Bolsa, mercados y cotizaciones

¿Cuándo tocará fondo la bolsa americana?: Wall Street no se decide


    José Luis de Haro

    En el universo bursátil norteamericano es difícil no dejarse llevar por los sentimientos, bien sean de euforia o de pesimismo. Con la renta variable estadounidense tonteando entre la corrección y el 'pullback', la marea de proyecciones, predicciones y vaticinios que inundan el parqué encuentran cierta similitud a la fábula de Pedro y el lobo. Hay quien considera que los osos se abrirán paso a codazos llevando al S&P 500 hasta los 1.600 puntos o, peor aún, más allá de los diabólicos 666 puntos marcados en plena crisis financiera. Otros son más cautos, y pese a que rebajan sus previsiones para el conjunto del año, piensan que el suelo no se desplomará provocando una caída en picado.

    "Pese a la debilidad no esperada registrada a comienzos de enero no ha violado los niveles de octubre de 2014 o los de agosto de 2015, la naturaleza de ciclo en curso preocupa cuando miramos a las proyecciones a largo plazo", explica Jason Hunter, analista de renta variable en J.P. Morgan. Desde su punto de vista, la primera resistencia estaba en los 1.990 y ahora la tendencia se dirige hacia los 1.887 puntos, que conecta los mínimos de octubre de 2014 y los de agosto y septiembre de 2015. "No esperamos un mercado bajista pero la corrección será volátil", matiza mientras avisa que cierres continuados por debajo del rango de los 1.862 y 1.848 puntos podrían ser preocupantes.

    Con la clave de los 1.867 puntos en mente, otros estrategas, como Stephen Suttmeier, de Bank of America Merrill Lynch, consideran que si se perdieran dichos niveles, la tendencia mira a los 1.600 puntos como el próximo punto de equilibrio. "Cíclicamente existe el riesgo de entrar en un mercado bajista si perdemos los 1.867 puntos pero desde un punto de vista secular, tenemos que mantener el espíritu alcista", dijo al programa Squawk Box de la CNBC.

    Desde Goldman Sachs, la presidenta del Global Markets Institute, Abby Joseph Cohen, reconoció durante una entrevista con el canal Bloomberg que "parte de las caídas que están ocurriendo son fruto de una respuesta meramente emocional". Según su punto de vista y el objetivo que contempla su colega David Kostin, estratega jefe de renta variable estadounidense, el S&P 500 cuenta con un valor apropiado en los 2.100 puntos.

    El indicador no ha vuelto a sobrepasar dichos niveles desde el 1 de diciembre del año pasado y ha borrado cerca de un 10% desde entonces. Aún así, salvo los vaivenes generados por la caída del crudo y la devaluación del yuan, los fundamentos de la economía de EEUU son fuertes, de ahí que el banco capitaneado por Lloyd Blankfein recomiende comprar acciones pese a bonos. Cohen considera que existe un potencial alcista del 11% para S&P 500. Sin embargo, en la dinámica generada entre los bancos y las recomendaciones a sus clientes no hay que olvidar que tradicionalmente muchas de las proyecciones publicadas suelen darse a conocer cuando muchos de los estrategas y militantes de las instituciones financieras ya han movido ficha. Por eso no hay que perder de vista los problemas que se ciernen sobre los mercados americanos.

    En estos momentos, los inversores estadounidenses enfrentan dos desafíos. Por un lado, la caída en las estimaciones de beneficio para las compañías y la naturaleza heterogénea de la economía estadounidense. A día de hoy las previsiones de beneficio para las empresas patrias en el cuarto trimestre se han recortado hasta un -3.7% y las estimaciones para el 2016 han disminuido hasta el 7,6%. "Hasta que veamos algo de mejora en las estimaciones de beneficios, será difícil que las acciones estadounidenses logren un avance uniforme", indica Russ Koesterich, estratega principal de inversiones globales de BlackRock.

    Desafortunadamente, las compañías estadounidenses enfrentan varios escollos a la hora de impulsar sus beneficios. La fortaleza del dólar sigue siendo un obstáculo. Además, bastante probable que se contraigan los márgenes en un momento en que el incremento de los salarios debería comenzar a afianzarse. Factores que junto a la deflación importada de China y la debacle del crudo han hecho que muchos de los más agoreros del mercado, como Albert Edwards, de Societe Generale consideren un cataclismo bursátil que borraría un 75% del valor del S&P 500 y arrastraría al indicador hasta los 550 puntos, por debajo de los mínimos de marzo de 2009.

    Aunque la situación en China ha sido el motivo principal de la ansiedad entre los inversores se podría afirmar la reacción ha sido algo exagerada. De hecho, la exposición de los inversores estadounidense al mercado bursátil nacional chino es residual. La amenaza más grande sigue siendo la rápida devaluación del yuan, que realmente desataría un efecto dominó si llegara a incitar a otros países a devaluar sus divisas. Este escenario sigue siendo poco probable, como lo es la posibilidad de que este acontecimiento marque el comienzo de un mercado bajista en la renta variable americana. En estos momentos, los principales bancos siguen apostando por niveles optimistas. J.P. Morgan y Goldman mantienen su precio objetivo en los 2.100 puntos, Deutsche Bank en los 2.250, RBC Capital Markets en los 2.225 puntos. Según la media estimada por Bloomberg, la media de los expertos sitúa al S&P 500 en los 2.209 puntos este año.