Bolsa, mercados y cotizaciones
Cómo hacerse millonario a lo largo del tiempo en el mercado
Nadia Gharbi, Jacques Henry
Aunque las caídas de los mercados pueden ser aterradoras y estresantes, hay que tener en cuenta la capacidad de las acciones para recuperarse tras una liquidación masiva. El impacto, suavizado a lo largo del tiempo, tiende a disiparse. De hecho, dada la dificultad de acertar el momento de inversión o desinversión, un horizonte temporal de largo plazo puede ser su mejor amigo. Junto con un buen consejo, puede marcar una gran diferencia para su riqueza.
Así, la rentabilidad media anualizada (geométrica) de las acciones y bonos suizos en moneda local entre 1926 y 2021 ha sido 8% y 4,1% en términos nominales. Descontando la inflación, 5,9 % y 2,2 %. El último cuarto de siglo, a pesar de importantes cambios macroeconómicos y de mercado, los resultados son similares.
Es la magia de la capitalización. 1.000 francos suizos invertidos a finales de 1925 en el índice de acciones que elabora Pictet, con estrategia de 'comprar y mantener' (reinvirtiendo los dividendos año tras año) habrían crecido hasta 1,57 millones después de 96 años. Por supuesto, debemos tener en cuenta los costes (corretaje, reequilibrio de la cartera). Aunque probablemente eran mayores en 1926, podemos deducir 0,5% por año. Esto nos da casi un millón de francos suizos en 2021. Ilustra que la paciencia es una virtud.
Las cosas son diferentes para los bonos. Los bonos suizos muestran en esos 96 años una volatilidad del 3,6% en comparación con 20% de las acciones suizas, con caída de máximos a mínimos del 4% frente a 34% de las acciones. La rentabilidad de los bonos ha sido aproximadamente la mitad que la de las acciones, en promedio 4,1% desde 1926 frente a 8% de las acciones.
Pero un inversor desafortunado, con horizonte temporal de cinco años, habría tenido una rentabilidad total negativa en acciones suizas 14 veces en esos 96 años, vinculado a tres eventos: colapso de Wall Street en 1929, estallido de la burbuja puntocom en 2000-2001 y Gran Crisis Financiera Mundial en 2008. Los inversores que tuvieron la desgracia de invertir en el mercado de valores suizo a principios de 2008 obtuvieron una rentabilidad anual promedio de menos 1,9% en cinco años. Pero si no hubieran vendido, habrían obtenido 6,4% para finales de 2021 (incluyendo la caída del 34% de 2008). Por su parte, los inversores con horizonte temporal de diez años habrían sufrido una rentabilidad negativa en tres períodos, pero todos ellos vinculados a la crisis de 1929. Nadie que hubiera invertido en acciones suizas durante 13 años habría experimentado pérdidas en ningún periodo desde 1926.
Más recientemente, todas las inversiones iniciadas en cualquier año desde 2006 (con excepción de 2007 o 2008) y mantenidas hasta finales de 2021 habrían registrado rentabilidad anualizada por encima de la media de largo plazo de 8%, incluso de doble dígito, pues hemos estado en un mercado de renta variable alcista desde el final de la Gran Crisis Financiera Mundial. Un factor clave ha sido la desinflación y un régimen de tipos de interés decrecientes. Ahora, la pregunta es si los factores inflacionarios dominarán a los desinflacionarios los próximos años y a largo plazo, teniendo en cuenta el previsible coste de la transición verde y algún retroceso en la globalización, hasta ahora deflacionaria. Pero está por ver que la pandemia haya podido provocar un cambio de régimen hacia inflación.
El caso es que un horizonte de inversión a largo plazo y suficiente tolerancia al riesgo justifican una significativa asignación a renta variable. Con ello los inversores, que no pueden determinar el momento del mercado, si pueden aumentar la resistencia de su cartera.
Más aún, nuestra experiencia con inversores privados y oficinas de familia sugiere que el mayor riesgo radica en reducir drásticamente un supuesto riesgo, vendiendo, porque la rentabilidad a corto plazo no está en línea con su tolerancia al riesgo, de manera que se pierde el posterior repunte. La pandemia Covid-19 es, de nuevo, ilustrativa: vender acciones en marzo de 2020 implicó perder la fuerte recuperación que le siguió. Así que reiteramos el consejo: los inversores deben hacer un esfuerzo por mantener una estrategia de inversión a largo plazo, sólida y sostenible y pensar cuidadosamente cómo implantarla. Con demasiada frecuencia, esta pregunta, de vital importancia, pasa a un segundo plano frente a otras consideraciones.