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El ESG será la Reforma Luterana de la inversión

    Estatua de Martín Lutero. Foto: Pixabay

    Joaquín Gómez

    Me da por pensar que el ESG será a la inversión como la Reforma de Lutero al catolicismo. No se me ha ido la olla. Al menos, creo que no del todo. Dicen los que saben de esto que en una década un tercio de toda la inversión mundial, incluyendo renta fija y renta variable, será ESG. El porcentaje es discutible. Lo que ya no es tanto es que se trata de la mayor tendencia en el mundo de la inversión.

    Pienso que el ESG es la Reforma Protestante de la Inversión porque como ocurrió con Lutero sirvió para dividir la tarta en dos mitades mientras una parte no se enteraba. Al igual que el Vaticano despreció que Lutero se fuese escopeteado a la iglesia de Wittenberg para colgar sus 95 tesis con las que cuestionaba a la Iglesia Romana, hay una parte del mercado en la que no cala que el ESG es uno de las mejores mediciones de la calidad y excelencia en una empresa.

    Lutero denunciaba la corrupción de la curia vendiendo indulgencias plenarias para comprar en vida un salvoconducto con el que evitar el infierno, mientras tanto Roma pensaba que era la queja de un exaltado que con el tiempo se acallaría. Pero los corruptos de púrpura cardenalicia despreciaban que la imprenta había llegado para extender las 95 tesis de Lutero. Casi como epitafio Lutero escribió "vivo fui tu peste, Papa; muerto seré tu muerte", y le partió el chiringuito en dos al catolicismo.

    Como en el catolicismo vaticano, en el que había una curia corrupta y otra piadosa y bondadosa, la industria de la inversión que no se transforma en ESG va a quedar retratada por información y comparación, como sucedió con Lutero y la imprenta.

    Aunque el pecado de una parte de esta industria actual son los costes frente a un producto poco eficiente, será la ineficacia de los malos lo que les delatará. Estos venden indulgencias de inversión a precios indecentes respecto a lo que hacen. Pero será la rentabilidad sostenible en el tiempo la que no se podrá ocultar al partícipe y le despierte de la pesadilla de invertir a largo plazo para ganar muy poco.

    El acrónimo del ESG va a limpiar conciencias medioambientales, sociales y de buen gobierno, pero sobre todo va obligar en el mundo de la inversión a hacer las cosas mejor, evidenciando lo que por selección natural debería desaparecer y el rodillo de la comercialización permite que permanezca en el cartel de los escaparates.

    Esta semana hemos celebrado un interesante debate sobre el ahorro de largo plazo en elEconomista en el que defendí que el objetivo debe ser cada década duplicar capital. Si se consigue tener 100.000 euros a los 40 años, a los 70 deberían alcanzarse los 800.000. La clave son productos de inversión aceptables y la fórmula destrozar lo que hacemos ahora para ahorrar: quitando a los ingresos el gasto. La fórmula correcta es poner al ahorro una cantidad, restarla de los ingresos, y lo que queda debe ser el gasto.