La debacle de audiencia de Telecinco comenzó con el uso y abuso de un personaje muy conocido: Rocío Carrasco. Si la primera temporada de la docuserie protagonizada por la hija de Rocío Jurado fue un éxito, la segunda entrega del dramón emitido por fascículos significó el principio del fin del liderazgo de la principal cadena del gigante televisivo, rematado con la salida del capo italiano que impuso los realities y el corazón más pringoso como eficaces vertebradores de su programación.
La estrategia de Paolo Vasile había proporcionado durante una década no solo el liderazgo de Telecinco como cadena más vista sino una reducción de los costes de producción muy rentable para la cotizada. Sin embargo, la emisión de telebasura hasta el empalago ha ido erosionando la imagen del grupo de Berlusconi hasta niveles de empacho y repugnancia, al menos para una porción muy grande del universo de espectadores que alimentaba la cadena.
Son cientos, miles, de cochambrosas emisiones de contenidos llevados al límite, pura violencia dialéctica y visual, con escenas como la de un hijo llamando "mala madre" a Isabel Pantoja, durante semanas, matrimonios, parejas, familias enteras enfrentadas ante las cámaras escupiéndose los peores venenos, contertulios convertidos en personajes, guiñoles golpeándose en un teatrillo trufado de efímera tensión con tramas estiradas como chicle, prefabricadas, reutilizadas.
La chispa que dividió definitivamente a la audiencia, replicando en cierta medida el viejo drama de las dos Españas, fueron Rocío Carrasco y el pensamiento único impuesto a favor de su bando desde la productora que construyó el monstruo, la misma que había tenido en nómina a Antonio David Flores, el supuesto maltratador que daba sentido al llorado relato de la madre de sus hijos, a los que no habla.
A la vez, otros miembros del clan y del subclán parido por Rocío Jurado (fallecida hace casi 17 años) pasaron a formar parte, muchos de ellos previo pago, del rebaño de colaboradores-personajes que poblaban el campo de batalla en el que se ha convertido Telecinco. La guerra se agudizó incluso entre las productoras de la cadena, todas participadas por Mediaset pero explotadas por distintas personas. Los escándalos, los dramas, las lágrimas, los gritos o los insultos son hoy los ingredientes cotidianos que predominan en esa cadena.
Vasile gastó en torno a 20 millones de euros en retener Pasapalabra sin derechos durante una década
Esto no es nuevo. Pero la diferencia es que esa imagen lamentable no va ya acompañada de buenas audiencias. Al contrario. Antena 3 arrebata por sistema a Telecinco el liderazgo, ocurre desde hace más de un año ya, y la brecha se amplía con una ventaja de cuatro o cinco puntos de audiencia media cada día.
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Otra causa indiscutible (y muy previsible) de la debacle de Telecinco fue la pérdida del formato mágico, Pasapalabra, después de una década emitiéndolo sin derechos, y pleiteando con ITV para sostener el access prime time y mantener a Piqueras como líder. Fuentes consultadas por este portal cifran en torno a los 20 millones de euros la cantidad pagada por Vasile en costes legales, indemnizaciones, intereses y demás minutas para dilatar tanto como pudo la entrega de la joya de la corona a sus rivales de Atresmedia. Desde entonces, Vicente Vallés triplica en ocasiones y dobla a menudo a Pedro Piqueras a las 9 de la noche, arruinado por el terrible prólogo de los concursos que preceden a su informativo y que Telecinco no levanta porque no tiene con qué sustituirlos. Para colmo, los ineficaces formatos de Aramendi y Christian Gálvez dan alas al programa de Sonsoles Ónega, flamante fichaje de Javier Bardají, que tuvo el inmenso acierto de robar a la estrella emergente a sus antiguos jefes. Esa franja se derrumbó como un castillo de naipes cuando el rosco empezó a emitirse en Antena 3.
No es de extrañar que con este panorama los sucesores de Paolo Vasile den un golpe en la mesa y manden al paredón mediático a toda la caterva de familiares de Rocío Carrasco, amigos y enemigos. Fidel Albiac, Antonio David Flores, los hijos, los ex, los tíos, los primos, el viudo, su ex mujer, la viuda de Pedro Carrasco... No sabemos quién va a quedar en Telecinco si, como anticipa La Razón, el universo de la colonia de parásitos alimentada a la sombra de la gran Rocío Jurado desaparece de la pantalla. Pero la decisión suena bien, a aires nuevos. Otra cosa es que los nuevos cerebros de Mediaset sean capaces de conseguirlo y a qué precio. ¿Cómo van a rellenar la parrilla? Suponemos que la metamorfosis y el vetos serán paulatinos. Las productoras tienen un plazo para ir retirando la basura.
De momento, tenemos a la hija de la ex mujer de Ortega Cano fichada en Supervivientes, el reality que es la gran esperanza de la cadena y que debería fichar a la novia de Urdangarin o a Froilán para acertar, como hizo hace años cuando dio el golpe de llevarse a la Pantoja a cambio de varios millones. Pero Gema Aldón no da la talla. Su madre, recién divorciada del torero, sigue como colaboradora estrella los fines de semana con Emma García. Su buena sintonía con algún directivo de Telecinco puede salvarla de la quema, pero no sabemos de qué hablará con los vetos que se imponen. ¿De moda? ¿Porque es diseñadora?
No se entiende de qué van a hablar madre e hija si Ortega Cano o su Gloria Camila son innombrables por decreto de Borja Prado. La limpia, según adelanta el periódico de Paco Marhuenda, sigue con personajes como Bárbara Rey, recién entrevistada en el Chester de Risto Mejide, donde habló de tejemanejes reales ya conocidos. Este viernes la estrella del Deluxe es Raquel Mosquera, viuda de Pedro Carrasco y enemiga declarada de su hija Rocío. ¿Hablará de la corrupción arbitral?
La desaparición de personajes clave de los contenidos de Telecinco se concreta en una lista negra encabezada por los ya citados Rocío Carrasco, Fidel Albiac y Antonio David, también están Rocío Flores, Kiko Rivera, Olga Moreno, Marta Riesco, Gloria Camila, su hermano José Fernando (a la madre del niño, la tal Michu, ni la tienen en cuenta), Rosa Benito o Chayo Mohedano. Imaginamos que tampoco tiene sentido sin todos ellos que veamos a la peluquera que interviene este viernes en el programa de Jorge Javier o a Amador Mohedano. Tampoco aparecerán ya en esa cadena José Ortega Cano y su semen de fuerza.
¿Qué pasa si la purga se extiende a las Campos, a los frikis del universo Sálvame y a todos esos presentadores, de la era Jorge Javier Vázquez o Carlota Corredera, cuya imagen está inexorablemente ligada a los condenados y a esa época que el nuevo consejo de administración quiere olvidar?
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