Bolsa, mercados y cotizaciones

El 'cambio' de bienes por rentas no convence a los jubilados



    De los 8,7 millones de pensionistas en España, solo 8.400 convirtieron su ganancia patrimonial en ahorro vitalicio.

    Uno de los objetivos que se marcó la última reforma del IRPF era formentar el ahorro complementario

    de cara a la jubilación con la introducción de nuevos productos, como el Plan Ahorro 5 y con la modificación de determinados aspectos fiscales. Desde 2015, los mayores de 65 años disponen de una fórmula para no tributar por rescatar las ganancias que han conseguido con sus inversiones en cualquier producto, desde una acción o un bono, pasando por un fondo o hasta una segunda vivienda. El requisito, a grandes rasgos, es transformar esa ganancia en una renta vitalicia asegurada y su uso, hasta ahora, puede afirmarse que ha sido prácticamente residual. A cierre de 2016 y según datos de Unespa, tan solo el 0,1 por ciento de los mayores de 65 años se acogieron a esta exención el año pasado.

    De los 46,4 millones de españoles, 8,7 millones tiene 65 o más años, según los últimos disponibles en el Instituto Nacional de Estadística (INE), correspondientes al mes de julio. Y de ellos, tan solo 8.400 personas optaron por trasformar el dinero conseguido con la venta de algún elemento patrimonial en una fuente garantizada de ingresos a cierre de 2016, según Unespa.

    La condición para beneficiarse de esta ventaja fiscal es reinvertir ese dinero antes de seis meses en un producto que se rescate a través de rentas vitalicias, con un límite de 240.000 euros.

    ¿Por qué su débil acogida?

    La principal razón de su escaso uso, dicen los expertos, es por propio desconocimiento. Pero no es la única. A día de hoy, las rentabilidades que ofrecen estas rentas vitalicias son más modestas debido a los bajos tipos de interés que imperan en el mercado de deuda.

    Normalmente, las aseguradoras construyen la rentabilidad de estos productos en base al interés que brindan los bonos soberanos en el mercado secundario (donde cotizan una vez que son emitidos). A ello es necesario descontar después las comisiones y el resultado pueden ser rendimientos que oscilan, en el mejor de los casos, entre el 0,5 y el 1 por ciento.

    "Esa es la rentabilidad financiera del producto, que se corresponde con la del mercado actual y que será para toda la vida. Hoy es relativamente mala. Pero hay que incluir más factores en la ecuación para saber si compensa o no, como el ahorro fiscal, que a priori puede resultar interesante para aquellos que vayan a invertir la materialización de una plusvalía muy grande", explica Belén Alarcón, socia y directora de planificación patrimonial de Abante. "Pero también debe tenerse en cuenta otro concepto", continúa, como es "el riesgo de longevidad". Para saber si este producto encaja o no, por tanto, "lo más aconsejable es realizar números".

    A cierre del año pasado, este tipo de rentas vitalicias alcanzó un volumen de ahorro bajo gestión de 769 millones de euros. La cifra no se puede comparar con años anteriores, porque las entidades empezaron a comercializar estos productos hace poco más de un año. Puesto en contexto, no llegan a representar ni el 1 por ciento sobre el volumen de ahorro en seguros y jubilación, donde existen más de 171.700 millones de euros.

    Entre estos últimos, los que más han crecido en el último año han sido los SIALP, es decir, los planes Ahorro 5 con forma de seguro, y los PIAS (ver apoyo).