Bolsa, mercados y cotizaciones

Grecia no ha desatado el pánico, pero... ¿cuál es el sentimiento del mercado?


    elEconomista.es

    El Ibex ha vivido este año en una montaña rusa, si bien siempre ha estado rezagado con respecto a las grandes plazas del Viejo Continente. Cuando en abril marcó sus máximos del año, rozando los 11.200 puntos la subida en el año alcanzaba el 15,4%. Desde entonces ha cedido un 8% y desde los máximos de junio la caída es de algo más del 4%.

    Ninguno de los principales índices del Viejo Continente logran ponerse en positivo durante los últimos tres meses, y es que los expertos coinciden al señalar que después del rally vivido al comienzo del año lo mejor de este 2015 ya había pasado.

    A nivel técnico la línea roja que no debe traspasar el Ibex 35 se encuentra en los 10.650 puntos. "Analíticamente el lunes vivimos pánico bajista pero quedan opciones para una reestructuración alcista", comenta Joan Cabrero, director de estrategia de Ecotrader.

    Asimismo, Cabrero admite que esta restructuración dependerá del transcurso de los acontecimientos y no descarta que en los próximos días los soportes puedan caer ante la presión vendedora.

    De este modo, después de las notables caídas sufridas por los índices europeos en la jornada del lunes los mercados se han calmado, y se encuentran en un momento de más tranquilidad, pero ¿cuál es el sentimiento del inversor? ¿Es momento de esperanza y de comprar o cunde el pánico por la complicada situación griega?

    El sentimiento inversor

    La teoría del sentimiento del inversor se fija en el comportamiento de los mercados desde una aproximación psicológica. Parte del supuesto de que las bolsas se mueven irracionalmente, en función de las percepciones que tienen los inversores, y no por la fuerza de los fundamentales de sus cotizadas.

    En esta escala la fase de euforia supone la cumbre del ciclo alcista y el comienzo del declive progresivo hasta tocar fondo en el punto de desaliento, que es el que los expertos identifican como el de máxima oportunidad para invertir dado el abaratamiento de los activos.

    Entre uno y otro extremo se pueden encontrar (de mayor a menor optimismo) las siguientes fases: ansiedad, negación de la evidencia, miedo, desesperación, pánico, capitulación (el sentimiento de "quizás la bolsa no sea para mí") y finalmente el desaliento, que da paso a la esperanza.