Opinión

La pérdida de competitividad de Europa

    Europa necesita subirse al carro de la tecnología digital

    José María Gay de Liébana

    Decía recientemente Satya Nadella, consejero delegado de Microsoft, quien con "su nube" le ha dado un renovado impulso a la compañía presidida por Bill Gates, que "la Unión Europea necesita analizar su competitividad". Nada más lejos de la realidad. Días atrás comentábamos que Europa adolece una pérdida de fuelle que la ha convertido en el tercero en discordia, cediendo todo el protagonismo económico y financiero a Estados Unidos y China que libran su pulso particular. No era simplemente cuestión de déficit comercial la razón por la que Donald Trump arremetía contra China, clavándole más aranceles. El meollo nuclear del conflicto entre estadounidenses y chinos está originado por el progreso tecnológico de estos últimos que ya no se limitan a componer y montar los artilugios tecnológicos norteamericanos, sino que han sido capaces de desarrollar unos contextos tecnológicos singulares, compitiendo de tú a tú con Estados Unidos y marcando el paso en las redes 5G. La posición predominante de Huawei, por ejemplo, confirma recelos occidentales y que desde Estados Unidos, con apoyo disimulado de Europa al ser China un socio comercial clave, se auspicie a otros operadores, como Nokia y Ericsson, con la asistencia de la coreana Samsung.

    El PIB de Estados Unidos en 2020 se cifró en 18.330.065 millones de euros. El de China en 12.901.904 millones. Las distancias entre ambos gigantes se van recortando. Y en lo tocante a exportaciones, China alcanzó, en un año malo como 2020, 2.268.535,5 millones de euros, prácticamente doblando las de Estados Unidos, 1.253.404,3 millones. En la fuerza comercial de China no solo influye el peso de su industria manufacturera, sino su vertiente tecnológica.

    La UE está a verlas venir en tecnología digital, que es lo que mueve la actividad económica

    En el año 2000 las seis grandes compañías mundiales por capitalización bursátil eran, por este orden, General Electric, Cisco, Exxon Mobil, Pfizer, Microsoft y Wal Mart. En 2006, el ranking lo encabezaba la petrolera, o energética, Exxon Mobil; seguida de General Electric, sector industrial en estado puro; Microsoft, la tecnológica por la que pasan los años y, sin embargo, exhibe lozanía en la cúspide; Citigroup, representando al sector financiero; y las petroleras, o energéticas, europeas la británica British Petroleum y la anglo-holandesa Royal Dutch Shell. Europa, por tanto, contaba con dos grandes empresas en ese podio de privilegio.

    El tiempo corre. Nos situamos en 2020. Apple, tecnológica por antonomasia, marca el paso bursátil. A continuación, la saudí Aramco, petrolera. Y, después, los otros gigantes estadounidenses del sector tecnológico: Microsoft, Amazon, Alphabet, y Facebook. Por detrás de éstas asoman la tecnológica china Tencent, Tesla, la también china Alibaba, cómo no Berkshire Hathaway con Warren Buffet y Charlie Munger al frente, la coreana Samsung, la taiwanesa TSMC a las que siguen genuinas compañías estadounidenses: Visa, Johnson & Johnson, WalMart, JP Morgan, Mastercard, se intercala la china Kweichow Mountai, la estadounidense Procter & Gamble, la suiza Nestlé y cerrando el cuadro de honor de las 22 grandes compañías mundiales por capitalización bursátil otras dos empresas "made in USA": Unitedhealth Group y The Walt Disney, en lo que constituye su regreso a los lugares de honor bursátiles.

    El Viejo Continente adolece una pérdida de fuelle que la ha convertido en el tercero en discordia

    Entre esas 22 empresas que encarnan la flor y nata, ninguna perteneciente a la Unión Europea. ¿Qué ha sido de la hegemonía europea? ¿Dónde está el poderío germánico? ¿Qué fue de la influencia británica? ¿Por dónde anda el glamur francés? ¿Qué hay del estilo italiano? ¿Y la furia española? Para encontrar a sendos representantes franceses, como LVMH y L´Oreal, una holandesa, ASML, y otras dos compañías farmacéuticas suizas, Roche y Novartis, hay que buscar entre las 50 grandes empresas por capitalización bursátil en 2020.

    Decididamente, Satya Nadella habla con conocimiento de causa. La actividad económica hoy se mueve según los latidos tecnológicos. Y en Europa no acabamos de reaccionar. Quizás porque ya están bien las cosas como están y para qué diantre cambiarlas. Empero, la tecnología digital es herramienta clave. Y en Estados Unidos y China lo saben. ¿Qué tal por acá, por el Viejo Continente? Acaso, a verlas venir…