Inversion a Fondo

Así funcionan las famosas estructuras


    Cristina García

    La mayoría de los productos estructurados que se venden hoy garantizan el 100% del capital. Vinculan el interés a una serie de condiciones y, si no se cumplen, en muchos casos el interés es del 0%

    Tienen la etiqueta de complejos para la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), la tienen los que no garanticen al menos el 90 por ciento del capital. Y eso que las estructuras actuales no se parecen a las de antaño -en las antiguas parte de la inversión se destinaba a obligaciones o bonos con los que proteger una parte del capital, mientras que con el dinero sobrante se compraban derivados con los que elevar la rentabilidad-. Este tipo de estructura quedó estigmatizada en 2008, después de que algunas entidades españolas vendieran algunas en las que el emisor o garante era el propio Lehman Brothers, el mismo que quebró en septiembre de aquel año. Desde entonces el foco está puesto en la comercialización de este tipo de productos que, aunque distintos, aún se pueden encontrar en el mercado y, en ocasiones, se venden a los ahorradores más conservadores.

    La primera diferencia que existe entre las estructuras actuales y las que se comercializaban hace unos años es que las de ahora garantizan en la mayoría de casos la totalidad del capital al vencimiento. Es decir, que en el peor de los casos el ahorrador se queda como está. Recuperará todo su dinero, aunque asumirá igualmente el coste de oportunidad que supone tenerlo retenido durante el tiempo que estipule el producto en las condiciones.

    El hecho de que limite la posibilidad de perder conlleva una segunda derivada y es que también se acota la rentabilidad que se puede conseguir. Porque para garantizar la inversión las estructuras deben construirse con bases sólidas, es decir, con renta fija. A partir de ahí, cada una vincula la rentabilidad a que se cumplan unas determinadas condiciones.

    Para que se haga una idea, el mecanismo que utiliza la mayoría de los que se venden ahora en el mercado es el siguiente: establece una fecha inicial y una final, y supedita el interés a conseguir a que una determinada cesta de acciones -o índice- consiga un precio superior al inicial cuando venza el producto. Si lo consiguen, las estructuras actuales ofrecen retornos próximos al 1 por ciento. Lo que sucede cuando no se cumple esa condición depende del producto en cuestión. En algunos, aún así, el cliente puede conseguir un retorno -aunque mínimo-. En otros, sin embargo, la rentabilidad final es del 0 por ciento.

    Qué mirar antes de contratar uno

    Como verá, su funcionamiento dista mucho del depósito tradicional y, sin embargo, la mayoría de los que se encuentran en el mercado van unidos al nombre de depósito. Desde depósito garantizado a depósito acciones -por ejemplo-. Los bajos tipos de interés en las imposiciones clásicas han puesto en funcionamiento la maquinaria de las entidades para crear este tipo de productos, con los que no se puede perder dinero pero, en algunos casos, tampoco obtener rendimientos -en el tradicional, por muy bajos que sean, los retornos se conocen de antemano y, además, la ausencia de inflación hace que las rentabilidades reales sean positivas-.

    No obstante, llegado el momento, si se decanta por una de estas estructuras, uno de los aspectos que debe tener en cuenta es qué pasa si decide cancelar el producto antes de tiempo, porque en función del producto en cuestión los escenarios pueden variar. Mientras algunas dan unos días de margen para revocar la contratación del mismo, en otras ni siquiera existe esa posibilidad. En las que sí se puede, no obstante, también debe valorar a qué precio. Es decir, qué comisión por cancelación anticipada aplica.

    De ahí que también sea significativo el plazo de vencimiento que se fija el producto, porque no es lo mismo aquellos que establecen el horizonte a 13 meses vista que a 36 meses. Sobretodo porque en el entorno de tipos bajos en el que nos movemos, el retorno máximo al que se puede aspirar con estos productos ronda el 1,33 por ciento.

    Comprender cómo está compuesto y cómo se calcula el rendimiento final también es básico. Como explican fuentes del mercado, a veces las acciones que integran la estructura han demostrado tener una correlacción inversa a lo largo de la historia, lo que significa que existen pocas probabilidades de que las dos -o tres- suban a la vez. Respecto a la rentabilidad, conviene analizar también si compara la rentabilidad entre el inicio y final, si se realiza una media o si, por ejemplo, se establecen fechas de observación. En función de cuál utilice, el retorno puede ser distinto.

    Qué son los depósitos combinados

    Las explicadas hasta ahora no son el único tipo de estructuras que coexisten en el mercado. También están los llamados depósitos combinados, en los que la mitad de lo que invierte va a parar a un plazo fijo convencional con retornos por encima de la media del mercado y la otra mitad a un fondo de inversión. Normalmente suelen ser perfilados o incluso fondos mixtos de la propia entidad. Es decir, que invierten parte en bolsa y parte en renta fija.

    Sin embargo, el interés por encima de la media que usan como reclamo en la parte de la inversión que se dedica al plazo fijo tampoco es tal en realidad, porque lo que gana por la vía del depósito al final debe pagarlo en concepto de comisión de gestión. Este desembolso retribuye de forma directa a la gestora del fondo y a todo el equipo que hay detrás rentabilizando su dinero. Y de forma indirecta a la red comercial, ya que la gestora a la que usted entrega la comisión de gestión una vez al año da, a su vez, una parte de ella a los vendedores de los fondos para incentivarles en la venta. Es decir, que al exigir que la otra mitad del depósito se destine a un fondo de la propia entidad, al final le vuelve la comisión de gestión y usted obtiene lo comido por lo servido.