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Ceniza para derretir la nieve: la alternativa ecológica al uso de sal

  • La ceniza, la gravilla y la arena se utilizan en países como Alemania
Nieve derretida en las calzadas de Munich (Alemania). Imagen: Reuters.

elEconomista.es

La sal es el método más conocido y recurrente a la hora de evitar la formación de nieve o facilitar su descongelación para mantener accesibles las vías de tránsito de personas o vehículos. Sin embargo, no se trata del único medio. En países del centro y norte de Europa, con entornos más naturales, recurren a otro material para evitar dañar el sueño. 

En plena gestión de los efectos del temporal Filomena en España, que ha dejado colapsadas a ciudades como Madrid, analizamos qué alternativa existe a la sal para acabar con la nieve acumulada. 

Las cenizas que quedan tras quemar leña en el fuego son tan eficientes como la sal para bajar el grado de congelación de la nieve y forzarla a derretirse. En realidad, cualquier elemento que incorporemos a una capa de nieve ayudará a alterar su temperatura y forzar a su descongelación. El reto radica en elegir un material barato, de fácil transporte y manipulación y que no provoque daños medioambientales. 

Según Fernando Garrido, científico titular del departamento de Geología del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC, en España la sal no provoca un importante problema medioambiental, debido a que su uso es muy puntual a lo largo del año, y suele acotarse a las carreteras, pistas aeroportuarias y vías públicas. Salvo que se usara la sala en un área de valor ecológico, con vegetación o fauna en peligro de extinción, la sal no produciría un daño irreversible. 

En este tipo de zonas, es más recomendable el uso de cenizas, que se esparcen de la misma manera que se hace con la sal. También en países como Alemania se utiliza gravilla o arena. El problema radica en que el suelo absorbe la sal que queda tras fundirse la nieve, y el sodio es capaz de alterar los nutrientes y de afectar a la capacidad de la tierra de absorber los mismos, lo que impactaría sobre el crecimiento de las plantas. Otro perjuicio que crea la sal en las superficies de suelo natural es que mengua su permeabilidad. Únicamente en determinadas áreas de la costa mediterránea española la flora se ha adaptado a los suelos salinos. 

Estas cuestiones no son relevantes en la calzada de las ciudades ni los pavimentos, salvo que se trate de un uso muy persistente de sal en zonas de carreteras que transcurran en medio de entornos naturales protegidos. 

Las cenizas, al contrario de lo que ocurre con la sal, no dejan residuos en las superficies en las que se esparcen, son bien asimiladas en distintos suelos y no dañan los neumáticos con la corrosión que sí ejerce el cloruro sódico. Además, crean un mayor agarre de las ruedas a la nieve, facilitando la tracción.