Hay noches en las que todo está de cara, el viento sopla a favor y la puntería es certera. Y hay noches en las que, por más que uno lo intente, la diana se convierte en un espejismo y los nervios juegan una mala pasada. La cuarta gala de El Desafío, el programa de Antena 3 que arrasa cada viernes, fue testigo de esto último en el caso de Genoveva Casanova, quien, a pesar de los ensayos, fue incapaz de romper un solo plato en la prueba del Tirachinas de precisión.
¡Casi! Genoveva Casanova no logra dar en la diana con el tirachinas #ElDesafío pic.twitter.com/8cTyMvd1ga
— El Desafío (@eldesafioA3) January 31, 2025
Con la elegancia y contención que la caracterizan, la socialité mexicana, conocida no solo por ser la ex mujer de Cayetano Martínez de Irujo o la ex del ex ministro Michavila, sino también por su amistad con Federico de Dinamarca, se enfrentó a la prueba con la determinación de quien se ha preparado concienzudamente. Sin embargo, la realidad en directo es otra historia: seis intentos fallidos y un rictus de impotencia que se iba haciendo más visible con cada lanzamiento.
? La ganadora de la gala es… ¡Victoria de Marichalar! #ElDesafío pic.twitter.com/5IJaYU90IF
— El Desafío (@eldesafioA3) January 31, 2025
A veces, la confianza de los ensayos se desvanece bajo los focos y el peso de la audiencia. El Desafío pone a prueba no solo las habilidades físicas de los concursantes, sino su capacidad para manejar la presión en un plató donde cada detalle cuenta. Y Genoveva, que en la preparación había conseguido acertar sin problemas, se encontró con que, en el momento decisivo, su pulso no era el mismo.
No es la primera vez que un participante del programa sufre un bloqueo en directo. En una gala donde otros rostros conocidos como Susi Caramelo, Lola Lolita y Victoria Federica de Marichalar, qu ganó su gran noche, enfrentaban retos de apnea, percusión extrema y fugas imposibles, la prueba de precisión de Genoveva parecía, en teoría, más sencilla. Pero ahí reside la trampa de este tipo de desafíos: no siempre gana el que más se ha entrenado, sino el que mejor maneja la presión del momento.
La elección de la prueba no era casual. Genoveva Casanova siempre ha sido vista como una mujer de precisión y temple, acostumbrada a moverse en círculos donde la discreción y el saber estar son tan importantes como la puntería en un programa de televisión. Su carácter pausado y su historial de actividades al aire libre –caza, equitación y disciplinas que requieren concentración– hacían pensar que el Tirachinas de precisión era un desafío a su medida.
Sin embargo, la historia fue otra. Con cada intento fallido, el gesto de Genoveva se fue endureciendo, pero nunca perdió la compostura. En el plató, Roberto Leal intentaba aliviar la tensión con comentarios de apoyo, y sus compañeros de concurso observaban con una mezcla de expectación y solidaridad. Al final, cuando el último intento se esfumó sin éxito, solo quedó la resignación y una sonrisa estoica.
El hecho de que Genoveva Casanova no haya roto un plato este viernes no ha pasado desapercibido. Su participación en el programa ya había despertado interés desde el primer momento, especialmente después de que su nombre protagonizara titulares relacionados con el príncipe heredero de Dinamarca. La imagen de la socialité y el actual monarca compartiendo un plan cultural en Madrid desató todo tipo de especulaciones sobre una amistad que, aunque aclarada por ambas partes, sigue generando interés en la prensa del corazón. Así que, aunque su actuación en El Desafío no fue la más brillante, su presencia sigue siendo uno de los focos de atención del programa. La televisión tiene esas paradojas: a veces, fallar es más recordado que triunfar.
Después de esta prueba, queda por ver cómo se repondrá Genoveva en las próximas galas. Si algo ha demostrado El Desafío en sus temporadas es que los concursantes tienen margen para redimirse. Quizá en otro reto, con un desafío diferente y sin la presión de la puntería extrema, Genoveva logre demostrar la precisión y el control que, hasta ahora, se le atribuían fuera del plató. Por ahora, la mexicana puede presumir de algo: aunque los platos hayan quedado intactos, su imagen de dama imperturbable sigue tan entera como siempre
