Bolsa, mercados y cotizaciones
Dia y sus vistas desde los sótanos de Lubianka
Joaquín Gómez
Dicen que el edificio más alto de Moscú, no sin serlo, era el de la KGB, porque desde sus sótanos había vistas hasta Siberia. Hoy, más de un cuarto de siglo después de la desaparición del acrónimo de la KGB, las prácticas chequistas del edificio de antes de la revolución en la plaza Lubianka han cambiado.
Rusia no ha perdido su prescripción en el mundo, y lo hace como se hacen las cosas en los nuevos tiempos, en Internet, y como se han hecho las cosas toda la vida, con dinero. El accionista que va a tomar el control de la firma de distribución Dia, el octavo mayor milmillonario ruso, Mikhail Fridman, ha sido acusado por la prensa de EEUU de estar detrás de Donald Trump y de los supuestos ataques a los servidores de Hillary Clinton, lo que le obligó a negar cualquier relación con el posterior ganador de los comicios a la Casa Blanca. En la Europa balcanizada a la que aspira Rusia, para recuperar su trono de hegemonía continental, Fridman ha sido un problema geopolítico para Reino Unido, al comprar activos de petróleo en el mar del Norte que tuvo que vender. Su aparición en verano en Dia al anunciar la compra de un 10%, que en los últimos días se ha comprometido a elevar al 25%, despierta tanto interés como sospechas. Por la parte del interés, no parece que Fridman vaya a tener la intención de superar el 30% del capital, lo que le obligaría a lanzar una opa... por el momento. Para alguien que asa vacas con billetes, Dia es una operación financiera. En un momento en el que no se trasvasa el dinero de renta fija, sino que pides préstamos y compras bolsa, Dia es una compra atractiva en un sector castigado en crisis. Si la distribución sale adelante del marasmo Amazon habrá comprado barato para vender más caro. Si por el contrario, la distribución sigue abaratándose hasta límites insospechados, pero la gente tiene la costumbre de seguir yendo al súper físicamente, se quedará con un negocio y su franquicia a precio de ganga.
Respecto a las sospechas, ha sido muy feo que el consejero delegado de Dia, Ricardo Currás, haya comprado títulos tan solo unas semanas antes de que Fridman haya elevado sorpresivamente su participación. Si lo conocía, parece evidente que disponía de información privilegiada, y lo correcto habría sido no adquirir los títulos, porque como ca- bía esperar la reacción al incremento de posición de Fridman ha sido alcista.
Si desconocía su intención de comprar más acciones (presunción de inocencia en la que quiero creer, pero que también pienso debería explicar al mercado), le obliga a reconocer que no tiene trato con el que hasta ahora ya era su mayor accionista. Decida lo que decida Currás, en el pecado lleva la penitencia. Nunca sabremos si existieron conexiones entre las posiciones bajistas que llevaron a Dia a tener un 26% de su capital en manos de los cortos y la entrada de Fridman. Desde los sótanos de Lubianka se ve Siberia.