La leyenda de una industria indomable: Hollywood tiene una larga historia de resistencia
- El fin del 'studio system' y auge de la televisión golpearon al sector en los cincuenta y sesenta
- La industria decidió entonces confiar su futuro a cineastas jóvenes y producciones baratas
- El Nuevo Hollywood dio lugar al cine de grandes taquillazos y salas llenas
Javier Fernández Sánchez
Hollywood está atravesando una de las mayores crisis de su historia. El auge del streaming al calor de Netflix ha menguado las dos patas sobre las que se sostenían los estudios de la gran pantalla: ha vaciado las salas de cine y se ha llevado al público de la televisión por cable. Todo ello en una crisis del entretenimiento agravada por la pandemia, así como por el auge de nuevos rivales en este ámbito, pues al streaming se le suman las plataformas como TikTok y YouTube, las cuales captan a las nuevas generaciones. Sin embargo, no es la primera vez que Hollywood se encuentra contra las cuerdas. La industria tiene experiencia en superar obstáculos, por lo que, pese a estar dañada, parece que aún tiene fuerzas para continuar, como Paul Newman en la Leyenda del Indomable.
Hasta entonces, la industria había mostrado un gran vigor. Desde sus orígenes, absorbiendo las fuerzas productivas que abandonaron Europa durante la Primera Guerra Mundial, Hollywood supo hacerse camino hasta constituirse en la industria dominante, desbancando a la del Viejo Continente. El advenimiento del cine sonoro a finales de los años veinte impulsó a los grandes estudios, llevando al sector a un nuevo nivel en el que no estaban los actores 'mudos', incapaces de adaptarse al cambio.
Aquí comenzó la edad dorada de Hollywood, al calor de la cual surgieron cinco grandes estudios (Metro-Goldwyn-Mayer, Paramount, Warner Bros, RKO y 20th Century Fox), conocidos como 'Big Five' los cuales establecieron un oligopolio denominado 'studio system', mediante el cual controlaban la producción y la distribución de las películas. Se basaba en dos elementos: la existencia de contratos a muy largo plazo que ligaban a los actores y directores con un único estudio y la propiedad de las salas de cine por parte de esos mismos estudios.
El juicio a Paramount y la crisis
Sin embargo, aquello constituía una práctica ilegal que terminó en 1948, con el juicio EEUU vs Paramount, el cual dictaminó que las empresas productoras de películas no podían ser las propietarias de las salas de cine. Ello minaba la posición de los estudios independientes, como los 'Little Three' formados por Universal Pictures, Columbia Pictures y United Artists. Aquella decisión cambió la industria, cuya transformación fue sacudida por el surgimiento de la televisión. Este auge de la pequeña pantalla comenzó a estrechar el margen de la grande a lo largo de los años cincuenta y principios de los sesenta.
Paralelamente, las autoridades impidieron a los estudios adquirir participaciones en los canales de televisión para evitar una concentración excesiva en ese mercado. Numerosos estudios independientes cerraron en aquellos años, y los grandes optaron por producir programas para la pequeña pantalla. Sin embargo, el cine estaba en horas bajas. El libro de estilo fundamentado en argumentos y formatos tradicionales no atraía al público y el enorme gasto en los rodajes no se traducía en ventas en las taquillas.
El Nuevo Hollywood de los años 70
Es en este contexto en el que, a mediados de los sesenta, los estudios dan el visto bueno a proyectos alternativos y de bajo presupuesto, como Easy Rider, cinta que se financió con 400.000 dólares y obtuvo más de 41 millones en las taquillas estadounidense. Aquel viaje de moteros se convirtió en una referencia de la contracultura del momento, sintetizando las bases del Nuevo Hollywood, el cual recibió el impulso de directores como Martin Scorsese, Francis Ford Coppola, William Friedkin, Steven Spielberg y George Lucas.
En un contexto en el que la industria necesitaba claramente un volantazo, Paramount ejemplificó el cambio de ruta con bajo la dirección de Robert Evans y Peter Bart a finales de los sesenta. La dupla trazó una nueva estrategia basada, entre otras cosas, en la adquisición de los derechos de novelas interesantes con el objetivo de que fueran adaptadas a la gran pantalla por jóvenes directores. Así fue como Paramount, que estaba en horas bajas, recuperó su prestigio gracias al impulso de cintas como El Padrino, La Semilla del Diablo y Love Story.
La industria reflotaba, y el viento de estos nuevos directores la envió a otros puertos. Películas como Tiburón y Star Wars marcaron la nueva senda de Hollywood, basada en la producción de taquillazos, abandonando el foco crítico de la sociedad estadounidense, así como los elementos provocativos como las drogas y el sexo. Los ochenta fueron la década de Alien, Regreso al Futuro y Rambo, películas galvanizaron la nueva era de la gran pantalla construida a base de blockbusters y merchandising.
Así, el Nuevo Hollywood calentó la industria del cine hasta el punto de cocción comercial masiva. Después surgieron muchos movimientos estilísticos en la gran pantalla, pero los taquillazos se convirtieron en la base de la industria, una fórmula que Disney llevó al extremo en el siglo XXI, mediante el género de superhéroes. Sin embargo, esas pautas ya no sirven en el contexto actual. Reflejo de estos cambios es la desaparición del 'Big Five' de la edad dorada hollywoodiense.
Regreso al futuro
RKO Pictures fue la primera en caer. La icónica productora fue la casa de Fred Astaire, Ginger Rogers, Katharine Hepburn y Cary Grant. Produjo algunas de las obras maestras de Orson Welles, como Ciudadano Kane, y distribuyó las películas de un tal Walt Disney. Y, por supuesto, fue el juguete del multimillonario Howard Hughes. RKO Pictures languideció durante varias décadas. Primeros vendieron los estudios a Paramount. Su marca perduró hasta la década de los ochenta por su importancia como emisora de radio y televisión.
Más adelante, Metro Goldwyn Mayer, la emblemática productora del león, cambió de manos en el presente siglo, pasando de Sony y Comcast en 2005 a Amazon en 2021. Por su parte, una debilitada Warner Bros adquirió Discovery en 2022 con el objetivo de apuntalar su posición, especialmente en el streaming.
La firma de Bugs Bunny también estudió una fusión con Paramount, compañía que actualmente se encuentra en conversaciones para una posible venta a Skydance o Sony. Además, 20th Century Fox cambió su nombre al siglo XXI, y en 2019 fue absorbida por Disney. De hecho, la compañía de Mickey Mouse forma, junto con Warner Bros, Paramount, Sony y Universal Pictures (propiedad de Comcast), el nuevo Big Five, actualmente debilitado.
Los daños causados por los intentos fallidos de competir con Netflix han llevado a Hollywood a cerrar el grifo del contenido. La idea es centrarse más en la calidad, aunque los elevados costes de producción pueden generar una prudencia excesiva que descarte proyectos ambiciosos. Por otro lado, compañías como Disney y Warner han decidido aliarse para competir en mejores condiciones con Netflix. Esta cooperación entre estudios, acompañada de una programación de calidad superior a la del streaming, podría incluso dar una nueva oportunidad a la televisión por cable. Ello revitalizaría la vieja pata de negocio de Hollywood, el cual podría estar en mejores condiciones para atraer al público a las salas de cine.