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Los tipos bajos siguen alimentando la 'batalla' por comprar casas en EEUU: los precios se disparan un 17%

  • Algunas ciudades se plantean convertir oficinas vacías en viviendas
Casas en construcción en Tampa, Florida. Foto: Reuters

Víctor Ventura

Casas que se compran sin que los interesados vayan a visitarla, no sea que alguien se la lleve antes. Pujas al alza que acaban subiendo el precio de un piso en 50.000 dólares o más frente a la oferta inicial del vendedor. La vivienda está enloquecida en EEUU y sigue batiendo récords. Los precios subieron un 17% en mayo, según los datos publicados hoy, la mayor subida desde 1988, y marca ya 13 meses de subidas ininterrumpidas.

Esta locura es un efecto secundario de la avalancha de liquidez provocada por los tipos bajos de la Fed, la acumulación de ahorros a la que llevaron los paquetes de estímulos y los confinamientos, y el cambio de los patrones de vida y trabajo de muchas personas, que quieren aprovechar el teletrabajo para cambiar su residencia. Un cóctel explosivo que lleva un año registrando datos dignos de la burbuja inmobiliaria de la década de los 2000. Con una diferencia: los programas gubernamentales y las medidas de protección a inquilinos han llevado las ejecuciones hipotecarias y desahucios a cifras anecdóticas, y los impagos, que rondan el 6%, están más cerca de los niveles habituales (sobre el 4%) que del 10% que tocaron durante la crisis financiera de 2008, según los datos de la Asociación de Bancos Hipotecarios de EEUU y Bloomberg.

Las cifras publicadas este martes son sorprendentes. El índice S&P CoreLogic Case-Shiller de precios de vivienda subió un 16,4% interanual, en máximos de 1988, mientras que el índice de las 20 mayores ciudades se disparó un 17%, un récord desde 2004. Lo más sorprendente es que las grandes ciudades que se podían vaciar por la marcha de empleados que quieran teletrabajar lejos de los atascos siguen recibiendo más habitantes, y sus precios siguen disparados: en San Diego subieron un 24,7%; en Seattle, un 23,4%.

Uno de los motivos que están impulsando este mercado alcista es, en parte, la caída de las ventas de casas de nueva construcción. En junio se vendieron solo 56.000 viviendas nuevas, la menor cifra desde abril de 2020, con un precio medio de 360.000 dólares, un 6% más que un año antes. La falta de obra nueva está empujando a los compradores a sobrepujar por la vivienda de segunda mano: en ese mes solo se completaron 36.000 casas, y ya son cuatro meses con las obras terminadas en mínimos históricos.

Precisamente, uno de las grandes problemas que ciudades como Nueva York o Chicago están enfrentando tras la pandemia es un exceso de oficinas vacías y, a la vez, falta de pisos para personas. El modelo urbanístico estadounidense, que apuesta por dejar el centro de las ciudades para el trabajo y mandar a las personas al extrarradio a vivir, está provocando grandes problemas en este año: los centros de las ciudades están medio vacíos, con la pérdida de puestos de trabajo e ingresos impositivos que eso supone, y los precios de las viviendas de las afueras siguen subiendo.

El candidato demócrata para ser el próximo alcalde de Nueva York, Eric Adams, favorito aplastante de cara a las elecciones de noviembre, ya ha puesto sobre la mesa la posibilidad de convertir parte de las oficinas y hoteles sobrantes en la Gran Manzana en viviendas. Para ello, habrá que modificar las leyes urbanísticas, pero esta es una de las mayores oportunidades que tendrán para conseguir este cambio.

De todas formas, la gran pregunta que está sobre la mesa es qué pasará cuando la Fed retire la barra libre de liquidez y venzan las leyes que protegen a compradores e inquilinos ante desahucios mientras dure la crisis sanitaria. Los expertos creen que el mercado ahora está mucho más sano que hace década y media, pero la resaca de las pujas al alza por comprar cualquier casa antes de que se la lleve otro puede cobrarse muchas víctimas entre los que no hayan sido capaces de hacer cálculos a largo plazo correctamente.