Bolsa, mercados y cotizaciones

La historia detrás de la divisa emergente más resistente del mundo en los últimos 25 años

  • Solo el franco suizo ha resistido mejor que el baht tailandés ante el dólar
  • La ortodoxia económica del país tras la crisis de 1998 ha sido fundamental
Foto: iStock

Mario Becedas

Toda divisa lleva una historia detrás y la del baht tailandés es particularmente positiva. No solo es que la moneda de Tailandia haya registrado repuntes recientes y se anote interesantes ganancias (un 5% contra el dólar en los últimos tres meses), sino que en el último cuarto de siglo se ha comportado especialmente bien siendo una de las divisas del mundo que mejor ha resistido frente al dólar con permiso del franco suizo. Un hito más que destacable teniendo en cuenta se trata de una divisa emergente. ¿Cuál es el 'secreto' de este éxito?

La mejor forma de hacerse una composición de lugar es viajar al pasado. Así lo hace Ruchit Sharma, jefe de negocios internacionales de Rockefeller Capital Management, en un artículo en el Financial Times en el que recuerda cómo la crisis que vivieron las economías asiáticas en 1998 golpeó especialmente a Tailandia, considerándose Bangkok como la 'zona cero' de la crisis financiera que atravesó la región.

La economía tailandesa se contrajo casi un 20%, las acciones cayeron más de un 60% y el baht perdió más de la mitad de su valor frente al dólar. La implosión del baht desencadenó un colapso en serie de divisas y mercados, con manifestantes en las calles de toda la región y el caos extendiéndose

Para Sharma, aquella caída supuso una especie de catarsis: "Después de 1998, muchas sociedades emergentes se volvieron financieramente conservadoras, sobre todo las más afectadas del sudeste asiático. Los bancos indonesios pasaron de ser antros opacos de amiguismo a modelos de buena gestión. Filipinas y Malasia tomaron medidas para frenar el déficit. Pero en ningún lugar de la región un gobierno se volvió más ortodoxo económicamente que en Tailandia, evitando los excesos que pueden asustar a los extranjeros y hundir las divisas".

Los números de Tailandia hablan casi por sí solos. Desde que la recuperación se abrió paso en Asia con el cambio de milenio, el déficit público de Tailandia se ha situado en una media del 1% del PIB, menos de la mitad de la media de las economías emergentes. Asimismo, su banco central, el Banco de Tailandia (BoT), ha sido ejemplo de mesura, manteniendo los tipos relativamente altos y el crecimiento de la masa monetaria al 7% anual, el tercero más bajo entre las principales economías emergentes.

La recompensa final de esta ortodoxia ha sido una inflación baja, destaca el hombre de Rockefeller. La inflación tailandesa se ha situado en una media ligeramente superior al 2%, la misma que la de EEUU, un hecho insólito para un país emergente. Entre otras economías emergentes, solo China, Taiwán y Arabia Saudí han tenido una inflación más baja que Tailandia desde 1998. La renta per cápita se ha más que duplicado, hasta casi 8.000 dólares, frente a los 3.000 dólares de antes de la crisis de 1998.

La otra enseña que mostrar con orgullo es la evolución de la moneda. El baht ha demostrado una resistencia poco común, manteniendo su valor frente al dólar mejor que cualquier otra divisa del mundo emergente y mejor que todas, salvo el franco suizo, en el mundo desarrollado. Además, destaca Sharma, Tailandia lo ha logrado a pesar de la constante agitación política, incluidas cuatro nuevas constituciones en los últimos 25 años. Retos a los que no ha tenido que sobreponerse una economía como la suiza.

Echando un vistazo a las economías vecinas, el hito se consolida: en Indonesia, donde la crisis de 1998 derrocó al dictador Suharto, la rupia cotiza cerca de 15.500 por dólar, frente a los 2.400 de antes de la crisis de finales del pasado siglo. El baht cotiza a 33 por dólar, no muy por debajo de los 26 de antes de la crisis.

"Antes de la crisis, Tailandia vinculó el baht al dólar, lo que le permitió obtener grandes préstamos en el extranjero y acumular enormes déficits por cuenta corriente. Cuando los extranjeros perdieron la confianza en Tailandia, el gobierno se vio obligado a abandonar la vinculación y permitir que el baht flotara libremente. El baht se desplomó, pero recuperó sus pérdidas y se convirtió en una de las monedas menos volátiles", repasa Sharma.

Los constantes ingresos extranjeros han ayudado en esta progresión. Tailandia sigue siendo una de las economías emergentes más abiertas. El comercio ha pasado del 80% del PIB en 1998 a más del 110% en la actualidad. Los déficits exteriores que presagiaban el desplome dieron paso a superávits, ya que Tailandia aprovechó sus puntos fuertes en el turismo y la industria manufacturera, que genera una cuarta parte del PIB. El éxito de centros turísticos como Phuket y Koh Samui es la constatación palmaria de que el turismo ha duplicado con creces su porcentaje del PIB, hasta el 12%, convirtiéndose en una fuente de divisas fundamental. En lo tocante a la industria, sectores como las piezas de vehículos eléctricos están atrayendo fuertes inversiones extranjeras.

Las perspectivas, por el momento, siguen siendo esperanzadoras. Desde la Administración del país se prevé que la segunda mayor economía del sudeste asiático supere la ralentización mundial y registre la mayor tasa de crecimiento en cinco años, al beneficiarse de un repunte del consumo local y de la afluencia de turistas extranjeros. El primer ministro Prayuth Chan-Ocha espera que la economía tailandesa crezca un 4% este año, la mayor tasa de crecimiento desde 2018. Las previsiones de Bank of America pasan por un 3,6% este año y un 3,4% en 2024.

Esto ha ayudado al gobierno a superar su objetivo de recaudación de ingresos en el primer trimestre, una tendencia que, según los funcionarios, se mantendrá durante el resto del año. La recaudación de ingresos aumentó alrededor de un 19% en los tres meses hasta diciembre, lo que llevó a la oficina de la deuda a recortar la financiación del déficit en un 28% hasta 221.000 millones de baht durante el periodo, según recoge Bloomberg. Pese a todo, parece improbable que la proporción de la deuda pública tailandesa con respecto al PIB descienda por debajo del 60% en los próximos cinco años, debido a los 1,5 billones de baht prestados para hacer frente a las consecuencias del covid.

Para los analistas, el clima seguirá siendo positivo. "Nuestra opinión sobre el baht es ahora más optimista, ya que esperamos que Tailandia se beneficie fuertemente de la reapertura de China, especialmente el sector turístico, que representa más del 10% del PIB tailandés y una quinta parte del empleo total. El regreso de los turistas chinos impulsará las reservas de divisas y apoyará al baht", comenta Regis Chatellier, director de estrategia para mercados emergentes de Oxford Economics.

"Las recientes fuertes subidas del baht tailandés frente al dólar estadounidense han atenuado las presiones sobre los precios de importación y las subidas de precios secuenciales se han ralentizado bruscamente. La bajada de los precios del petróleo y las mejores perspectivas del turismo también alivian las presiones externas sobre el banco central para que siga subiendo los tipos", destaca desde la misma casa de análisis Sung Eun Jung, economista sénior.

Los analistas de Oxford creen que el banco central podría dejar los tipos en el 1,5% aprobado en la última reunión de enero (durante gran parte de la pandemia los tipos se situaron en el 0,5%) más allá de las presiones inflacionarias presentes en todo el globo y que también impactan en el país (un IPC en torno al 5% tras haber rebasado el 7% varios meses de 2022).

Respecto al sector inmobiliario, cuya capitulación se evidencia en multitud de economías del mundo, Arup Raha, estratega para Asia de Oxford subraya que el mercado inmobiliario local ha resistido bastante bien el impacto de covid en el crecimiento, "lo que probablemente indica unas valoraciones moderadas". Sin embargo, con el tipo de interés oficial en un máximo del 1,5% y los rendimientos de los bonos a largo plazo llamados a suavizarse, "lo peor de las presiones macroeconómicas debería quedar atrás para el mercado inmobiliario tailandés", remacha.

Elecciones en el horizonte

Por supuesto, la citada agitación política puede influir. Las elecciones generales de Tailandia no se celebran hasta el 7 de mayo, pero los principales partidos y candidatos ya están en modo de lucha electoral. El primer ministro Prayut Chan-o-cha (antiguo general que se hizo con el poder en el golpe militar de 2014) confirmó recientemente su intención de presentarse a otro mandato.

"El partido de Prayut, el recién formado Partido de la Nación Unida Tailandesa, se encuentra actualmente muy por detrás en las encuestas, que encabeza Pheu Thai (partido con fuertes vínculos con el ex primer ministro en el exilio, Thaksin Shinawatra). El programa de Pheu Thai incluye reformas populistas, como la casi duplicación del salario mínimo. Esto podría tener efectos secundarios que alimenten una inflación por encima del objetivo", reseña Gareth Leather, analista sénior para Asia de Capital Economics.

La gran pregunta para el analista es los militares permitirán que se mantenga el resultado: "Manipuló los resultados de las elecciones de 2019 para asegurarse de que Prayut pudiera seguir como primer ministro. La incertidumbre política seguirá repercutiendo negativamente en la confianza de las empresas y los inversores, dañando las esperanzas de una mejora sostenida de los resultados económicos".