Bolsa, mercados y cotizaciones

El triunfo de Draghi: la prima de riesgo cae un 48% desde los máximos de julio

  • Draghi intervino en el momento más álgido de la crisis y ahora se recoge el fruto
  • Sin necesidad de gastar un euro, el BCE ha traído la calma a la Eurozona
  • Una frase valió más que los 100.000 millones de euros prometidos a la banca
Luis de Guindos junto a Mario Draghi. <i>Foto: Archivo</i>.


La calma parece instalarse en los mercados. Esta semana, especialmente jueves y viernes, la prima de riesgo, el diferencial entre la rentabilidad ofrecida por el bono español a 10 años y la misma referencia alemana, ha caído con fuerza hasta situarse en 330 puntos básicos y ha marcado nuevos mínimos desde marzo del año pasado.

Este indicador, el preferido de los inversores para medir el riesgo  de impago de la deuda de un país, acumula una caída del 48% desde el pasado 24 de julio de 2012, cuando tocó máximos de la era euro en 638 puntos en pleno apogeo de la crisis de deuda. Ni siquiera el rescate financiero de la banca en junio, con la promesa de 100.000 millones por parte de los socios de la Eurozona, consiguió calmar a unos inversores que empezaban a vislumbrar la quiebra de España y/o el fin del euro.

Como muestra de ese miedo, el bono español a 10 años también escaló a un récord de rendimiento del 7,62%. Pero hoy ha bajado al 4,88%, su mínimos de marzo de 2012. Ese mismo día la bolsa también se desangraba: el Ibex 35 marcó sus mínimos en 5.956 puntos tras caer un 3,58%. Desde entonces, el selectivo español ha recuperado un 45% hasta los 8.664,7 puntos a los que cerró hoy.

Las palabras de Mario Draghi

¿Qué ha ocurrido para que sucediera este espectacular cambio en menos de seis meses? La intervención del Banco Central Europeo (BCE) y su presidente, Mario Draghi. Tan solo dos días después de ese momento álgido de la crisis, el 26 de julio, Draghi avisó a los inversores en una conferencia en Londres: el BCE haría "lo que sea" por salvar el euro, asumiendo que la prima de riesgo era su problema.

Fueron 52 segundos. Nada más. Y nada menos, porque los exprimió al máximo, relataba Pedro Calvo en elEconomista. "Mucha gente habla de la fragilidad del euro, de su creciente fragilidad, de la crisis del euro", comenzó. "Muy a menudo, otros Estados o líderes de fuera del euro subestiman la inversión en capital político que hemos hecho en el euro", prosiguió antes de soltar los dos hachazos definitivos. El primero: "El euro es irreversible. Y no es una palabra vacía". Y el segundo: "El BCE está preparado para hacer lo que sea necesario para preservarlo. Y créanme, será suficiente". Palabras que probablemente pasarán a la todavía breve historia del euro.

Ese 26 de julio fue un auténtico punto de inflexión: el Ibex 35 rebotó un espectacular 6,06%, la mayor subida en dos años, y el bono español cayó por debajo del 7%.

Intervención sin gastar un solo euro

Poco después, en la reunión del BCE del 6 de septiembre, llegó la estocada. Draghi anunció el programa de compras de bonos soberanos que esperaba todo el mundo, aunque asociado a la petición de un rescate con fuertes condiciones. La reacción del mercado fue elocuente: el Ibex 35 se disparó un 4,91% y la prima se hundió un 9%, perdiendo los 450 puntos básicos.

Desde entonces, el mercado parece haber asumido la consigna de "no luches contra el BCE", cuyo poder en teoría es ilimitado, y a pesar de los tira y afloja sobre la decisión de España de no pedir el rescate (y por lo tanto la intervención del banco central) no ha habido más turbulencias como las del verano. Incluso muchos de los agoreros del fin del euro han tenido que reajustar su visión.

El comienzo de 2013 ha confirmado definitivamente que tanto España como Italia pueden acudir al mercado a financiarse con regularidad, y la primera reunión del BCE mostró un moderado optimismo de Draghi. La reacción se ha visto: el miedo a España se ha reducido a la mitad en apenas medio año, y sin que el BCE, como temía Alemania, haya tenido que poner un solo euro sobre la mesa. Por el momento, la tesis de un sector del BCE, que apostaba porque no sería necesaria la intervención, parece imponerse.