Opinión

La demografía invisible

    La demograf?a espa?ola sufre el envejecimiento de la poblaci?n

    Joaquín Leguina

    En 1980 el 92,8% de las mujeres en el momento de tener su primer hijo estaban ya casadas, en 2018 esa proporción había caído al 43,8%.

    Ahora, un buena parte de esas mujeres primerizas se casan antes de tener el segundo hijo. El tiempo transcurrido entre el primer parto y el matrimonio fue de algo más de tres años.

    En los últimos 40 años la edad de las madres al tener el primer hijo ha pasado de 25 años a 31. Por otro lado, en los años 80 las parejas que se casaban tardaban de media 22,3 meses en tener descendencia; hoy esta espera es de 37,5 meses, más de un año de diferencia respecto a aquella década.

    También se prolonga el tiempo entre el primogénito y el segundo hijo. Si antes transcurrían 42 meses entre uno y otro, ahora la cifra es de 59 meses.

    Dado que las prácticas en nupcialidad (matrimonios tardíos e hijos fuera de ellos) han ido en paralelo a la caída de la fecundidad (de 2,77 hijos por mujer en 1976 a 1,26 en 2019), puede pensarse que las prácticas nupciales determinan la fecundidad, pero las cosas no son tan automáticas. Por ejemplo, los países nórdicos –que fue donde primero aparecieron masivamente los hijos fuera del matrimonio- tuvieron durante muchos años las más altas fecundidades de Europa.

    El envejecimiento esconde serios problemas sociales más allá de las pensiones

    Mas, sea como sea, la caída de la fecundidad ha traído consigo inexorablemente un mayor envejecimiento (de 10,4% de personas con 65 años o más sobre el total de la población en 1976 al 21,2% en 2019). En 1976 la edad media de la población española era de 30 años y en 2019 de 44 años.

    Si dividimos la población potencialmente activa (20-64 años) por la de 65 años o más, en 1976 nos daba 5,2 personas "activas" por cada "jubilable" y en 2019 ha bajado a 3,1.

    Conviene saber a este respecto que la evolución (muy positiva en este caso) de la mortalidad influye poco o nada en la evolución del índice de envejecimiento.

    Como resultado de lo anterior, el año pasado (2019) murieron 54.000 personas más de las que nacieron en España y si sólo consideramos la población nacida en España, el saldo vegetativo (negativo) fue en 2019 de 132.000 (en 1976 fue positivo en 377.000 personas).

    Detrás de estos datos se esconden serios problemas sociales, y no sólo el sostenimiento de las pensiones. Sin embargo, tanto los sucesivos gobiernos como los académicos o la sociedad llamada civil apenas se han ocupado de la Demografía, despreciada incluso como disciplina académica. ¿Por qué? Porque la demografía trabaja lenta e inexorablemente a largo plazo, y ya se sabe: a largo plazo todos muertos.

    Pero no todo van a ser "lamentos demográficos". En el campo de la lucha contra mortalidad España ha tenido un gran éxito. Si en 1976 tenía ya una esperanza de vida de 73,3 años, en 2019 había subido a 83,2 años. La más alta de Europa.

    La caída espectacular de la mortalidad infantil (de 17,1 fallecidos antes de cumplir un año sobre mil nacidos en 1976 ha pasado en 2019 a 2,7) es otro éxito indudable de la Sanidad española.