Opinión
La cobardía del entreguismo
José María Triper
Que la relación entre Felipe González y Pedro Sánchez nunca ha sido buena no es descubrir nada nuevo, pero que el expresidente del Gobierno diga públicamente que no se siente representado por Sánchez ni por este PSOE y califique de inadmisible la autodeterminación y la amnistía anunciando que hará campaña en contra, como ha hecho esta semana en dos foros distintos, antes y después de la Mesa de Diálogo en La Moncloa, supone un salto cualitativo en las discrepancias y un llamamiento a la reacción de muchos socialistas, anestesiados hoy o cómplices por omisión de unas políticas y unas decisiones de gobierno que nos llevan irremediablemente a la división, la desigualdad y el empobrecimiento.
Se lamentaba Nicolás Redondo Terreros, hoy olvidado y denostado por el sanchismo intransigente, de que la polarización política se haya adueñado del espacio público y que la primera víctima de ello sea la verdad.
A pesar de la mesa de diálogo, no se esperan críticas públicas de los 'barones' socialistas
"El diálogo puede ser considerado como una práctica virtuosa en determinadas ocasiones, pero su confortable sombra también puede cobijar la cobardía, el miedo, el entreguismo y hasta las más oscuras razones para legitimar a sátrapas y dictadores, como sucede con los defensores de Nicolás Maduro", afirmaba el que fuera dirigente y referente del socialismo vasco, en su excelente artículo Verdad y democracia, para aplicar posteriormente esta contundente reflexión a las relaciones del Gobierno socialpopulista de Pedro Sánchez con los independentistas catalanes y a esa esperpéntica mesa de diálogo que, dice en consonancia con la opinión de una mayoría de españoles, "oculta el blanqueamiento de los delitos de los cargos públicos independentistas que no respetaron las leyes y fueron desleales con sus juramentos y compromisos".
Un escrito este de Nicolás Redondo que es un modelo de sensatez y análisis de la peligrosa deriva en la que se ha instalado la política española, donde hoy sólo impera el sectarismo, la mentira, el rencor, el personalismo, el egoísmo ante la pasividad de una sociedad civil aletargada y de aquellos dirigentes apartados o barones regionales que consienten, por activa o por pasiva, el deterioro institucional, la ruptura social y el derrumbe de los principios constitucionales y de la Transición.
Nicolás Redondo no da nombres cuando habla de miedo y cobardía, pero no hace falta. Recordar cuando decía Emiliano García-Page que no quería vaselina para Reyes. Pues falta le está haciendo. A él y al resto de los barones del PSOE, que en privado critican al secretario general mientras que en público solo algunos se pronuncian. Eso sí, tímidamente y sin intenciones de moverse, que es sabido y constatado que Sánchez en lo único que comulga con Alfonso Guerra, a quién detesta como al resto de la "vieja guardia", es en eso de quién se mueva no sale en la foto, y ejemplos hay de que no le ha temblado el pulso a la hora de aplicarlo a rajatabla.
Si como todo apunta Sánchez consiente a las exigencias de los separatistas -de momente ya se ha anunciado que Junqueras sale de la cárcel- y en los términos en que estas se plantean, en Moncloa y en Ferraz se preparan ya para el abandono de la militancia de nombres históricos como el citado Alfonso Guerra, Joaquín Leguina, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, José Luis Corcuera, o el ex presidente del Senado Juan José Laborda. Al menos ellos así lo han anunciado y habrá que esperar que sigan siendo gente de palabra, aunque ellos "ya no cuentan para la dirección actual ni para una militancia que vota a ciegas y al dictado". Se descarta, sin embargo, una ruptura del partido. Por mucho que les espante el entreguismo de Sánchez ni García-Page, ni Lambán, ni Fernández Vara van a moverse. Callan como los corderos, pese a la pérdida de crédito y de votos que van a tener que afrontar en sus comunidades respectivas".
Como aseguraba un veterano dirigente socialista tras la ominosa cita de Moncloa,"en este PSOE del sanchismo, la hora de los valientes ni está ni se la espera". "Se fue con Rubalcaba y con Javier Fernández, y entre lo que queda falta la materia prima.