Internacional
Dos semanas después, EEUU sigue contando votos de las elecciones legislativas
- California sigue contando votos por correo a cuentagotas
- Misisipi celebra la segunda vuelta para el Senado, envuelto en polémica
Víctor Ventura
Si las campañas electorales de EEUU parecen infinitas, las elecciones en sí cada vez lo son más. Los primeros votos para las legislativas se emitieron en septiembre, y los últimos aún están pendientes: el martes 27, Misisipi elegirá a su nuevo senador, tres semanas después del resto del país. Y es posible que ni siquiera esos sean los últimos votos por contarse, gracias a la velocidad glacial de California.
Desde hace unos años, la política estadounidense está partida con respecto a las elecciones: mientras los republicanos intentan hacer más complicado votar, exigiendo documentos de identidad que muchos ciudadanos no poseen y poniendo trabas para registrarse en el censo electoral, los demócratas apuestan por ampliar hasta el infinito las formas y los plazos para votar.
El resultado es que en estados como California, donde los demócratas gobiernan prácticamente sin oposición desde hace una década, es posible registrarse en el censo electoral y mandar un voto por correo el mismo día de las elecciones. También es posible votar en un colegio electoral en el que no se esté asignado, siempre que sea en el mismo distrito. Entre lo que se tarda en recibir los votos por correo, o en comprobar que esos votantes equivocados no fueron al colegio correcto después, el recuento de votos suele tardar un mes entero, para desesperación de candidatos y funcionarios del Congreso.
Así, dos semanas y media después de la "noche electoral", aún hay millones de votos por contar, repartidos entre California y Nueva York. Por suerte, prácticamente todas las elecciones ya están resueltas por márgenes lo suficientemente amplios, así que no se espera que estos votos influyan demasiado... salvo en un escaño sin decidir en medio del valle central californiano.
El diputado republicano David Valadao se fue a dormir el martes 6 con una ventaja de 6.000 votos y 8 puntos sobre su rival demócrata, TJ Cox. Las cadenas de televisión y la agencia AP -la encargada de anunciar los resultados oficiales- le declararon el ganador inmediatamente. Pero aún quedaban decenas de miles de votos por contar y, desde entonces, su ventaja se ha recortado hasta menos de 500 votos.
La diputada Mimi Walters anunció su candidatura a la dirección de los republicanos justo antes de perder su escaño según iban contándose votos
Y aún quedan cajas y cajas de papeletas, que van escrutándose con calma: el martes pasado se contaron 7 votos, y el recuento no se reanudará hasta el próximo lunes, pasadas las fiestas de Acción de Gracias. Todo en una elección que decidirá si los republicanos finalmente pierden 6 o 7 de los 14 representantes que tenían en el estado costero, en una debacle del partido de Trump sin precedentes históricos en el territorio más grande y rico del país, que elige a 53 diputados.
Una de sus víctimas fue la (ex)diputada republicana Mimi Walters, que representaba al condado de Orange, en el que vivieron los expresidentes Richard Nixon y Ronald Reagan, un bastión republicano desde que se escindiera de la izquierdista Los Ángeles hace un siglo. Walters, que también confiaba en su victoria, acudió a la sesión de introducción al nuevo curso para diputados novatos, donde anunció que presentaba su candidatura a la dirección del Comité Republicano en el Congreso. Una semana después, la demócrata Katie Porter le adelantó en votos según avanzó el recuento y se garantizó la victoria.
Un último senador en juego
Mientras, en Misisipi, el problema no es la lentitud a la hora de contar votos, sino el sistema electoral para elegir senador, a doble vuelta. El día 6, los dos principales candidatos empataron con un 41% de los votos, y el día 27 será la elección definitiva.
La votación se ha visto marcada por los comentarios de la candidata republicana, Cindy Hyde-Smith, en principio la favorita para ganar en un bastión conservador. Su campaña dio un vuelco tras salir a la luz un vídeo en el que bromeaba sobre que estaría dispuesta a asistir a una ejecución pública "en primera fila", una afirmación que sentó como una bomba en un estado en el que miles de ciudadanos negros -como su rival, el demócrata Mike Espy- fueron linchados y asesinados en público durante un siglo y medio por su color de piel.
Días después, periodistas encontraron vídeos de Hyde-Smith en el museo de la Confederación, el bando racista que luchó en la Guerra de Secesión contra Abraham Lincoln para defender la esclavitud, posando con parafernalia de los esclavistas y afirmando que era "lo mejor de la historia de Misisipi".
En respuesta, grandes empresas como Walmart anunciaron la anulación de sus donativos de campaña a Hyde-Smith, mientras que los demócratas reforzaron su campaña entre el 40% de afroamericanos que residen en el estado. Miembros de ambas campañas aseguran que las encuestas se están ajustando, aunque queda la duda de si será suficiente para dar a los demócratas una última victoria inesperada.
Aunque Alaska este año es el encargado de recordarnos que, por mal que vaya una elección, siempre podría ser peor: su parlamento estatal está empatado entre demócratas y republicanos. El desempate lo dará el último escaño que queda por decidir... en el que los candidatos de ambos partidos han empatado a votos. Si el recuento no cambia el resultado, quién manda en Alaska podría estar en manos de una moneda que lance un juez, a cara o cruz.