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La fábula de los dos hermanos pescaderos y la diferencia entre ser conservador o arriesgado


    Joaquín Gómez

    Durante décadas llevo explicando que la mejor idea de inversión es el interés compuesto. Pese a que creo que he escrito decenas de artículos sobre este asunto y, además, he acuñado que como inversor hay que tatuarse en la mente que el objetivo es lograr una rentabilidad del 7% para duplicar cada euro invertido la próxima década; hace pocas fechas me explicaron la historia de dos hermanos que ejemplifica mucho mejor los frutos de invertir a largo plazo.

    Para mí es la fábula de los dos hermanos pescaderos. Voy a dejar a la imaginación los detalles intrascendentes para no ser del todo escrupuloso con la realidad. La historia es la de dos hermanos que heredaron en los años setenta una pescadería en alguna localidad de Castilla y León. Los dos hermanos han convertido, tras décadas de trabajo y acierto en la gestión del negocio, la vieja pescadería familiar en un negocio bastante lucrativo con varias sucursales y el abastecimiento a buenos restaurantes y el catering de eventos y bodas.

    Los dos hermanos han tenido la misma participación en el negocio desde el inicio, han tenido el mismo salario, y supongo que habrán hecho los mismos esfuerzos que imaginamos de esos pescaderos que se levantan antes del alba para servir el mejor género. Aunque los dos hermanos con los años son la versión del señor Recio, mayoristas que no limpian pescado, el patrimonio de ambos es muy diferente. Los dos conducen un vehículo de alta gama, tienen una residencia muy parecida, prácticamente han vacacionando juntos durante toda su vida y ambos compraron en los noventa un propiedad en una urbanización en Cádiz que han disfrutado los hijos.

    La diferencia entre ambos es que el hermano que no es inversor cuenta con una holgada cuenta bancaria saneada de un par de millones de euros después de medio siglo trabajando y el 'arriesgado' ha construido un patrimonio que supera los 30 millones de euros. Uno de los hermanos ha sido el ahorrador prototipo español. No ha pasado del depósito y de ayudar a los hijos con su primera vivienda (igual que su otro hermano, con el mismo número de hijos). Lo más arriesgado que ha hecho el hermano prudente fue en los noventa invertir en Letras del Tesoro, cuando hasta se hacían anuncios de televisión hablando de "donde invierten los expertos". Letras que en los últimos años ha vuelto a contratar en el Banco de España. El hermano prudente ha empatado la carrera contra la inflación, pero el patrimonio que ha generado es sólo fruto de las ganancias de medio siglo de trabajo.

    El hermano arriesgado puso esas mismas ganancias a trabajar en bolsa desde los ochenta, incluso con errores como Banca Catalana o Banesto, y aciertos exponenciales como Iberdrola. La inversiones de sus primeros años fueron bolas de nieve que han sido un alud de rentabilidad con el tiempo.