Motor

¿Qué es el autosolismo?: no dejamos nuestro coche ni pagándonos


Miguel García

En un desplazamiento por Francia, a un español le puede sorprender que a la entrada o salida de muchas poblaciones existen unos aparcamientos específicos para coches compartidos, el llamado "covoiturage". Llaman tanto la atención como los espacios dedicados a la recarga de coches eléctricos por una cosa: suelen estar vacíos.

El marco normativo francés venía promoviendo el coche compartido desde 2015, pero dado que el 70?% de los desplazamientos diarios al trabajo se realizaba en coche individual, decidieron pagar (sí, euros contantes y sonantes) a quienes se acogieron a compartir coche.

Bonificaciones, infraestructura, campañas públicas… Más de 150 millones de euros invertidos desde 2022 en su plan nacional de "covoiturage". ¿El resultado? Decepcionante. Solo un 3% de los trayectos diarios se hacen compartidos.

Autosolismo: mi coche, mi espacio

Este fenómeno ya tiene un nombre: autosolismo. Y va en aumento. Según el barómetro de VINCI Autoroutes, el 84,6 % de los conductores en hora punta viaja en solitario. Es el dato más alto desde 2021. El objetivo francés era llegar a 1,75 ocupantes por coche en 2030. Hoy, apenas se alcanza un 1,24 de media.

En Francia se crearon 14 medidas, incluidas ayudas de hasta 100 €/año para nuevos conductores adheridos al plan. Se impulsaron infraestructuras, con carriles reservados y los mencionados parkings específicos. Ni por esas: el cambio de hábitos no ha calado. Solo avanza ligeramente en Lyon -atascos monumentales para cruzarlo desde hace más de dos décadas- y en Isla de Francia -la región parisina es legendaria por sus embotellamientos-, aunque puede haber dudas, porque también se han detectado fraudes en la declaración de trayectos para obtener las ayudas públicas.

Una de las grandes losas para el coche compartido fue el Covid-19. Compartir espacio cerrado con desconocidos quedó fuera del radar durante meses. Y cuando la situación se normalizó, todos nos dimos cuenta de que el coche era un refugio personal y controlado. La pandemia no solo limitó el auge del coche compartido; lo echó varios pasos atrás. Aun será peor de aquí en adelante, porque desde enero de 2025 se han suprimido los pagos para el coche compartido de corta distancia. El coche compartido parece condenado a ser una de esas buenas ideas que no funciona, ni aunque te paguen.

Viendo "las barbas del vecino pelar", en España, la generalización del coche compartido ni está, ni se la espera, aunque las encuestas digan lo contrario. La Ley de Movilidad Sostenible lo menciona, sí, pero sin medidas económicas concretas para quien lo utilice. A efectos prácticos, no hay ayudas, ni carriles, ni bonificaciones, solo obligación para las grandes empresas de establecer unos planes de movilidad para sus trabajadores.

La gran ironía es que las razones para compartir coche siguen siendo potentes: menos CO2, ahorro de hasta 2.000 euros anuales por trabajador, menos atascos. Y si hay quien encuentra en Linkedin un espacio para encontrar citas, un Blablacar aún puede procurar más cohesión y una conexión más directa.