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La 'extraña crisis' que sacude al campo en EEUU: una 'invasión' a gran escala de Wall Street

  • El precio de la tierra se ha disparado por la demanda de inversores ante la inflación
  •  "El acceso será cada vez más limitado, el sector quedará dominado por fondos"
  • La gran preocupación de Washington son los propietarios extranjeros

Álvaro Moreno

El campo europeo se ha levantado con manifestaciones a lo largo y ancho del continente. Con su actividad encarecida y unas importaciones extracomunitarias en auge, los agricultores piden cambios en Bruselas y la Política Agraria Común (PAC), que les permita ser competitivos en sus mercados y poder mantener así su medio de vida. Sin embargo, mientras este debate sobre el sector primario domina por completo la escena en el viejo continente, al otro lado del Atlántico hay una polémica muy diferente, pero que está en la agenda de Washington. Wall Street está cogiendo el tractor y ha convertido a las granjas en un gran escudo inversor frente a la inflación.

Aunque para la Casa Blanca la principal preocupación sea la llegada masiva de inversores extranjeros, la realidad es que el dinero de todo tipo se han lanzado a por terrenos de forma masiva, especialmente con la llegada de la inflación. De hecho, la cantidad de tierras agrícolas compradas por fondos de inversión se ha disparado un 231% desde la crisis de 2008 y un 100% desde 2020 cuando Wall Street empezó a mirar al campo en busca de un refugio contra la crisis. Los fondos todavía controlan solo un 3% del mercado, que está en su mayoría en pequeñas empresas o agricultores individuales. Sin embargo, el 30% de todas las tierras pertenecen a propietarios que no cultivan. Pero esta tendencia ha disparado una doble preocupación, unos terrenos con precios disparados por la inversión de Wall Street y que una buena parte de la superficie agrícola del país quede en manos extranjeras.

Esta última es la gran inquietud de EEUU. A pesar de que los canadienses son los mayores compradores (tienen el 31% de toda la propiedad no nacional), las dudas crecen respecto a la llegada de otro tipo de actores. Este mismo mes de enero, la Oficina de Responsabilidad de Gobierno de EEUU (GAO, por sus siglas en inglés), un organismo centenario del Congreso del país que actúa como perro guardian del sector, mostró sus dudas en un reciente informe por "la seguridad nacional de EEUU". Según esta institución, tanto el campo, como la economía y seguridad de la nación pueden "afrontar graves consecuencias debido a las altas inversiones (principalmente extranjeras) sobre tierra de cultivo". Kimberly Gianopoulos, directora de la agencia, explica que "la propiedad y la inversión extranjeras en tierras agrícolas estadounidenses (que incluyen zonas de cultivo, pastos y bosques) han aumentado casi un 50% desde 2017".

Pero no se trata solo de invertir en un terreno y montar allí una granja. Desde Crystal Funds explicaban que "la riqueza está en la misma tierra". Muchos de estos fondos no se dedican a vivir de la producción de los cultivos y disfrutar de la revalorización de las tierras, sino que directamente alquilan los terrenos a la espera de revenderlos en el futuro. Una opción de mercado que está creciendo con fuerza. Este es el motivo por el que el valor del alquiler por acre está en máximos históricos (155 dólares) tras disparar un 4,7%.

Sea cual sea la fórmula de inversión, la firma defiende que el campo en EEUU vivirá un potente y sostenido crecimiento de valor dado que, ante un aumento de la población mundial y una disminución del suministro de alimentos, la demanda va a forzar a una auténtica expansión del sector. Según Naciones Unidas, la producción alimentaria necesita crecer un 50% de cara al año 2050, cuando la población se situará en los 9.700 millones de habitantes.

Esta situación ha llevado a una revalorización constante de los terrenos independientemente de si son productivos o no. Según las cifras del Departamento Nacional de Agricultura el valor del acre (0,4 hectáreas) está en los 5.460 dólares, un 8,1% más que el año pasado, un 33% respecto a 2019 y un alza de más del 100% respecto a 2010. De hecho, las rentabilidades anuales del campo llevan siendo mejores que las de los bonos y Wall Street recurrentemente. Desde 1992 el índice NCREIF Total Return Farmland ofrece una rentabilidad del 10%, en activos que además son poco volátiles.

Desde Crystal Funds destacan, en ese sentido, que los inversores han puesto los ojos en los terrenos por la amenaza de la inflación. A pesar de que es poco conocido, este es uno de los grandes escudos para los inversores. "Es una clase de activos que históricamente tienen una relación directa con el IPC". De hecho, los expertos del National Council of Real Estate Investment, destacan que, al igual que el inmobiliario. las tierras de cultivo tienen una correlación positiva con la inflación de casi el 0,2%. Una opción que, además ofrece a los inversores la posibilidad de cumplir con los criterios ESG.

Este es el motivo por el que los expertos señalan que el campo ha visto su demanda dispararse recientemente. En 2022, el IPC de EEUU se llegó a situar en un 9,1%. Ahora, después de una de las subidas de tipos más frenéticas de la historia de la Reserva Federal, ha podido contener la cifra hasta el 3,1% en enero de este año. Sin embargo, las dudas respecto a unos mercados en un entorno monetario restrictivo y una inflación aún alta, están favoreciendo una incremento del interés por estos activos.

El fondo, además, defiende que la elevada edad de los agricultores de EEUU (57,5 años de medio y un 34% del total con más de 65 años) es una promesa de un cambio de era en el sector en el que, a medida que dejen el campo, se vivirá "un gran cambio de manos de las granjas de EEUU y los terrenos". En ese sentido ven un incremento de la producción por parte de empresas que entren a producir los terrenos que hasta ahora dominen actores más pequeños.

"Es una tendencia que causa preocupación pues elevan los precios de grandes extensiones hasta valores inalcanzables"

En ese sentido, hasta ahora había una competencia más limitada por estos activos, con algunos grandes actores como Bill Gates (posee cerca de 109.000 hectáreas) o UBS (113.000 hectáreas). También otros rostros conocidos se han lanzado al sector primario, como Ted Turner, fundador de la CNN, con 809.370 hectáreas o el dueño del Arsenal, Stan Kroenke, que cuenta con cerca de 558.464 hectáreas. Sin embargo, el hecho de que "un 40% de las granjas de EEUU cambiarán de manos para 2035" permitirá que entren nuevos competidores comerciales que eleven tanto la producción como el valor de los terrenos.

Ante esta tendencia, el debate que arrastra en EEUU el sector agrícola es que una oleada especulativa, tanto nacional como internacional, provoque que cada vez sea más complicado para los pequeños actores del sector primario hacerse con tierras. Desde la patronal del sector (la Unión de Agricultores) lamentaban que "es una tendencia que causa preocupación pues elevan los precios de grandes extensiones hasta valores inalcanzables para empresas independientes o nuevos agricultores". En ese sentido, "el acceso será cada vez más limitado mientras el sector queda dominado por actores corporativos".

Ante este desafío, EEUU está poniendo sobre la mesa medidas para restringir o incluso prohibir la propiedad extranjera de tierras. Sin embargo, aunque también buscarán desincentivar la compra de grandes fondos nacionales limitando las ayudas a la producción, el grueso de las medidas afectarán íntegramente a los no nacionales. En el propio Congreso se ha presentado la Ley de Tierras para agricultores. De momento, la ley no se ha aprobado definitivamente, pero implica que las autoridades de EEUU tienen que revisar las compras de parcelas y darles el visto bueno. Aunque aún no es seguro, las propuestas apuntan a que no puedan comprar ni inversores chinos ni rusos. En cualquier caso, se estima que cualquier comprador extranjero tendrá que pagar una prima del 13,7%.