En la selva de los reality shows, donde el drama y la supervivencia se mezclan con el sudor, el hambre y la humedad implacable, hay noches que parecen diseñadas por el mismísimo Diablo. Noches en las que el cielo se desploma en trombas de agua y los concursantes, desnudos de artificios y caprichos, se enfrentan a su propia sombra.

A Terelu Campos le llegó su momento este martes. El temporal que barría los Cayos Cochinos no daba tregua y, en mitad del aguacero, la hija de María Teresa Campos, con la voz rasgada por el miedo y la rabia, activó el protocolo de abandono. Lo que vino después fue una montaña rusa emocional, una noche de infarto donde la tormenta exterior se convirtió en una tormenta interior. No hace falta que el barro sea metafórico para que un concursante de Supervivientes acabe hasta el cuello. La televisión tiene sus propias reglas y en ese universo paralelo, donde la adversidad es espectáculo y el sufrimiento un valor de producción, las cámaras nunca dejan de grabar. Terelu, a sus 59 años y tras pasar dos cánceres, está dando la cara y hay que alabar su valentía y coraje. Está sorprendiendo. Pero, con el agua chorreándole por las sienes, empapada hasta los huesos y con la dignidad en estado de alarma, rompió el dique de contención: "¡Quiero que me saquéis de aquí ahora mismo! ¡Estoy empapada, no puedo con la humedad, no puedo con los huesos!".

Laura Madrueño, esa diosa marina salida de la espuma, transmitió el mensaje a la audiencia. En el plató, la hermana de Terelu, Carmen Borrego, contenía el aliento mientras el público asistía a la escena con el mismo morbo que se tiene al ver una copa de cristal tambaleándose en el borde de una mesa. No era la primera en claudicar. Beatriz Rico había abandonado dos días después de pisar la isla. Pero lo de Terelu era otra cosa: un símbolo de la televisión española, una mujer que lleva la resistencia en la sangre, pidiendo rendición con la voz quebrada. La tormenta se cebaba con la isla. El agua caía con una furia bíblica y los concursantes fueron evacuados. A Terelu la instalaron en un refugio, lejos del vendaval. Fue en ese paréntesis, en ese respiro momentáneo, donde la batalla se libró dentro de ella. Carmen Borrego, desde el plató, intentaba descifrar las sombras de su hermana: "Imagino que es por la claustrofobia. Cuando ves que no para de llover y que no puedes salir, te da un ataque de pánico".

El miedo, que tiene la textura pegajosa del lodo, había atrapado a Terelu. Pero el orgullo es un animal poderoso, y en algún momento de la madrugada, cuando la tormenta amainó, decidió que no podía ser ella la que se rindiera en directo. Así, cuando el amanecer trajo consigo un aire más seco y las cámaras volvieron a apuntar a la protagonista de la noche, la historia había dado un vuelco: "Terelu Campos ha comunicado al equipo del programa que… ¡sigue en la aventura!". Laura Madrueño lanzó la noticia como una moneda al aire, y el plató, con Carmen Borrego al frente, estalló en aplausos.

La madre de todas las guerras

La televisión, ese coliseo moderno donde los gladiadores son presentadores y colaboradores con biografías trenzadas de enemistades y reconciliaciones, no iba a dejar pasar la oportunidad de encender más hogueras. Porque si la lluvia no había podido con Terelu, tal vez la convivencia sí lo haría. Makoke, en otra playa, olía la sangre y recordaba viejas heridas. Si alguna vez fueron amigas, el reality había hecho lo suyo para borrar cualquier atisbo de cordialidad. La tensión entre ambas se palpaba en el aire denso y salado del Caribe. "¡Antes de tocar a Anita, me inmolo!", bramó Terelu, con la fiereza de una madre loba defendiendo a su cachorro. El fantasma de Alejandra Rubio se materializó entre ellas. Años atrás, en un plató de televisión, Makoke había tenido palabras que Terelu jamás le perdonó sobre su hija. Y en Supervivientes, donde el pasado es una herida abierta y la convivencia es una ruleta rusa, los reproches se sirven en caliente. "¡Estoy hasta el c*** de estar aquí!", remató Terelu, dejando claro que, aunque la tormenta hubiese amainado, la batalla seguía abierta. Terelu ya tiene una fecha marcada en rojo en el calendario. El 26 de abril debe estar en España para subirse a un escenario. Santa Lola, la obra de teatro en la que debutará como protagonista, la espera en el Teatro Zorrilla de Valladolid. Si alguien en Telecinco pensó que podría estirar su estancia en la isla hasta el límite, no contó con que Terelu había llegado con el billete de vuelta cerrado.

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