La primera vez que Nicolas Cage se puso unos colmillos fue al inicio de su carrera, cuando protagonizó El beso del vampiro, una de esas películas malas que con el tiempo comienzan a verse con otros ojos a pesar de su pésima calidad. Daba los primeros pasos un actor -sobrino del director Francis Ford Coppola- que con el tiempo acabó convertido en uno de los más prolíficos y exitosos en taquilla de Hollywood.
Llegó a ganar un Oscar por Leaving Las Vegas (Apple TV+) y fue nominado a otro por Adaptation. Ahora, de vuelta de todo, Cage recupera los colmillos en Renfield, la película que resucita al legendario Conde Drácula que tantas veces ha sido llevado al cine -Prime Video y Apple TV+ tienen en catálogo algunas de esas películas- desde aquella primera cinta que protagonizó Bela Lugosi en 1931.
Más de 90 años después llega esta nueva adaptación basada en los personajes de la novela de Bram Stoker (1897). En este caso se trata de una comedia de terror que propone un conflicto entre Renfield, el siervo del 'señor de la muerte' que interpreta Nicholas Hoult (X-Men, Mad Max: Furia en la carretera), y el oscuro, malhumorado y exigente 'príncipe de las tinieblas' que propone Nicolas Cage.
Romper con el amo
Cansado de ese papel sumiso al que se entregó años atrás -el trabajo de Renfield es suministrar víctimas a Drácula-, decide acabar con esa relación de dependencia para volver a tener una vida normal. Pero eso no es fácil de conseguir cuando tienes como jefe a un narcisista e insaciable vampiro que solo quiere el mal y no está dispuesto a que su fiel lacayo le deje solo. "Necesito salir de esta relación tóxica", llega a decir Renfield, que debe armarse de valor para enfrentarse a su dueño y recuperar el control de su futuro.
En esa batalla plagada de acción, humor y alguna secuencia gore, la mano derecha del conde cuenta con la ayuda de Rebecca Quincy (Awkwafina), una policía de tráfico de la que se enamora. Junto a ella lucha por una nueva vida sin ataduras y alejado de la muerte en una moderna Nueva Orleans.