Acoso sexual, amenazas y linchamiento público: así fue el caso de Nevenka Fernández, víctima de Ismael Álvarez, alcalde de Ponferrada hasta 2002

Han pasado más de 20 años desde que la exconcejala de Ponferrada Nevenka Fernández sacara a la luz el primer caso de abuso sexual y laboral por un alto cargo político. Más de 20 años desde que comenzó su larga lucha que le llevaría a enfrentarse a uno de los rechazos sociales más duros. Ahora su historia ha regresado para ser contada gracias a la película Soy Nevanca de la directora Icíar Bollaín, y este jueves se estrenará un programa muy especial de El Objetivo en La Sexta antes de que este film llegue a la gran pantalla el 27 de septiembre.

Este caso fue uno de los más sonados de principios del 2000 que generó un gran impacto para la sociedad mucho antes del movimiento #Metoo. "Si tenía que morir, iba a morir de pie, contando lo que había ocurrido y no tuve otra elección", explica Nevenka en un adelanto del programa. Un caso que sentó precedentes y que rompió los moldes de una sociedad entera.

Nevenka Fernández nació en Ponferrada, provincia de León, el 25 de octubre de 1970, y su carrera política comenzó cuando fue elegida concejala de Hacienda del Ayuntamiento de Ponferrada en 1999, formando parte del equipo del entonces alcalde Ismael Álvarez, del Partido Popular (PP). Terminó dimitiendo en diciembre del 2000 y esos años se convertirían en los más duros de toda su vida.

Durante el año 1999 empezó una relación con Ismael Álvarez, pero esta no duró más de un año. Fue en ese momento cuando empezó el tormento de la joven que tan solo tenía 26 años. Mensajes no deseados en su móvil, cartas, desprecios en público y amenazas por parte de su superior fueron algunos de los horrores a los que tuvo que hacer frente antes de dimitir y comenzar el proceso para denunciar, algo que jamás se había hecho en España en el sector de la política.

En marzo de 2001 el caso se reveló a los ojos de la sociedad y se convirtió en uno de los juicios más mediáticos. La sociedad española rechazó el testimonio de la joven e incluso hubo quienes se pronunciaron diciendo que "a mi no me acosan nadie si no me quejo", se podía oír por las calles aquel año.

La Asociación para la Defensa de la Mujer acosada, que se personó como acusación particular, se retiró porque decía "no confiar" en Nevenka. A estas declaraciones se suman las duras palabras que el fiscal, José Luis García Ancos, le dedicó en un polémico interrogatorio: "¡Usted no es la empleada de Hipercor que le tocan el trasero y tiene que aguantarse porque es el pan de sus hijos!", después de esto fue retirado del caso. Además de esto, el fiscal alegó en una cadena de radio que de los testimonios del juicio se podía intuir que "Nevenka, en el colegio, era una putilla".

El caso terminó, gracias a testimonios clave y las pruebas aportadas, que Ismael Álvarez era culpable de los cargos y se le condenó a nueve meses de cárcel, una multa de 6.480 euros y una indemnización a la víctima de 12.000 euros, pero no se le inhabilitó para ejercer un cargo público. Un resultado que le salió muy caro a Nevenka, ahora en el centro de las críticas de una sociedad que no estaba preparada para apoyar a una mujer que había sufrido abusos. La historia de Ismael, que nunca le llegó a pedir perdón, había calado en la opinión pública y Nevenka sufrió ahora acoso por parte de la sociedad.

Tras el juicio, trató de conseguir un nuevo empleo, pero le resultó imposible. Los españoles habían dictado su veredicto y, según ella reconoció años más tarde en una entrevista, ni siquiera consiguió trabajo en un Zara de Ponferrada. Finalmente decidió dejar la política y el país, instalándose en el extranjero para rehacer su vida lejos del escándalo y de la presión mediática. Sin embargo, el caso dejó huella, sirviendo como un referente para las futuras denuncias de acoso y abriendo un debate sobre la violencia de género en los ámbitos de poder.