Pocas veces en la historia del cine una película ha generado un nivel de expectativa, entusiasmo comercial y polarización cultural como lo hizo Barbie (2023), estrenada este domingo en abierto por TVE, dirigida por Greta Gerwig y protagonizada por Margot Robbie y Ryan Gosling. Sin embargo, la realidad es que hay mucho marketing y poca historia: más allá del envoltorio rosa, los discursos de empoderamiento prefabricado y la promoción omnipresente, o detalles maravillosos como el vestuario o la música de Dua Lipa, lo cierto es que Barbie se revela como una cinta vacía, desequilibrada y profundamente sobrevalorada. Un fenómeno rentable, sí, pero carente de la profundidad, ingenio o autenticidad que muchos se empeñan en atribuirle.
En lo narrativo, Barbie es un producto fallido. La película se presenta como una sátira que pretende desmontar estereotipos de género, explorar el feminismo contemporáneo y cuestionar los roles sociales a través del icónico personaje de la muñeca de Mattel. No obstante, sus aspiraciones intelectuales naufragan en un guion que alterna lo superficial con lo pretencioso, y que nunca logra aterrizar sus ideas de manera coherente o potente. La crítica al patriarcado —torpemente representado por un Ken que "descubre" los caballos como símbolo de poder masculino— resulta tan caricaturesca que termina por trivializar el propio discurso que intenta sostener.
A nivel visual, la película es un gran espectáculo y ciertamente deslumbra con su diseño de producción, cuidadosamente construido para simular el mundo artificial de Barbie Land. Pero ese despliegue estético (impresionante la diseñadora de vestuario de Barbie, Jacqueline Durran) lejos de sostener la narrativa, se convierte en su principal distracción. La paleta rosa, los decorados imposibles y el vestuario excesivo configuran una estética que termina agotando, como un caramelo que empalaga antes de ser digerido. En lugar de funcionar como vehículo de ironía o comentario meta, el artificio visual termina por subrayar la superficialidad general del conjunto.
Margot Robbie, actriz talentosa y versátil, hace lo que puede con un personaje plano que oscila entre la candidez y el despertar social sin transitar de verdad por ninguno de esos estados. Ryan Gosling, por su parte, brilla únicamente por su entrega física y cómica, pero su Ken termina siendo una parodia sin alma, útil solo como chiste reiterativo. El resto del reparto se ve atrapado en roles que parecen escritos por un comité de marketing más que por un guionista con voz propia.
Lo más inquietante de Barbie es su pretensión de profundidad. A diferencia de otros productos pop que asumen sin rubor su carácter frívolo, Barbie intenta elevarse por encima de su propia banalidad con monólogos impostados sobre la feminidad, la maternidad y la autoaceptación. El resultado es un cine de eslóganes que simula conciencia sin compromiso, y que apela más al aplauso fácil que a la reflexión sincera.
No sorprende que haya sido un fenómeno comercial: la maquinaria de Mattel, el empuje de Warner Bros. y una campaña de marketing global hicieron su trabajo con precisión quirúrgica. Pero el éxito en taquilla no convierte automáticamente una película en buena. Barbie no solo es la más sobrevalorada de los últimos tiempos, sino también un ejemplo de cómo la industria puede disfrazar de arte lo que no es más que una jugada comercial pintada de rosa.
La cinta protagonizada por Margot Robbie y Ryan Gosling llegó a HBO Max el 15 de diciembre de 2023, cinco meses después de su llegada a la cartelera
Obligada a marcharse al mundo real, sufre un choque cultural que compartirá con Ken (Ryan Gosling) mientras se aleja de ese espacio artificial creado por Mattel. Fuera de esa 'zona de confort' -ella bien podría utilizar una expresión- comienza un divertido viaje entre la comedia y la sátira en el que tendrá que lidiar con asuntos como el machismo, la sexualización o la inclusión. Sus pilares se tambalean, pero también las necesidades de los jefes de Mattel, que querrán sacar a su musa del mundo de los vivos y redirigirla al planeta rosa en el que habita desde que Ruth Handler creó a la popular muñeca para su hija Barbara, en 1959.
Dua Lipa, 'Barbie sirena'
El arriesgado proyecto de Barbie comenzó a gestarse en 2014 con Amy Schumer, primero, y Anne Hathaway, después, como las protagonistas de un proyecto que finalmente lo atrapó Robbie como productora, reservándose para ella misma el papel principal. La actriz ofreció la dirección a Gerwig, que también se encargó de un guion escrito a cuatro manos con su pareja, Noah Baumbach (Historia de un matrimonio).
Robbie y Gosling están acompañados por un grupo de secundarios en los que destacan America Ferrera, Will Ferrell o Helen Mirren, en calidad de narradora. Uno de los fichajes más llamativos es el de la cantante Dua Lipa, que no solo participa en la banda sonora, sino que debuta en cine como Barbie sirena.