La negociación pendiente para topar el gas
Lorenzo Márquez
El pasado 25 de marzo los gobiernos de España y Portugal consiguieron lo que parecía imposible: la consideración de isla energética y el beneplácito europeo para acordar un tratamiento especial del mercado energético ibérico, tal y como se recoge en las conclusiones de uno de los consejos europeos más importantes de los últimos años. Un éxito político complejo que, de trasladarse con acierto a la economía, podría tener un efecto tractor positivo casi instantáneo en empresas y hogares.
Este permiso especial para cambiar las reglas del mercado y topar así los precios eléctricos, ahora ha de materializarse en medidas concretas, el otro punto crítico de la negociación. Para ello, España y Portugal han presentado una propuesta que debe de estar en línea con las reglas de mercado europeas y, más concretamente, con el Reglamento 2019/943 de mercado interior de la electricidad, que tendrá que ser aprobada por la Comisión Europea. Esta propuesta tampoco deberá levantar demasiadas ampollas entre los socios europeos, preocupados por que se puedan producir distorsiones en el mercado y que se acabe produciendo una fuga de consumidores a la península ibérica.
La propuesta, presentada el 31 de marzo, crearía un sistema de doble casación diario: uno en la frontera francesa, y otro en el mercado ibérico. Este sistema permitiría, por un lado, relacionarse en el mercado europeo con los cálculos ya existentes, arrojando precios similares a los del resto de Europa, y por otro lado, la aplicación de un tope al gas que rebajaría los precios en el mercado eléctrico ibérico.
Todo apunta a que el documento presentado superaría los requisitos marcados en materia de regulación, como ya avanzó la vicepresidenta Teresa Ribera, quien ya deslizó que la Comisión Europea lo considera robusto a nivel técnico. Pese a ello, hemos de esperar que esta vaya a sufrir modificaciones, tanto por cuestiones técnicas como políticas. Tanto para evitar la posible judicialización de la medida, como ya advierten empresas del sector, como para no enfadar a nuestros vecinos europeos, que puedan ver en esta excepción un trato preferente. Sobre esta última cuestión, se espera que el centro de la negociación sea el precio tope y la duración de la medida.
El contenido de la propuesta, desvelado por el diario portugués Público, marca un precio de referencia de 30 euros MWh hasta finales de 2022, cifra poco creíble y no vista en el mercado del gas desde junio de 2021, al inicio de la escalada de precios del mercado energético. De salir adelante, conseguiría devolver valores del entorno de los 100 euros MWh en el mercado eléctrico, algo que previsiblemente no sea aceptado por nuestros socios europeos. El riesgo de producir un efecto llamada en otros países y que se reclame el café para todos, probablemente nos lleve a un precio final moderado, más cercano a los 50-70 euros MWh. Esta banda, más creíble que la propuesta presentada, nos llevaría igualmente a precios del entorno de los 120-160 euros MWh en el mercado eléctrico: lejos de los 60 euros MWh eléctrico que encontrábamos antes del inicio del verano de 2021, pero también lejos de los 250 euros MWh que se registran en estos momentos en buena parte de los países europeos. Muchos en el sector consideran que la propuesta puede que no llegue a ver la luz, o que la reducción sea mínima, posiciones que descartan desde el Ministerio de Transición Ecológica, que da por sentado que en cuestión de semanas el problema eléctrico se habrá atajado.
En cuanto a su duración, que no será superior a siete meses, parece factible ya que, por un lado, cubre a España y Portugal de lo peor del temporal energético (los futuros de gas parecen indicar se alcanzarán los 50 euros MWh a principios de 2023) y, por otro, no es tiempo suficiente para que pueda haber desplazamiento de actividad económica entre países por la mayor competitividad en materia de costes.
Independientemente de cómo acabe la negociación, este 2022 está siendo sin duda un año histórico a nivel energético para España. No solo por la tramitación de importes proyectos legislativos, como el Fondo Nacional de Sostenibilidad del Sector Eléctrico, sino también por el desacoplamiento de los precios españoles de la electricidad del resto de las potencias europeas, tal y como reflejan los mercados de futuros, hecho histórico que debemos al avance continuo de las renovables.
Ahora es la Comisión Europea quien tiene que analizar la propuesta presentada y dar el visto bueno, y de salir adelante, nos aseguraría no volver a ver los precios extraordinarios de marzo. Por delante quedará la reforma estructural del mercado eléctrico interior de la UE, pospuesta reiteradas veces y que traerá una fuerte discusión entre, de nuevo, países del sur y del norte. Pero es indiscutible que el nuevo escenario energético, con un aprovisionamiento de gas mucho más caro y volátil, hace de su debate y actualización un tema inaplazable en la agenda europea.