Debe subir un 14% para tocar su nivel más alto en el lustro, pero su primer objetivo es el 11.184Bankia y ArcelorMittal son los únicos valores del índice que arrastran pérdidas en este periodoUnos días atrás, el comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici, recomendó cerrar el procedimiento de déficit excesivo para Grecia después de que el país heleno acabase el ejercicio anterior con un superávit del 0,70 por ciento. Sin embargo, hace apenas un lustro, los mercados europeos se tambaleaban ante la idea del colapso de una zona euro que ya sumaba más de 13 años de unión a sus espaldas. Las preocupaciones no eran infundadas, tres países ya habían solicitado un rescate (Grecia, Portugal e Irlanda) y el contagio llegaba a dos de los países más importantes de Europa: Italia y España. El futuro del euro estaba en juego. En nuestro país, el caldo de cultivo que llevaría al Ibex 35 a mínimos el 24 de julio de 2012, llevaba tiempo gestándose. Y solo un mes antes, el ministro de Economía Luis de Guindos anunció un rescate bancario de 100.000 millones de euros a cargo de los fondos europeos. Además, la agencia de calificación Moody´s seguía arremetiendo contra la deuda de algunos países, incluido Alemania, e incluso rebajó la calificación del Fondo Europeo de Estabilidad. En este contexto, con un Mario Draghi, entonces ya presidente del BCE, pero que aún no había tomado las riendas de la recuperación económica en Europa, el Tesoro español se enfrentaba a intereses desorbitados por colocar la deuda pública. En el mercado secundario, el interés del bono a 10 años se disparó a un inédito 7,6 por ciento. El entorno macroeconómico no ayudaba. Tras la primera recesión provocada por el impacto de las hipotecas subprime en 2008, la segunda contracción de la economía, ante la pérdida de confianza en la cada vez más alta deuda pública y a la tardía respuesta del BCE -cuyo ex presidente Jean-Claude Trichet llegó incluso a subir los tipos de interés oficiales por miedo a la inflación- llevó a España a un déficit de alrededor del 11 por ciento. Fue cuestión de tiempo que este pesimismo arrastrase a la bolsa española a sus mínimos de 15 años: los 5.956 puntos. Hoy se cumplen cinco años desde esa fatídica fecha y mucho ha cambiado desde entonces. El Ibex 35 ha recuperado un 75 por ciento de su valor, hasta los 10.426,6 puntos, y ya solo dista un 14 por ciento para alcanzar los máximos de estos cinco años. Esa cima la conquistó en abril de 2015, cuando el Ibex alcanzó los 11.866 puntos. Su primer objetivo ahora es alcanzar la resistencia que se impuso tras la victoria de Emmanuel Macron en mayo de este año, los 11.184 puntos. Para lograrlo, tendría que auparse un 7,3 por ciento. La respuesta del BCE La misma semana en la que el Ibex marcó mínimos, los mercados dieron un giro de 180 grados, teniendo como primordial protagonista a un Banco Central Europeo dispuesto a cambiar el futuro de Europa. Dos días después del descenso del Ibex a mínimos de la crisis, el 26 de julio de 2012, Mario Draghi apareció ante los inversores en Londres y les trasladó un mensaje de tranquilidad con la que se ha convertido en su frase más célebre: "Durante nuestro mandato, el BCE está preparado para hacer lo que sea necesario para preservar el euro. Y créanme, será suficiente". Su anuncio de que el BCE intervendría más allá de los instrumentos empleados hasta entonces marcó un punto de inflexión en la zona euro. Inmediatamente, la prima de riesgo empezó a decaer y en el mes siguiente había descendido casi 200 puntos. Al mismo tiempo, el Ibex comenzó a repuntar. Este cambio en el discurso oficial vino acompañado del diseño de varios programas de estímulo, como el OMT, que condujo más tarde al actual programa de compra de bonos soberanos y corporativos, el QE -mucho mayor de lo que esperaban los inversores en un inicio-. A diferencia de los países de la periferia de Europa, más afectados por la crisis de deuda, las palabras de Draghi no tuvieron el mismo efecto sanador en países como Francia y Alemania, precisamente porque sus mínimos tuvieron lugar en tiempos distintos. El Cac 40 registró mínimos históricos durante la crisis en marzo de 2009, cuando se desplomó hasta los 2.807 puntos. Cayó de nuevo a mínimos en junio de 2012, un mes antes del desastre español. El Dax alemán marcó su peor resultado de la historia reciente también en marzo de 2009, cuando bajó a mínimos absolutos de 4.084,76 puntos. En septiembre de 2011, registró de nuevo mínimos, esta vez llegando hasta los 5.502 puntos -su resultado más nefasto durante los últimos cinco años-. Estos dos índices europeos compartieron bajadas importantes en las jornadas previas al discurso de Draghi, cuando la tensión se palpaba en el Viejo Continente por una prima de deuda desbocada. Entre el 19 y el 24 de julio de 2012, París cayó un 5,89 por ciento y Fráncfort retrocedió un 5,44 por ciento. Pero entre los selectivos más afectados, al igual que el Ibex, estuvo el Mib italiano. En cuatro meses, desde marzo a julio de 2012, se desplomó casi un 28 por ciento, y sólo en los cinco días que precedieron al fatídico 24 de julio, perdió un 9,5 por ciento -también su día de mínimos históricos-. Entradas y salidas en el Ibex La revalorización del selectivo español en torno al 75 por ciento en el último lustro ha ido de la mano de un encarecimiento del índice. El Ibex cotiza estos días con un PER estimado para 12 meses -número de veces que el beneficio está recogido en la acción- de 14,5 veces. En julio de 2012, era de 10 veces. Si se incluyen los dividendos, el Ibex ha cosechado unas ganancias del 115,7 por ciento desde el 24 de julio. Si comparásemos una fotografía del índice español de 2012 y otra de 2017, apreciaríamos la ausencia de compañías como FCC, OHL y Sacyr en la actualidad. Las constructoras han perdido peso en el Ibex y, curiosamente, las inmobiliarias, representadas por Merlin y Colonial, han recuperado presencia. Aunque la banca sigue teniendo el mismo peso en el selectivo -al margen de la desaparición de Banco Popular-, ha sido uno de los sectores directamente implicados en las decisiones de la política monetaria al repercutir en su nivel de ingresos -los tipos oficiales han pasado del 1 al 0 por ciento en estos cinco años-. Bankia, nacionalizada dos meses antes de que el Ibex marcara mínimos, se ha dejado hasta un 86 por ciento de su valor después de todos los escándalos de corrupción que han sacudido a la entidad hoy presidida por José Ignacio Goirigolzarri. En el lado opuesto, Bankinter ha obtenido la medalla de oro al ser la entidad más alcista en los últimos cinco años con una revalorización del 500 por ciento, impulsada por la ausencia de activos inmobiliarios en su balance. Bankinter ha sido el segundo valor más alcista de este último quinquenio, pero el que más se ha disparado desde aquel 24 de julio es Gamesa. El fabricante de turbinas eólicas se ha revalorizado un espectacular 1.951 por ciento, aunque su caída en 2008 también fue majestuosa. Por otro lado, además de los números rojos de Bankia en bolsa en este periodo, ArcelorMittal ha retrocedido un 19 por ciento a causa de la caída de precios en el mercado de las materias primas. Si el discurso intervencionista de Mario Draghi y sus medidas de estímulo implementadas a partir de julio de 2012 levantaron las bolsas europeas y llevaron a las primas de riesgo a niveles más asumibles, ¿qué ocurriría ahora que el Banco Central Europeo planea anunciar un cambio de ruta en otoño? Los analistas consultados valoran como algo positivo el precedente sentado por la retirada de estímulos llevada a cabo por la Fed en EEUU, donde Wall Street ha seguido al alza. No obstante, según la última encuesta de BofA Merrill Lynch, una de las grandes preocupaciones de los gestores es que tanto el BCE como la Fed se equivoquen en el camino de normalizar sus políticas monetarias.