Opinión

Menos conformismo con los desequilibrios

  • Es más que posible un alza del gasto público

Miguel Ángel Bernal Alonso

La economía española tiene en el déficit público uno de sus desequilibrios más importantes. No es único, pero nadie debería olvidar la enorme deuda global contraída por todas nuestras administraciones públicas. La crisis nos deja un Estado hipotecado, una losa para una salida más airosa y briosa de esta crisis.

Hay que recordar que la deuda pública, sólo la del Tesoro, supone ya prácticamente el cien por cien del PIB. La cifra es importante, pero engañosa, pues realmente es mayor. Si vemos la estadística del Banco de España de agosto, la ratio es del 140% sobre el PIB. En esta cifra se encuentra el cómputo de todos los empréstitos contraídos por la totalidad del sector público de la nación: Gobierno central, comunidades autónomas, administraciones locales, empresas y demás entes públicos. Debido a estas partidas no computadas por el Ejecutivo o la Unión Europea a la hora de ofrecernos esta estadística, la deuda es 50 puntos más alta que la de ese 98,5% del PIB que vemos en Eurostat.

Todos ustedes tienen en la cabeza que esta crisis, que ha situado el nivel de paro del país casi a la cabeza de todas las estadísticas europeas, se ha producido por los niveles de apalancamiento o deuda contraída. En los momentos previos a la crisis eran las familias y las empresas, el sector privado, los que monopolizaban la deuda, ahora sin embargo el pasivo de las administraciones públicas corre a la contra de lo que hacen el sector privado: donde las administraciones se endeudan, los privados amortizan. Por tanto si sumamos ambas posiciones, pública y privada, la economía española ofrece una desastrosa ratio de algo más del 300% del PIB, justo la misma que teníamos al inicio de la crisis. Es decir, no ha habido ningún desapalancamiento de la economía española, se mantiene y lo hace por el papel jugado por las diferentes administraciones públicas.

Toda esta información la ofrezco para centrar bien el problema que estos días viene recogiendo la prensa. Funcas, que al igual que otros servicios de estudios lleva advirtiendo de todo ello, y de la necesidad de rebajar el gasto público, esta misma semana alertaba sobre la posibilidad de que tanto este año como el próximo podrían no cumplirse los objetivos de déficit público. Recordemos que para este año la cifra que el Gobierno tiene establecido es del 4,2%, algo que Bruselas ya cuestiona situándolo en el 4,5% (tres décimas más), mientras que para el próximo año habría que rebajar este exceso de gasto sobre ingresos en el 2,8%, cifra que para la Comisión podría ser del 3,5% (siete décimas más). Desde luego las previsiones de Funcas no deben echarse en olvido, es más, parecen totalmente acertadas. Por una parte debe tenerse en cuenta que estos datos se miden en porcentaje del PIB y las cifras que estamos conociendo nos alertan de que la economía española parece avanzar a un ritmo menor del que lo ha hecho durante el primer semestre del año: ahí están los datos de empleo. La cifra de un 3,2% que nos da Funcas para este año, y 2,8 para el próximo, parecen totalmente acertadas y están muy en línea con otras casas de análisis. Detrás de esta revisión está la desaceleración global que estamos viendo y que tiene su foco de inicio en el enfriamiento chino, el cual puede ser mayor de lo previsto y de lo que se está publicando, y con una extensión mayor por los países iberoamericanos. Además, la inestabilidad política de las elecciones catalanas por un lado, y por otro lado unas generales complicadas a final de año con la posibilidad de que no se dé una mayoría absoluta (o incluso peor: que llegue al poder una coalición PSOE-Podemos), restan velocidad al crecimiento de nuestra economía.

Por otra parte, sobre este desvío de los objetivos de déficit, tenemos el más que posible alza de los gastos. La Seguridad Social es el principal foco de peligro, pero no el único, el otro son las Comunidades Autónomas. Sobre el tema de pensiones poco puedo añadir a lo que ya viene comentando este diario: necesitamos tener consciencia sobre la necesidad de transformar nuestra Seguridad Social de forma definitiva. La última reforma realizada no es suficiente; es más, la etapa desinflacionista o de muy bajo crecimiento de la inflación complica el panorama de una población totalmente envejecida y sin visos de rejuvenecerse, unido todo ello a que el trabajo que genera nuestra economía no origina una fuente de ingresos por cotizaciones suficiente para mantener la salud de nuestra Seguridad Social.

Por parte de las Comunidades Autónomas el paisaje es aún peor. El mapa de las últimas elecciones autonómicas y locales muestra unas preferencias de los regidores por el aumento del gasto. El gasto público por sí sólo no es malo en la economía, más en un entorno de atonía de la actividad con una sociedad muy maltratada (no hay nada más que ver el aumento de la desigualdad social). El problema, sin embargo está en el nivel de deuda acumulado que comienza a ser difícilmente sostenible, si no lo es ya

La prima de riesgo está subiendo, la principal fuente es la inestabilidad política, pero no olvidemos que entre los inversores cunde la preocupación y la aversión al riesgo. Parte del aumento de esa prima de riesgo tiene mucho que ver con esa aversión al riesgo y la dependencia de nuestro país de los capitales extranjeros, a diferencia de Italia, para sufragar el total de endeudamiento. Ya saben: 300% del PIB.