Bolsa, mercados y cotizaciones
¿No les gusta la austeridad? Prueben la represión financiera
- Los gobiernos financian sus excesos de deuda a costa del sector privado
Los gobiernos endeudados tendrán que encontrar fórmulas para arreglar el sistema financiero y que éste les salve, ya que no hay un crecimiento económico decente y no hay planes coherentes de consolidación fiscal que ayuden a los gobiernos a reducir sus déficits, según el economista jefe de HSBC, Stephen King.
"La represión financiera es el resultado de las políticas que permiten a los gobiernos financiar sus deudas imponiendo sus costes a otros", según este experto.
Los gobiernos pueden usar la regulación para obligar a los bancos a prestarles más mientras las políticas de inyección de liquidez -como el quantitative easing- rebajan las rentabilidades de los bonos aunque la política fiscal esté descontrolada. Y esto permite a los gobiernos evitar el castigo de los mercados por su falta de disciplina fiscal, explica.
Algunos antecedentes
Los años 50 y 60 fueron, para Occidente, un periodo en el que la represión financiera pareció funcionar, y la deuda pública cayó rápidamente. "No obstante, esto fue más bien una afortunada coincidencia: la deuda cayó a esa velocidad por otras razones, lo que permitió a las economías escapar a los efectos de la represión".
Si lo aplicáramos a hoy, es probable que esta represión deje sin fondos al sector privado, ya que la rápida reducción en la deuda que se vio en los 50 y 60 fue una consecuencia de un extraordinario crecimiento que permitió un aumento de los ingresos por impuestos en vez de una deuda pública que expulsa al sector privado.
"La represión puede redistribuir la carga del ajuste de los deudores a los acreedores mediante unos tipos de interés reales inusualmente bajos, pero, por sí misma, no es probable que baste para provocar una reducción significativa de la deuda pública como porcentaje del PIB", según King.
La austeridad no gusta
No obstante, incluso si los gobiernos saben que sus deudas no se verán reducidas por la represión, eso no significa que no la usen, advierte este economista. En la zona euro, los electores han dejado claro que no les gusta la austeridad, y el Gobierno holandés es la última víctima de los intentos de reducir el déficit mediante recortes de gastos.
En Francia, Nicolas Sarkozy está peleando por su reelección en mayo después de quedar segundo en la primera vuelta de las elecciones, en la que los votantes dejaron claro que no están impresionados por las perspectivas de austeridad. A su vez, aunque Grecia ha suspendido pagos de su deuda, las elecciones en este país son una gran incertidumbre para los mercados.
"Un gobierno incapaz de reducir su deuda buscará maneras baratas de financiar su despilfarro. La represión financiera es una forma de conseguirlo", señala King. "La represión permite a los Gobiernos retardar la austeridad y financiar el exceso de endeudamiento a un coste muy bajo: por tanto, es una forma útil de obligar al resto de la economía a dejar espacio para los excesos del Gobierno".
"Vista de esta forma, la represión no es tanto un mecanismo diseñado para reducir la deuda pública, sino más bien una forma de vivir con ella", concluye.