Ecoley
España, "campeona" del empleo temporal en Europa
- Junto con Portugal y Polonia, la economía española es líder en precariedad
- La OIT alerta del ascenso de las 'formas atípicas' de empleo en todo el mundo
Pedro del Rosal
La precariedad, especialmente en lo relativo a la alta proporción de empleos de carácter temporal, es un problema endémico del mercado laboral español que, según denuncia la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se está extendiendo y agravando en el resto de países industrializados, incluso en sectores u ocupaciones en las que tradicionalmente no había presencia de contratación precaria.
El informe El empleo atípico en el mundo: Retos y perspectivas recoge los resultados de una amplia gama de estudios sobre los aspectos económicos y jurídicos de las formas atípicas de empleo, así como sus consecuencias para las empresas y en la seguridad y la salud del trabajo.
España vuelve a salir mal parada en los indicadores que tienen que ver con la contratación por tiempo determinado. Así, la OIT incluye a nuestro país entre los "campeones del empleo temporal" de Europa, junto con Polonia y Portugal.
Empleo típico vs. empleo atípico
El informe define como una relación de trabajo típica aquella que se desarrolla de forma continua, a tiempo completo y que se inscribe en una relación subordinada y directa entre empleador y empleado.
Frente a ella, aparecen las formas de empleo atípicas; es decir: el empleo de carácter temporal; el empleo a tiempo parcial; el trabajo temporal a través de agencia y otras modalidades multipartidas -en la que no existe relación directa ni subordinada con el usuario final-; o las relaciones de trabajo encubiertas y empleos por cuenta propia económicamente dependientes -no existe una relación de trabajo-.
En términos generales, la OIT detecta una "transición" del empleo típico al atípico y un incremento del mismo en los países industrializados -en los países en desarrollo, las formas atípicas siempre han representado un alto porcentaje de la fuerza de trabajo-. Asimismo, se está produciendo un incremento del empleo precario en sectores o empleos en los que tradicionalmente predominaba el estable.
Esta deriva, según subrayan los autores, además de generar inseguridad al trabajador, tienen otras consecuencias "importantes e infravaloradas por las empresas", como la pérdida de capacidad de gestión de su personal. Asimismo, provoca efectos negativos sobre el conjunto de la economía: escasa inversión en innovación, desaceleración del crecimiento de la productividad, riesgos para la sostenibilidad de los sistemas de seguridad social, aumento de la volatilidad de los mercados de trabajo y escaso rendimiento económico.
"El objetivo no es que todo el trabajo se ajuste al modelo típico, sino más bien que todo el trabajo sea decente", explica el informe.
Factores determinantes
La OIT ve "poco probable" que en el futuro todos los trabajadores tengan una relación laboral atípica, pero sí considera previsible una proliferación del empleo atípico en "sectores y ocupaciones" donde antes no existía y un aumento de su importancia general dentro del mercado de trabajo de la mayoría de los países del mundo.
La organización señala diversos factores como impulsores de esta evolución, como el crecimiento del sector servicios frente a la industria y la agricultura; las presiones derivadas de la globalización; los avances tecnológicos y los cambios en las estrategias organizativas empresariales.
También empuja en esta dirección la necesidad de las empresas de reducir costes. Con este objetivo, colaboran normativas que -de forma involuntaria o deliberada- propician la utilización de modalidades alternativas de contratación.
Asimismo, las condiciones macroeconómicas -y las crisis- tienen una incidencia directa en la evolución del empleo atípico. Estos trabajadores "son los primeros en ser despedidos" cuando la economía empeora, subraya el documento, que pone como ejemplo que en España el empleo temporal cayó del 29 por ciento en 2008 al 22 por ciento en 2013.
En otros casos, las empresas reducen el número de horas, aumentándose la plantilla a tiempo parcial, o, ante la incertidumbre, acuden en mayor medida al empleo atípico.
En el pódium
Las tendencias en la utilización del empleo atípico varían en función del país, el sector económico o la región del mundo analizada. Sin embargo, sí puede concluirse que, en general, en los países industrializados predomina en las ocupaciones de salarios bajos. Asimismo, es más probable encontrar mujeres, jóvenes o migrantes en sus distintas modalidades, "reflejo de las mayores dificultades que tienen estos trabajadores para ingresar y permanecer en el mercado de trabajo".
En relación con el empleo temporal, España cuenta con una de las tres tasas más altas de temporalidad, en relación con el conjunto de su población trabajadora. La media de los 33 países europeos, en 2014, es del 12,3 por ciento. Nuestro país, junto con Polonia y Portugal, cuenta con un 20 por ciento o más de su población en actividad empleada con contratos temporales.
Del total de los temporales europeos, el 62 por ciento asevera que permanecía en un puesto de trabajo no fijo por las dificultades para encontrar uno permanente y el 9 por ciento por estar a prueba.
Atendiendo exclusivamente al sector privado, en Europa el 77 por ciento de las empresas no empleó a ningún trabajador temporal. El 16,3 por ciento, empleó a menos del 50 por ciento de sus trabajadores con estas modalidades -uso regular- y el 6,8 por ciento de las empresas las usaron de manera intensiva -más del 50 por ciento de temporales-.
No obstante, se detectan importantes variaciones según el país de las empresas. Así, en España, el 16 por ciento de las empresas utilizó intensivamente mano de obra temporal en 2010 -en 2006 era el 19,4 por ciento-, en comparación con el 1,8 por ciento de Noruega.
Parcial, a través de agencia y encubierto
La OIT señala que el empleo a tiempo parcial puede ser un medio relevante para la integración de la mujer en el mercado de trabajo cuando, por sus responsabilidades domésticas o familiares, no puede acceder a un empleo a tiempo completo. Ahora bien, si estos empleos no son de calidad, no podrá afirmarse que realmente el trabajo a tiempo parcial ayuda a promover la igualdad de género.
En Europa, uno de cada cinco empleados trabajaba a tiempo parcial en 2014, siendo Holanda, con el 45 por ciento de sus empleados, el país con mayor presencia de esta modalidad de trabajo atípico.
El trabajo temporal a través de agencia "constituye una pequeña parte, pero creciente, del empleo asalariado", asevera el documento. Así, en los países que disponen de datos, abarca desde el 1 hasta el 6 por ciento.
La media en Europa es del 1,3 por ciento del empleo asalariado. En España representa el 2,4 por ciento.
Más difícil resulta la obtención de datos relativos al trabajo encubierto y al empleo por cuenta propia económicamente dependiente, que únicamente pueden deducirse de encuestas o auditorías -de España no existen datos-. En todo caso, la organización alerta de que las plataformas de Internet, aunque de momento representan una pequeña parte de la economía, sí están recurriendo a estas formas de contratación, con elevada conflictividad laboral.
Efectos para los trabajadores
La utilización de modalidades de empleo atípicas tiene consecuencias para los empleados en casi todos los aspectos de las condiciones de trabajo. Así, en relación con la seguridad en el empleo, en la mayoría de países -aunque la tasa es baja- el hecho de ocupar un empleo temporal es mejor trampolín para ocupar un trabajo fijo que el desempleo. España o Japón son excepciones al ser más probable pasar de un empleo temporal al desempleo.
Los datos también revelan diferencias salariales entre los empleados que desempeñan la misma función pero con relaciones contractuales distintas. Así, las diferencias pueden alcanzar hasta el 30 por ciento. En España, por su parte, ronda el 15 por ciento.
También se señalan otros perjuicios detectados en distintos países o sectores, en los empleos temporales: jornadas más largas y de mayor intensidad; menor cobertura de seguridad social; menos oportunidades de formación; o la exclusión de los derechos de libertad sindical, negociación colectiva y otros derechos fundamentales en el trabajo.
Repercusiones para las empresas
El informe también incide en que el incremento de los trabajos atípicos tiene consecuencias para las empresas. Así, las compañías que recurren en gran medida a este tipo de contratación tienen que adaptar su estrategia de recursos humanos y contar con un buen sistema de reconocimiento y selección de las competencias que necesita en cada momento. Además, puede minimizarse el papel de las personas como fuente de una ventaja competitiva de la propia compañía y se limita su capacidad de responder a mercados cambiantes -"puesto que el énfasis es menor en la formación de competencias y mayor en la contratación de competencias"-.
La OIT también advierte que las formas atípicas de empleo pueden generar, frente a los beneficios a corto plazo, pérdidas a largo. Así, el ahorro de costes inicial puede verse superado por las pérdidas inducidas por la menor productividad de los empleados temporales, los efectivos indirectos negativos en la productividad de los indefinidos o en los elevados costes de transición que supone la gestión de fuerza del trabajo combinada temporales-fijos. Además, el documento certifica que las empresas que recurren en mayor grado a la mano de obra atípica invierten menos en formación de los empleados -tanto temporales, como permanentes- y en tecnología.
En relación con el mercado de trabajo, el uso generalizado del empleo atípico puede reforzar su segmentación, con un grupo de trabajadores con condiciones de trabajo inferiores y situación de vulnerabilidad y el otro con una situación favorable. Una de las características de estos mercados es la dificultad para pasar de un segmento a otro y las crisis económicas serán pagadas en gran parte por los trabajadores temporales o a tiempo parcial.
Finalmente, la OIT señala que este fenómeno tiene consecuencias de tipo social, como la dificultad de los trabajadores temporales en el acceso al crédito y la vivienda, más dificultad de los jóvenes para independizarse o retraso en la edad de contraer matrimonio y tener hijos.