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Grecia pide más fondos de emergencia al BCE: la fuga de depósitos se agrava

  • La banca griega presiona a su banco central para obtener más fondos
  • El ELA está prácticamente seco: solo quedan 7.500 millones disponibles


Los bancos griegos están presionando al gobernador del banco central, Yannis Stournaras, que pida más fondos de emergencia al Banco Central Europeo (BCE) por el agravamiento de la fuga de depósitos que sufren. El problema es que ya han agotado prácticamente esta línea de liquidez, la denominada ELA, después de un incremento exponencial en la última semana. Las palabras impiden que Grecia firme el acuerdo sobre su rescate.

Y es que los ciudadanos griegos habrían incrementando sus retiradas de efectivo coincidiendo con el inicio de las conversaciones entre Grecia y sus acreedores para lograr un nuevo acuerdo sobre la financiación del país. Stournaras se reunirá mañana con el resto de miembros del Consejo de Gobierno del BCE, ya que la banca helena estaría cerca de haber consumido todos los fondos de emergencia proporcionados. Ahora, Tsipras se plantea pedir una ampliación del crédito del rescate.

Actualmente, los bancos griegos se mantienen gracias a la denominada Emergency Liquidity Assistance (ELA), un salvavidas que les permite obtener financiación directamente del Banco de Grecia, aunque es necesaria la aprobación del BCE. Actualmente, esta línea de emergencia asciende a 65.000 millones de euros, después de que la institución presidida por Mario Draghi ampliara en 5.000 millones su dotación.

El ELA está casi agotado

Pero la banca griega ya habría utilizado 57.500 millones de esta línea de emergencia, según los últimos datos del BCE. Especialmente dramático ha sido el incremento de la última semana, cerrada el viernes pasado: 51.700 millones de euros, cuando en las dos semanas anteriores los requerimientos apenas sumaron 5.850 millones de euros.

Los problemas de la banca griega se agravaron a principios de mes, cuando el BCE decidió no aceptar más la deuda pública griega como garantía en sus operaciones de liquidez. En la práctica, esta medida suponía dificultar el funcionamiento de la banca griega, que ya comenzaba a sufrir por las dudas sobre el futuro del país tras la victoria de Syriza y la cercanía del fin del rescate.

Desde algunos círculos se vio este golpe de mano del BCE como una estrategia para forzar a Grecia a plegarse a las exigencias de la Eurozona y extender el programa de rescate. Oficialmente, la institución presidida por Mario Draghi esgrimió que esa misma incertidumbre impedía que los bonos griegos se pudieran utilizar como colateral para financiarse.

La semana pasada, el diario griego Kathimerini estimó que la retirada de depósitos en Grecia entre enero y el inicio de febrero ascendió a 15.000 millones, haciendo que el montante total de depósitos bajara de 160.000 millones al cierre de 2014 hasta 145.000 millones. 

De todas maneras, parece poco probable que el BCE corte definitivamente el grifo a la banca griega, al menos mientras haya posibilidades de acuerdo entre Grecia y la troika, en la que también participa la propia institución monetaria.

Otro asunto será si se rompen definitivamente las negociaciones. Si el BCE corta la financiación de emergencia, la banca griega tendrá muy difícil operar, y eventualmente podría provocar que se instauraran controles de capitales para evitar la sangría, desatando una inestabilidad cuyo riesgo último acabaría siendo la ruptura del euro.