Motor

Los cierres de fábrica de Volkswagen podrían afectar a 15.000 empleos mientras la plantilla toma las calles en Bruselas

Manifestación de trabajadores de Volkswagen en Bruselas. Bloomberg.

Javier Fernández Sánchez

La industria automovilística europea tiene el motor gripado. La ralentización de la expansión del coche eléctrico ha golpeado duramente a las grandes firmas automotrices del Viejo Continente, las cuales están rehaciendo sus planes para poder aguantar el embate formado por la débil demanda de eléctricos y por la competencia con los fabricantes chinos de estos vehículos. Prueba de ello son los planes de Volkswagen para reducir costes, los cuales pasan por el cierre de fábricas en Alemania por primera vez en 87 años de historia. Ello implicaría el despido de una parte de los casi 300.000 trabajadores de la marca en suelo germano. De aplicar esta mengua del gasto, los expertos calculan que la compañía podría costar miles de millones de euros.

Volkswagen podría contabilizar hasta 4.000 millones de euros en provisiones por la disminución de los costes, la cual incluiría el despido de 15.000 empleados. Así lo han señalado analistas de Jefferies que han pasado, recientemente, algunos días con los responsables de Volkswagen en América del Norte. Los expertos han tenido acceso a información de la marca germana y han indicado que Volkswagen podría registrar esa cifra milmillonaria en el cuarto trimestre del presente año, sin necesidad de la aprobación del Comité de Empresa.

Asimismo, los expertos de Jefferies han valorado el abierto conflicto laboral que existe en el seno Volkswagen, con los sindicatos en pie de guerra. Los analistas consideran que dichas organizaciones se verán obligadas a llegar a nuevos acuerdos, ya que Volkswagen está en posición de imponer los despidos. Como consecuencia, reconocen el riesgo de "disrupciones en la producción", aunque también señalan que los trabajadores solo pueden hacer huelga por los salarios, no en contra los despidos si éstos no están protegidos por contrato.

Conscientes de ello, Volkswagen ya comenzó, la semana pasada, a desmantelar el blindaje sobre los puestos de trabajo establecido en 1994, y que impedía a la compañía ejecutar despidos hasta 2029. Los movimientos de la empresa germana, controlada por la familia Porsche buscan reducir la capacidad productiva, la cual excede dos plantas capaces de producir 500.000 coches en un año.

Paralelamente, esta mañana se ha celebrado una manifestación frente al Parlamento Europeo en contra del posible cierre de la fábrica de Audi en Bruselas, que emplea a 3.000 trabajadores. Dicha factoría se encargó, desde 2018 hasta el pasado mes de julio, de la fabricación del Audi Q8 e-tron, el primer modelo completamente eléctrico de Volkswagen con el que la firma quería competir con Tesla. Para ello se formó a la plantilla y se levantó una instalación de paneles solares para abaratar el coste de producción de un coche que, sin embargo, acabó costando 76.000 euros.

Ese elevado precio ha dejado muy expuesta a Volkswagen frente a las inclemencias de la débil demanda de los coches eléctricos en Europa, situando en el punto de mira de la dirección la viabilidad operativa de la capacidad productiva actual de la factoría en Bruselas, en la que el 90% de su plantilla corre el riesgo de ser despedido. En este contexto, y en contra del cierre de la fábrica bruselense, se han manifestado más de 5.000 trabajadores, incluidos asalariados de toda Europa para mostrar solidaridad con sus compañeros de Volkswagen en Bélgica. En las protestas, los asalariados pidieron el cese del 'dumping' chino de los productos industriales, y los sindicatos participantes llamaron a una huelga general.

Los movimientos de Volskwagen y la protesta en Bruselas se producen días después de que Mario Draghi presentara un informe en el que indicaba la necesidad de invertir 800.000 millones de euros para incrementar la competitividad de la UE. "Hagamos esto o será una lenta agonía", señaló Draghi en la presentación del informe, el cual propone la financiación con deuda común para reindustrializar el continente y hacer frente a EEUU y China.