Opinión

Pandemia económica

    La salida de la crisis a la que nos ha conducido el Covid-19 será vigorosa pero lenta

    Fernando Gómez-Bezares

    Sin preterir los terribles efectos que la pandemia del coronavirus está teniendo en el ámbito sanitario: enfermedad, fallecimientos, sacrificios personales, saturación; y en el ámbito social: aislamiento, soledad, inseguridad, angustia; no podemos olvidar que las economías de muchos países, y la española en particular, van a sufrir mucho a causa de la pandemia. Eso, a corto y medio plazo, también son inseguridades, angustias y sacrificios para muchísimas personas, e incluso, en ocasiones, pérdidas de vidas. La inclinación de muchas personas a solo fijarse en la salud y no en las consecuencias económicas de esta pandemia, indica una peligrosa miopía, pues olvidan, al menos, dos cosas: las personas sanas necesitan recursos económicos para tener una vida digna y las personas enfermas necesitan una sanidad que se nutre de recursos económicos.

    Discutimos ahora sobre si el Gobierno español debe prolongar más o menos el confinamiento y en qué condiciones debe hacerlo, obviando, en ocasiones, qué consecuencias tienen las diferentes formas de actuar en la economía. Este problema parece que también se ha vivido en el propio seno del Gobierno. El dilema es cuánto apostamos por la seguridad y, en definitiva, por la preservación de la salud, y qué coste estamos dispuestos a asumir en restricciones de la libertad individual y en el ámbito económico.

    La caída de la actividad ha sido brusca pero la recuperación será pausada

    La recuperación económica de esta pandemia sanitaria no sabemos cómo será: ¿en V, en U, en L? Las claves son dos: cuánto van a durar las restricciones a la actividad económica y cómo se van a ir suavizando tales restricciones. En este momento, yo apostaría por una recuperación que algunos han denominado recuperación Nike, en recuerdo al logotipo de la conocida marca de equipamiento deportivo: la caída de la actividad económica ha sido abrupta y la recuperación será vigorosa, pero más pausada. Para que eso ocurra es fundamental que empresas y autónomos vuelvan a la actividad en condiciones, lo más parecidas posible, a como la dejaron, para lo que son fundamentales las medidas del Gobierno evitando que muchos se pierdan por el camino.

    En todo caso la economía que viene no será igual que la que recordamos. Pienso que el proceso de globalización debe ser replanteado: no es lógico que España dependa de China para adquirir material sanitario básico, o en tantas otras cosas. Pero debemos recordar que la globalización tiene muchas cosas positivas, y deberemos también preservarla, luchando contra restricciones injustificadas y nacionalismos caducos.

    Se deberían haber aprovechado los años de bonanza para amortizar deuda pública

    Tendremos también que prepararnos para una tendencia a una mayor intervención de los Gobiernos. Puedo entender que ante la crisis el Gobierno haya aumentado mucho su protagonismo, pero en el periodo post-crisis debería reducirlo en igual medida; sin embargo, cuando la Administración se ha acostumbrado al intervencionismo, costará devolver las decisiones a los que les corresponde, más dada la composición del actual Gobierno español. Habrá empresas rescatadas en las que los Gobiernos participen en el capital, y pasará tiempo hasta una nueva reprivatización. Nuestra experiencia con las empresas intervenidas por el Estado no ha sido buena (recordemos a varias cajas de ahorros), y muchos preferiríamos volver pronto a la situación anterior. Pero entre tanto es esperable que la sociedad escrute la actuación de empresas rescatadas con dinero público, y que también lo haga con el resto, pues va a crecer la conciencia de que todos somos responsables de recobrar el vigor económico y respetar a la sociedad. Conceptos como sostenibilidad, RSC, inversión responsable… van a estar, aún más, en boca de todos.

    Una complicación a la que no deberíamos acostumbrarnos es la inseguridad jurídica o la imprevisibilidad. En estos dos últimos meses el Gobierno ha tenido que legislar mucho y muy deprisa, con los inevitables errores y contradicciones. La banca se ha encontrado con aplazamientos en el pago de hipotecas, dictados desde el Gobierno. Casi todos los sectores se quejan de la falta de previsibilidad: ¿cuándo y en qué condiciones podré reabrir mi negocio? Muchas medidas del Gobierno son beneficiosas, incluso necesarias, y muchos de los errores, disculpables: es muy difícil tomar medidas urgentes en un escenario desconocido. Pero cuando esto pase deberíamos volver, rápidamente, a la "normalidad".

    También vamos a acumular una importante deuda. Nuestro Estado ya estaba muy endeudado: es evidente que deberíamos haber aprovechado los años de bonanza económica para amortizar deuda, pero no lo hicimos (acordémonos, por ejemplo, de los viernes sociales del año pasado). Ahora dependemos de nuestros socios europeos para capear el temporal. Parece que los países mediterráneos, a juicio de otros miembros de la UE, no somos del todo fiables para dejarnos dinero. Deberemos ganar credibilidad explicando a qué dedicaremos el dinero, justificando su previsible impacto y especificando cómo lo pensamos devolver.

    Saldremos de esta pandemia económica, aunque dejaremos pelos en la gatera, y aprenderemos cosas: tenemos que estar más preparados y ser más resilientes ante crisis futuras. Así, nuestra capacidad para utilizar nuevas tecnologías nos está permitiendo capear mejor esta crisis: menos viajes y más teletrabajo formarán parte de nuestro futuro.