Televisión

Todas las cosas horribles que iban a pasarle a Jorge Martín si iba a Broncano antes que a Pablo Motos

Broncano declara la guerra: dice que Motos amenaza a sus invitados.

Crece el interés por conocer las cosas horribles que Broncano iba a hacerle al piloto y campeón del mundo Jorge Martín si iba a La Revuelta antes que a El Hormiguero. Cuentan los informadores secretos desplazados al teatro donde se graba el show que un señor con pinta de mafioso y una camiseta de Antena 3 se coló en el camerino del campeón y le puso en la sien una pistola de agua teñida con betún a la vez que le repetía en un tono amenazante: ¿Cómo vas a ir salir en este programa siendo piloto cuando el otro lo presenta un tío que se apellida Motos?

El presunto sicario presionó sin piedad a Jorge para que desistiera de acompañar a Broncano en su programa. No nos consta que llamara a la novia (nieta de Abel Matutes) y a la familia del piloto para advertirles del ridículo que supondría para un sucesor de Ángel Nieto elegir una opción distinta a la que le ofrece un tipo llamado Motos. El Hormiguero y Antena 3 extorsionaron así al pobre Jorge, quien, abducido por la tensión, no podía decidir por sí mismo ante semejante presión.

Llama la atención eso de que el invitado pide disculpas porque no puede salir. El invitado sí puede salir. El invitado es un ser autónomo y puede decidir dónde quiere estar y en qué condiciones quiere ordenar su agenda comunicativa. ¿O le han llamado para decirle que tienen a su novia atada y que si sale en TVE la secuestran? No: aquí las presiones son aceptables mientras sean legales, lances de la competencia: cada invitado decide. Y si este decidió irse, pues también tendrá alguna explicación que ofrecer. ¿Qué es eso de que si entro en el plató me pasan cosas? ¿Qué cosas te pasan?

"Ojalá me respondieran con chistes y no con cosas por debajo", decía Broncano. ¿Y por qué tienen que responderte si no les da la gana?

Broncano ha descubierto el concepto de competencia entre programas de televisión, cadenas, productoras, para mover invitados, colaboradores, participantes en realities o estas cosas que existen desde el año del picor. Pero parece ser que Broncano quiere acabar con esta práctica deleznable. Un Robin Hood de la televisión limpia y del fair play es como debemos mirar a este ex empleado de Movistar, de la Ser, de El Terrat y de Mediapro. Volviendo al caso del campeón del mundo del motociclismo que cede a presiones... ¿Qué presiones tuvo exactamente? Si no hay pistola en la sien, si no han amenazado a su familia, si no han amenazado a su novia, si no amaneció con una cabeza de caballo ensangrentada en la cama, ¿exactamente, por qué decidió Jorge Martín que le convenía más marcharse del teatro de Broncano? La diferencia entre presión y negociación es la ley. La línea roja es la ley. Lo demás son opiniones, pataletas o estrategias para encender a la audiencia. ¿Y si Jorge tenía un contrato que iba a incumplir?

"No es personal, yo no tengo ningún problema con ellos personal. No sé si ellos o él conmigo sí, pero yo no tengo ningún problema personal. Pero es verdad que son muchos años en los que esto nos ha pasado, nunca lo hemos dicho, pero nos ha pasado continuamente, siempre han peleado por ahí. Yo sé que ellos y alguna gente nos critica porque hacemos chistes con El Hormiguero. Ellos nunca dicen nada. Y yo siempre decía: ojalá ellos me respondiesen a mis chistes con chistes y no con cosas por debajo. Un día contaremos la cantidad de veces....", amagaba. Pero Broncano tiene el mejor púlpito para contar lo que quiera. Estamos esperando.

¿Qué es eso de que si entro en el plató me pasan cosas? ¿Qué cosas te pasan?

David Broncano, el adalid del "buen rollito", ha vuelto a la polémica, a la guerra, al fango del enfrentamiento. A la pataleta, a montar el pollo, a sacar la metralla mediática que le pone en órbita, le hace trending topic y le suma los puntos de audiencia que ha perdido desde su fulgurante comienzo y que le ahora quiere recuperar para volver a estar por delante en lugar de por detrás de Pablo Motos. Porque sin bronca no hay paraíso. Y su audiencia estaba cayendo desde que se le acabó el gas de reivindicar que a él no le habían colocado Pedro Sánchez y sus amigos y todas las polémicas que le precedieron, incluida la salida de una presidenta de RTVE que no comulgaba con su contrato. Ahora que ya no le funcionaba tatuar la cara del presentador de el Hormiguero en el pecho Grison, cuando los chistes daban para un 13% más que para un 20%, Broncano necesitaba algo más que su carisma, su humor y su eficaz estilo en las entrevistas. Nada mejor que ponerse serio, cambiar el tono de tío enrollao por el de matón de taberna y decirle a Motos delante de toda España algo así como "eso me lo dices en la calle".

La denuncia consiste, según Broncano, en que El Hormiguero amenaza a sus invitados para sabotear La Revuelta. Sí, Broncano, el maestro de las bromas de doble filo y el sarcasmo irónico, ha decidido elevar la guerra televisiva al siguiente nivel, aunque, claro, lo hace desde una posición neutral, porque él no tiene "ningún problema personal", excepto que le pone más ganar que perder. Todo comenzó cuando Jorge Martín, campeón del mundo de MotoGP, estaba listo para aparecer en La Revuelta. El público esperaba ansioso, los focos iluminaban el escenario, y en el camerino, el piloto probablemente se preguntaba qué chiste surrealista le tocaría. Pero, ¡sorpresa! Minutos antes de salir, Martín decidió que "pasarían cosas" si aparecía en el programa. Según Broncano, el propio deportista dijo que no podía quedarse porque El Hormiguero había activado su maquinaria de presiones y amenazas, logrando desactivar una entrevista que prometía. ¿La solución de Broncano? Cancelar el programa y emitir 20 minutos de imágenes de lobos persiguiendo ciervos, un sutil paralelismo con las dinámicas de la televisión, o quizás una metáfora de su propia lucha contra Motos. Qué elegancia la de David, siempre en busca de la paz, pero despellejando a quien haga falta para ser David contra Goliat, una víctima del poderío de Pablo Motos y Atresmedia.

Broncano, que insiste en que no tiene ningún problema con Pablo Motos (y lo dice muchas veces, así que debe ser verdad), decidió que esta era la ocasión perfecta para denunciar una práctica tan antigua como la televisión misma: la competencia por los invitados, los presentadores, los colaboradores, las productoras y lo que sea. ¡Qué escándalo! ¿Quién iba a imaginar que programas rivales intentarían asegurarse la exclusividad de las grandes estrellas? Seguro que en los años dorados de la televisión todos se pasaban los invitados entre programas con una sonrisa y un apretón de manos. Lo irónico es que Broncano dice que lleva años ocurriendo. Pero, claro, esta vez le dejaron sin programa y (¡Oops! Esta semana acaba de marcar los peores datos de audiencia desde que empezó).

Ante las acusaciones, El Hormiguero lanzó un comunicado aclarando que todo fue un malentendido. Aseguran que tenían un acuerdo previo con Jorge Martín para que asistiera en exclusiva a su programa y que uno de los representantes del piloto cometió un error. ¡Un error humano! ¿Cómo se atreven a invocar algo tan mundano? Evidentemente, en el universo de Broncano, estas cosas no son casualidades, sino el resultado de un maquiavélico plan orquestado por las hordas de Pablo Motos y su equipo. Y es que, según Broncano, las presiones van más allá de un simple cambio de agenda. Se habla de llamadas amenazantes, de "cosas que pasarán", y aunque no se menciona explícitamente, uno se imagina que las cabezas de caballo ensangrentadas están al caer. Porque, claro, en este melodrama televisivo, todo se vale para mantener la narrativa viva.

¿Realmente importa tanto? ¿La polarización como estrategia?

Lo más irónico de todo este asunto es que Broncano ha hecho de este episodio una causa casi épica, como si estuviera luchando por la libertad de expresión de los invitados en lugar de simplemente quejarse por perder una entrevista. Porque sí, Jorge Martín tiene derecho a decidir a qué programa ir, pero parece que en este caso su autonomía quedó atrapada entre dos egos televisivos. No es un secreto que La Revuelta empezó fuerte en audiencia, pero los números han bajado en las últimas semanas. A pesar de entrar directamente tras el telediario de La 1 y sin cortes publicitarios, Broncano no ha conseguido mantenerse al nivel de Motos, que sigue siendo el rey del prime time en Antena 3. Quizás esta polémica no sea más que una táctica para recuperar el interés perdido. Broncano se presenta como un pacifista televisivo, alguien que solo quiere reírse de sí miso, o de los demás programas sin malicia. (¿Qué va a decir?). Sin embargo, no es la primera vez que su humor se convierte en un arma de doble filo. Ha lanzado chistes sobre su rival más directo El Hormiguero desde el inicio de la temporada, y aunque Motos y su equipo suelen ignorar esas pullas, esta vez Broncano parece haber cruzado una línea. ¿Por qué? Porque si algo es rentable para Brpncano en términos de audiencia es la metralla mediática: la polarización. En un país donde todo se divide en bandos, Broncano ha sabido capitalizar el enfrentamiento. No importa si tienes o no razón, lo importante es estar en boca de todos, y esta disputa con Motos es el trampolín perfecto para volver a ser trending topic. Después de todo, en la guerra del prime time, cualquier publicidad es buena publicidad.

¿Es Broncano el nuevo David contra Goliat?

En su narrativa, Broncano se pinta a sí mismo como el pequeño David enfrentándose al Goliat corporativo de El Hormiguero. Pero la realidad es que ambos juegan en ligas similares (uno con dinero de todos los españoles, eso sí). Broncano ya no es el cómico alternativo de La Resistencia; ahora está al frente de un programa en la televisión pública, con todos los recursos que eso implica. La diferencia es que mientras Motos sigue apostando por un formato más conservador, Broncano quiere ser el chico rebelde, el que se enfrenta al sistema. Pero cuando las cámaras se apagan, ¿no estarán ambos jugando exactamente el mismo juego? La pelea entre Broncano y Motos es, al final del día, un reflejo de lo que es la televisión moderna: una lucha constante por relevancia, polémica y audiencia. Broncano puede intentar vestir su cruzada como una defensa de la ética profesional, pero no es más que otra estrategia para captar atención. Mientras tanto, Jorge Martín probablemente estará demasiado ocupado ganando carreras como para enredarse en decidir con cuál de estos dos egos gigantes termina llevándose la última palabra. ¿Y el público? Ellos se quedarán con las imágenes de lobos persiguiendo ciervos, un espectáculo que, al menos, tiene más sentido que esta absurda guerra televisiva.

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