Internacional

La cumbre celebrada entre las dos Coreas acerca el diálogo con EEUU

  • Kim pide el levantamiento de las sanciones impuestas por Trump
Kim Jong-un y Moon Jae-in. Foto: Reuters

Marcos Suárez Sipmann, elEconomista.es

La cumbre entre el líder norcoreano, Kim Jong-un, y el presidente surcoreano, Moon Jae-in certifica el buen momento que están viviendo las relaciones entre ambos. En este encuentro, Moon fue acompañado por los principales empresarios del Sur lo que evidenció el deseo de reforzar los intercambios económicos.

La reunión entre ambos mandatarios se saldó con una declaración conjunta en la que Corea del Norte manifiesta que desmantelará las instalaciones de su programa nuclear pero EEUU tendrá que implementar lo acordado en Singapur.

Con todo esto, el presidente estadounidense, Donald Trump, como el secretario de Estado, Mike Pompeo, han recibido de modo positivo el resultado de esta cumbre. Trump celebra los "progresos extraordinarios" del encuentro entre Kim y Moon. Por su parte, Pompeo saluda los "importantes compromisos" de Pyongyang y fija enero de 2021 (final del mandato presidencial de Trump) como fecha límite para la desnuclearización. El jefe de la diplomacia norteamericana ha llamado asimismo a su homólogo norcoreano, Ri Yong-ho para invitarle a Nueva York.

Kim anunció que se ha acordado "hacer de la península de Corea una tierra de paz libre de armas nucleares y de la amenaza nuclear". Prometió cerrar de forma permanente Yongbyon, el principal centro nuclear del país, donde produce el combustible para sus bombas atómicas, esta oferta es la que ha resultado más interesante en este cónclave.

Afirmó estar también dispuesto a desmantelar bajo supervisión de inspectores internacionales su instalación de ensayo de misiles y la base de lanzamientos en Sohae, donde se encuentra un reactor nuclear y una planta para la producción de plutonio. En comparación, el desmantelamiento de la base de misiles de Sohae tiene un carácter meramente simbólico.

Las negociaciones con EEUU

Kim ha dejado muy claro que quiere respuestas recíprocas de Trump, para ello pide el levantamiento total o parcial de las sanciones contra su régimen. Y, sobre todo, garantías de seguridad y la firma de un tratado de paz que ponga fin al estado de guerra que técnicamente persiste en la península coreana hace 65 años.

En realidad, el verdadero dilema de las negociaciones es este: mientras EEUU quiere limitarse a intercambiar "armas nucleares por sanciones", Corea del Norte insiste en "armas nucleares por seguridad". Kim considera que EEUU debe renunciar a derrocar su régimen, y en esta cuestión se plantean varios problemas: uno, significaría la retirada de los observadores de Naciones Unidas del paralelo 38; dos, Washington tendría que redifinir el estatus de las tropas estadounidenses en Corea del Sur. Con ello un eventual ataque de EEUU contra Corea del Norte violaría el derecho internacional.

Kim no se despedirá de sus intereses nucleares sin medidas claras por parte de la Casa Blanca. El abandono temporal de maniobras en Corea del Sur no es suficiente y EEUU debería aceptar el miedo existencial del régimen de poner fin al estado de guerra con Corea del Norte y comenzar las negociaciones regionales para lograr un tratado de paz definitivo.

La apuesta del joven dictador es elevada y hasta ahora, ha presentado a EEUU como la fuente de todo mal. Con un presunto e inminente ataque estadounidense justifica las penurias de los ciudadanos. Es más que probable que la propaganda celebre el final formal de la guerra como una victoria tardía del Norte. Pero el régimen empezaría a verse obligado a justificar su existencia de manera diferente. Un cambio que podría terminar siendo negativo para Kim, ya que aumentaría la posibilidad de que se produjera un golpe de Estado o un levantamiento sangriento de ciudadanos insatisfechos.

Acercamiento intercoreano

Siendo fundamental la promesa sobre esta, el acercamiento intercoreano ha quedado plasmado además en una serie de acuerdos, entre los que destaca un pacto suscrito por las autoridades de Defensa, en las que se establecen medidas para reducir las tensiones militares en la península.

El Norte y el Sur seguirán participando bajo una misma bandera en eventos deportivos internacionales, incluidos los Juegos Olímpicos de 2020, y manifiestan su intención de organizar juntos los Juegos de 2032.

Se iniciarán los trabajos para reconectar las vías férreas y carreteras cortadas por la frontera, antes de fin de año.

En lo referido al turismo el Norte permitirá que los surcoreanos accedan al monte Kumgang.

Se reabrirá el Complejo Industrial de Kaesong, cerrado unilateralmente por el Norte en 2016 y se manifiesta el compromiso para establecer pronto una nueva instalación para reuniones "más frecuentes y libres" de las familias separadas por la guerra.

Kim anuncia que visitará Seúl "en un futuro próximo". Será, probablemente, antes de fin de año y siendo el primer viaje de un dirigente norcoreano a la capital surcoreana desde la división de la península.