Bolsa, mercados y cotizaciones

Los tres factores que empañarán el avance de la bolsa americana

  • La Fed, los datos 'macro' y los resultados han llevado a Wall Street a máximos
El S&P500 marca nuevos máximos

José Luis de Haro
Nueva York. ,

La trepidante rentabilidad acumulada por la bolsa americana en lo que llevamos de año, con el S&P 500 sumando más de un 17%, ha conseguido que muchos inversores se hayan olvidado de la tumultuosa retahíla de riesgos que comenzaron a acumularse a finales de 2018.

La intercesión de la Reserva Federal, que aniquiló de golpe y plumazo cualquier síntoma rapaz de continuar apretando las tuercas monetarias a una política todavía acomodaticia, los recientes datos de crecimiento económico, así como los resultados empresariales han impulsado a la renta variable del país a tocar nuevos máximos.

No obstante, si tomamos como referencia la media de los objetivos de las principales 17 mesas de inversión a este lado del Atlántico, observamos como la escalada prevista para el S&P 500 es limitada, con una rentabilidad de algo menos de un 1% desde los niveles actuales hasta los 2.950 puntos. Obviamente, dentro de estas proyecciones siempre existen eternos optimistas, como es el caso de Binky Chadha, de Deutsche Bank, quien sitúa al indicador tocando los 3.250 puntos, pero también agoreros, como Mike Wilson, de Morgan Stanley, y Maneesh Deshpande, de Barclays, que consideran que el S&P regresará a los 2.750 puntos.

"Tras el fuerte arranque del año, muchos inversores se preguntan si deberían rotar o retirarse, dado que entramos en el mes de mayo", reconoce Sam Stovall, el director de inversion de CFRA, haciendo alusión al mantra del Sell in May and go Away (Vende en mayo y márchate). Desde su punto de vista, ahora, subirse al carro de "rotar, no retroceder", incluso después de "ver a la liebre saltar" podría tener su recompensa. Stovall sitúa su meta del S&P 500 en 1.975 puntos.

El avance del S&P500 a máximos

Dicho esto, para otros, la repetición de la fábula de Ricitos de Oro, donde el avance económico es relativamente robusto pero la inflación es más bien templada, tirando a fría, no es más que un espejismo.

"La reciente postura de la Fed sugiere que sus responsables están preocupados por factores más allá de las cifras actuales mientras están a punto de comprometer su independencia y objetividad en nombre de apaciguar a los políticos en Washington", señala Lisa Shalett, directora de inversión en Morgan Stanley Wealth Management. Esta situación puede pasar factura en la segunda mitad del año, cuando Shalett cree que podríamos ver un repunte brusco de la inflación que obligase a la Fed a subir tipos, "desarmando así a un mercado complaciente" con un mensaje confuso.

En estos momentos, el 41,2% de los inversores cree que el próximo movimiento de la Fed antes de que acabe el año será una rebaja de tipos de 25 puntos básicos mientras casi el 20% descuenta hasta dos recortes. Pase lo que pase, la encrucijada está servida dado que, si este escenario se materializa ante una posible recesión, algunos consideran que la Fed ha limitado su maniobra al no haber continuado con su normalización bajo las circunstancias actuales.

Otras variables

Pero más allá de la política monetaria, existen otros posibles desatinos. Uno de ellos mira atentamente al consumidor estadounidense. Si rascamos el dato de crecimiento del primer trimestre, cuando la economía avanzó un 3,2%, podemos observar que el gasto del consumidor, que representa dos tercios de la economía estadounidense, se moderó a una tasa del 1,2%. Esto supone un retroceso con respecto al cuarto trimestre, cuando el consumo aumentó a un ritmo del 2,5%.

Aunque el gasto de los estadounidenses volvió a repuntar en marzo, los tipos de interés de las tarjetas de crédito y los préstamos automovilísticos han subido en los últimos trimestres mientras las tasas de morosidad en los préstamos de consumo han subido en los últimos dos años. "Es importante observar si estos riesgos a la baja para el gasto del consumidor se intensifican" avisa Torsten Slok, economista global de Deutsche Bank.

Otro asunto que no debe pasarse por alto son las tensiones comerciales, así como la estabilidad de la economía china. En un momento en que conoceremos definitivamente si la tregua entre EEUU y el gigante asiático se mantendrá indefinidamente a finales de la próxima semana, quedan otros frentes abiertos. La Unión Europea y Japón son los próximos objetivos de la administración Trump pero un retraso en la ratificación del acuerdo entre EEUU, México y Canadá (USMCA) o la posibilidad de que Washington anuncie aranceles a las importaciones automotrices también podrían retrasar o descarrilar la negociación de los acuerdos comerciales bilaterales con Bruselas y Tokio. "Esperamos que se logren acuerdos limitados con ambos socios en el último trimestre de 2019, pero un acuerdo con la UE sin incluir el sector agrícola hace pensar que las tensiones persistirán", resalta César Rojas, economista de Citi.