Bolsa, mercados y cotizaciones
Bin Salmán se queda con el 'depósito' medio vacío para su gran reforma
- El Covid-19 se lleva un 55% del beneficio de la petrolera entre 2018 y 2020.
- La firma valora recortar el dividendo o nuevas desinversiones
Víctor Blanco Moro
La pandemia de Covid-19 ha acelerado la necesidad de Arabia Saudí de reducir su dependencia del petróleo. Mohamed Bin Salmán, principe heredero a la corona del reino, el hombre que dirige al principal productor de petróleo del planeta, ideó un plan que anunció en 2016, Vision 2030, para dejar de vivir del crudo en 2030, un proyecto de largo plazo que se ha visto afectado por la irrupción del virus y ha forzado al dirigente a apretar el pie en el acelerador.
Antes de la pandemia Arabia Saudí ya había decidido que el petróleo no fuese su gran fuente de ingresos para el futuro, ante la caída de la demanda que estaba proyectando el país y su sustitución por otras fuentes de energía más limpias. La llegada del Covid ha desembocado en una caída del 55% entre 2018 y 2020 del beneficio neto de Aramco, la empresa pública de Arabia dedicada a la producción de petróleo, que ha visto cómo la demanda mundial de oro negro se hundía por los confinamientos en todo el mundo.
Aramco recorta dividendo
Con este panorama sobre la mesa, Bin Salmán se está viendo obligado a actuar. Las últimas noticias sobre los nuevos planes del príncipe saudí se han conocido durante este mes de abril. Una de las medidas que ha adoptado el dirigente es recortar el dividendo que reparten las empresas estatales de Arabia. Aramco es un ejemplo, como también lo es Sabic, empresa química que se encuentra en los activos estratégicos más importantes para el país. La idea de Bin Salmán es que estas grandes corporaciones árabes utilicen el payout que van a recortar para invertir el dinero de forma local, según explican desde Bloomberg, un gasto que se destinará a nuevas infraestructuras e inversión en tecnología.
Este cambio en el proyecto, sin embargo, tiene riesgos asociados que ya están destacando algunos analistas. El primero de ellos es que se reducirán los ingresos del Estado saudí por la caída del payout; al fin y al cabo, es un cambio de cromos entre el mismo dueño. Solo el gasto en salario y pensiones supone más de 130.000 millones de dólares, la mitad del gasto público de todo el país, y se compensaba enormemente con el dividendo de Aramco, propiedad al 98% del Estado, y que reparte un dividendo de 75.000 millones de dólares, el más grande del planeta.
El recorte del dividendo no es el único proyecto que está valorando Bin Salmán en este momento para Aramco y la economía saudí. La semana pasada, Bloomberg publicó que la petrolera está llevando a cabo un análisis de sus activos, con la intención de poder colocar algo en el mercado, dando entrada a inversores extranjeros en los activos de petróleo y gas del país. Hay que recordar que, aunque Aramco ya sacó a bolsa en diciembre de 2019, solo se colocó un 1,5% del capital en la bolsa saudí, y de esa porción apenas un 23% acabó en manos de inversores extranjeros, según destacó en 2019 Wassim al-Khatib, responsable de inversiones del banco saudí National Commercial Bank.
Ahora, Aramco estaría poniéndose en contacto con posibles inversores, según filtraron a la agencia fuentes internas de la compañía, para intentar vender algunos de estos activos y poder disponer de estos fondos en el corto plazo. Cualquier acuerdo está todavía por cerrar, y no son estas ventas las únicas posibilidades que se manejan: el gigante del petróleo también estaría estudiando vender participaciones en las operaciones de algunos campos en concreto, u otras alternativas como crear una joint venture con otras empresas del sector.
El proyecto de Bin Salmán
Bin Salmán es una figura que representa, para algunos, un cambio necesario y positivo para Arabia Saudí, al haber acometido algunas reformas sociales importantes en el reino, como la restricción de los poderes de la policía religiosa del país, o el final de la prohibición que impedía conducir a las mujeres, o un acelerón de la incorporación de estas al mundo laboral. Sin embargo, su mandato también ha tenido una parte muy oscura, como el asesinato del periodista Jamal Khasoggi en 2018 en el consulado saudí de Estambul, que le supuso una crisis diplomática internacional.
Bin Salmán es el hijo mayor del actual rey, Salmán bin Abdulaziz, con su tercera esposa. Conocido en Arabia Saudí como MBS, es millennial, ya que nació en 1985 en Yeda, la segunda ciudad más grande de Arabia. Estudió el grado de derecho en la Universidad Rey Saud del país, al contrario que otros miembros de la casa real, que cursaron estudios en universidades occidentales.
Después de trabajar un tiempo en el sector privado, se involucró en política con 24 años, como asesor de su padre, quien entonces gobernaba la provincia de Riad. Con el tiempo fue creciendo políticamente hasta que en el año 2014 fue nombrado ministro del Estado. Tras pasar por varios cargos, en 2017 fue nombrado oficialmente príncipe heredero.