La Reserva Federal tuvo que inyectar alrededor de 2,5 billones para sacar del letargo a Estados Unidos. Las medidas de estímulo del BCE ascienden hasta ahora a un billón de euros, alrededor de 1,2 billones de dólares.

    Teniendo en cuenta que el tamaño de la economía europea y americana es muy parecido, se espera que Draghi doble los estímulos y alargue el período hasta finales de 2018. Estaba previsto que finalizara en septiembre del año próximo.

    ¿Cómo afectará esto a nuestros bolsillos? Los tipos de interés seguirán próximos a cero durante mucho tiempo, para intentar que los europeos en lugar de ahorrar destinemos ese dinero al consumo.

    El BCE detecta ya un incremento de la actividad crediticia y quiere que ésta se incremente significativamente en los próximos meses. Si mejora el consumo, tirará del resto de la economía.

    Otro efecto importante es sobre la moneda. La introducción de más euros en el sistema, mediante la compra de activos, a la banca lo abaratará. Ello, unido al encarecimiento del billete verde si Estados Unidos sube sus tipos de interés, servirá de impulso a las exportaciones. La demanda externa es el segundo pilar en el que se debería asentar la reactivación.

    La entrada en producción de los pozos de Irán garantiza unos precios del petróleo baratos, en torno al medio centenar de dólares por barril durante un largo período. El reequilibrio del saldo exterior (exportaciones menos importaciones), como ocurre ya en España por primera vez en muchos años, es otro elemento muy positivo para la economía. Europa puede encontrarse en los próximos meses con un entorno idóneo para mejorar su crecimiento.

    En cuanto a España, todo está pendiente de las elecciones del próximo 20-D. Si logramos un Gobierno estable (sea de un partido sólo o en coalición), que continúe con el ritmo de las reformas, el círculo virtuoso por el que atraviesa la economía española puede prolongarse durante los próximos años, hasta borrar las secuelas de la crisis. Si no, dudo que vaya más allá de 2016.

    España perdió casi todas las oportunidades que le brindó la historia desde la caída del Imperio colonial hasta finales del pasado siglo. La entrada en el euro permitió reengancharse al tren de la prosperidad, con excepción de los últimos años. Sería una pena que volviéramos a quedarnos fuera.