Opinión

El abrazo del oso y la oposición en cuarentena

    El presidente Pedro Sänchez y el líder de la oposición Pablo Casado

    José María Triper

    Se preguntaba hace unos días y en estas mismas páginas, Eduardo Oller, por la pasividad que muestra la oposición en la actual crisis que, en su opinión, "es difícil de entender". Y, efectivamente, resulta complicado de explicar salvo que, como empiezan a apuntar ya voces autorizadas desde dentro del Partido Popular, esta pasividad, o mejor dicho confusión, sea la consecuencia de una alarmante falta de estrategia.

    El PP está desorientado. Rota, de momento, la maniobra de recomposición de la unidad en el centroderecha, la impresión que dan Pablo Casado y la actual dirección es que la, en teoría, alternativa se ha confinado también en cuarentena y su dilema hoy es cómo enfocar la tarea de oposición en una España que vive la peor crisis sanitaria y económica de la historia moderna. El mero recurso a la crítica y a la denuncia, por muy justificadas que estén, ya no sirven si no hay alternativas y propuestas, y en este PP, aquí y ahora, estas brillan por su ausencia.

    La propuesta de pactos de reconstrucción pone entre la espada y la pared a un PP desorientado y que sigue sin remontar al PSOE en las encuestas

    Sólo así puede entenderse que Pedro Sánchez, un político sin programa, sin proyecto, sin escrúpulos y con una mentalidad simplista de universitario del tardofranquismo, pero con una incuestionable habilidad, haya vuelto a poner a Casado y al PP entre la espada y la pared con su oferta de unos Pactos de la Moncloa revividos, o de "reconstrucción económica y social" como ahora gusta el Presidente de llamarlos.

    Unos pactos que nacen casi muertos, entre otros motivos por los recelos del ala podemita del Gobierno, pero que son el abrazo del oso para un Partido Popular que si los acepta se arriesga a ser ninguneado nuevamente y sometido a corresponsabilizarse de unas decisiones del Gobierno que, no negociará, y sólo les informara cómo y cuándo le convenga. Y si no se apunta al pacto, desde el Ejecutivo y su "Brunete mediática" se verán arrojados a la opinión pública como unos traidores, insolidarios, que utilizan la pandemia en favor de sus intereses partidistas.

    Y ahí si tiene razón Casado cuando habla de unos pactos trampa. Sánchez ha demostrado que no es de fiar. Y si realmente quisiera ese gran acuerdo, él que tanto fía la solución sanitaria a los expertos, debería proceder a nombrar una especie de Troika española integrada por un expolítico del PSOE y otro del PP y liderada por un independiente -Miquel Roca, que es además padre de la Constitución, apunta un ex diputado y ex alto cargo de la Transición- que se encargara de redactar un anteproyecto de reconstrucción que sería posteriormente negociado en una mesa política con representación ponderada y a la que incorporaran CEOE, Cepyme y los sindicatos.

    Si Sánchez quiere realmente un acuerdo debería nombrar una "Troika" española con dos exdiputados de PSOE y PP y liderada por un independiente que redactara el anteproyecto de reconstrucción

    Esta alternativa sí daría credibilidad el Presidente y sólo así esos pactos tendrían las medidas y el consenso necesarios, al tiempo que daría garantías a un PP que, mientras tanto sigue perdiendo también la batalla de la comunicación y de la imagen y no termina de repuntar en las encuestas. En todos los sondeos realizados en marzo y abril, en plena crisis sanitaria, el PP apenas supera el techo del centenar de diputados mientras el PSOE sigue siendo la fuerza más votada y recuperando, en los últimos publicados, alguno de los escaños perdidos en las primeras semanas de la crisis. De mantenerse este techo en los meses venideros, "Casado, Egea, Echániz y demás cargos de la dirección deberían ir pensando en su relevo y dejar paso a los notables emergentes", apuntan desde Génova.

    Y respecto a Ciudadanos, sólo decir que vuelve a equivocarse. Cuando debió pactar con Sánchez para evitar la repetición electoral y el gobierno con Podemos, no lo hizo. Y ahora ofrece una mano tendida y casi incondicional a quien ni siquiera se ha dignado a responder a las llamadas y misivas de Arrimadas. Así les va.