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Made in China 2025 y aranceles
- China diluye el alza de los emergentes
- EEUU pretende evitar que China asuma una posición dominante en sectores clave
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Jesús Sánchez Quiñones
Madrid,
Una de las propuestas más criticadas del programa de Trump para las elecciones presidenciales es el endurecimiento de la guerra comercial con la introducción de aranceles generales del 10%, ascendiendo al 60% en el caso de la importación de productos chinos.
La justificación para la introducción de los elevados aranceles a China se basa en un concepto de seguridad nacional, intentando trasladar la producción de bienes estratégicos a suelo norteamericano, o a países amigos (friend-shoring). Esta medida no se entiende sin conocer el plan estratégico chino "Made in China 2025" puesto en marcha en 2015.
Conviene no olvidar que China lleva subsidiando intensamente numerosos sectores desde hace al menos una década. El plan "Made in China 2025" preveía que para dicho año China sería líder a nivel global en al menos diez sectores. Entre ellos: tecnología de la información, nuevos materiales, herramientas de control numérico y robótica, ahorro energético, vehículos de nuevas energías y equipamiento aeroespacial. El plan exigía que para 2020 el 40% de los componentes básicos de producción fueran locales, aumentando el porcentaje hasta el 70% en 2025.
Estados Unidos pretende evitar que China asuma una posición dominante a nivel global en sectores que pueden ser sensibles para la seguridad nacional. Esto ya ha ocurrido en sectores como el vehículo eléctrico, la construcción de paneles solares o el procesamiento de tierras raras.
Curiosamente, algunas de las razones que llevaron a China a la implementación de un plan de este tipo son las mismas que argumenta Trump para el incremento de los aranceles a China:
"China está preocupada por su seguridad nacional y precisan tecnología de información que sea autóctona, pues cada chip IBM o cada sistema Cisco de teléfono es un riesgo para la seguridad. China carece de tecnología avanzada en muchas áreas, y es dependiente de bienes básicos para su infraestructura, por lo que la fabricación de tecnología avanzada se convierte en un asunto de seguridad".
La principal crítica a la eventual implantación de los aranceles propuestos por Trump es su efecto en la subida de los precios al consumidor y, por tanto, en la inflación estadounidense. Este potencial efecto debe ser matizado.
En primer lugar, Estados Unidos tiene un tratado de libre comercio con México y Canadá (USMCA) y con otros 18 países. Es de suponer que los nuevos aranceles no se aplicarían a estos países.
De acuerdo con las contestaciones de Trump a una larga entrevista de Bloomberg en julio pasado, los nuevos aranceles no van dirigidos solo a China, sino también a las compañías estadounidenses que han deslocalizado la producción de sus productos fuera de Estados Unidos, principalmente en China. Entre otros, este es el caso de Apple.
Respecto al incremento de la inflación por la introducción de los nuevos aranceles, la experiencia de 2018 proporciona conclusiones distintas a las meramente intuitivas. En 2018, con la introducción de fuertes aranceles por parte de EE. UU. a determinados productos chinos, no se provocó un incremento de la inflación. Las compañías exportadoras chinas, en lugar de mantener el precio de venta y obligar al importador a repercutir el arancel en el precio a pagar por el consumidor, prefirieron reducir sus márgenes y absorber entre el 75% y el 81% de los aranceles reduciendo sus márgenes. El resultado fue que el precio al consumidor prácticamente no se incrementó y los márgenes de los exportadores chinos se redujeron. Como consecuencia, la inflación no aumentó.
Los aranceles ahora anunciados suponen un incremento de los aranceles ya en vigor. Debido a la sobrecapacidad china en numerosos sectores, el gigante asiático se ve con la obligación de exportar a toda costa. De hecho, durante este año 2024, China ha aumentado sus exportaciones, pero con una reducción de los precios de casi el 25%. El principal perjudicado por los nuevos aranceles será China, no el consumidor americano. Adicionalmente, un fortalecimiento del dólar abarataría a su vez las importaciones ayudando a que los precios al consumidor no se incrementaran.
El efecto de los nuevos aranceles, en caso de aplicarse, es incierto, pero, en cualquier caso, existen motivos para esperar que una gran parte de ellos vaya contra los márgenes de beneficio de los exportadores y otra parte se pueda compensar por un eventual fortalecimiento del dólar. Podrá tener efecto en la inflación, pero menor al inicialmente estimado.
Aunque Trump sea más beligerante en campaña con los aranceles a China, la administración Biden ha mantenido los aranceles impuestos por Trump y los ha aumentado incluso de forma significativa para algunos productos (100% de arancel a los vehículos eléctricos chinos). La guerra comercial con China parece inevitable. Queda por saber la intensidad de la misma en función del resultado electoral.