El primer capítulo de Cristo y Rey, la serie de Daniel Écija sobre la relación y el triángulo entre Bárbara Rey, Ángel Cristo y Juan Carlos I que estrena este domingo Atresmedia cuenta con el morbo añadido de que la actriz murciana protagoniza varias escenas subidas de tono junto al rey Emérito, recreando los vídeos sexuales que la totanera grabó al padre del actual Monarca cuando era jefe del Estado y bajo la protección de Zarzuela y los servicios secretos españoles.
"Basada en hechos reales", como reza el claim de su lanzamiento, se advierte no obstante de que es una versión novelada de la historia que toda España conoce, como tuvo que hacer Netflix con Buckingham para emitir The Crown sin recibir querellas y demandas, además de lograr así la libertad cinematográfica de dramatizar los hechos como mejor convenga para despertar el interés de la audiencia y mantenerlo.
Veremos además de lo del Rey Juan Carlos su famosa escena lésbica con Rocío Dúrcal, con aquella película de adelantada a su tiempo o lo de Chelo García Cortés y sus orgías. Pero el primer episodio comienza con historia de amor con Ángel Cristo, un domador que recurrió a ella para salvar su circo.
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Pero lo importante, por significativo, es que Bárbara Rey ha cobrado de la productora del ex marido de Belén Rueda, que ha contado con la (no sabemos si impagable) aprobación y colaboración de la vedette.
Eso implica que, con la patente de corso de la ficción, se resquebraja una parte de lo que aún quedaba por ocultar del tabú mediático noventero real, que impedía a los medios serios y masivos explayarse con los amoríos y demás escándalos de Juan Carlos I. Y eso ocurre porque Bárbara Rey por fin admite, de esa manera, que hubo tema. Bien es cierto que hemos oído sus conversaciones, los documentos que prueban el largo e intermitente romance, etc., pero hasta ahora María García García, o sea Bárbara, había devuelto con su silencio los pagos y demás favores materiales recibidos durante años para controlar los daños a la corte del padre de Felipe VI.
Puede que sea porque la cantidad ofrecida por parte de Écija sea tan suculenta que no podía rechazarla, por la edad de Bárbara, a la que le da casi todo lo mismo (en dos semanas cumple 73 años) o porque, en el fondo, se dé cuenta de que no va a contarse más de los que ya está contado, con Juan Carlos fuera de España y 85 años a cuestas. Se da la circunstancia de que la serie se cuelga en la plataforma de Atresmedia el domingo, horas antes de que el Emérito, junto a doña Sofía y los reyes Felipe y Letizia, acuda en Atenas al funeral de su cuñado, Constantino de Grecia, y aparezca en todos los telediarios.
Grabaciones sexuales
Una de las diferencias más relevantes entre la relación de Juan Carlos I y Bárbara Rey y las que el monarca mantuvo con otras muchas amantes es que la actriz no se quedó tirada y llorando cuando el Rey le dijo que se había cansado de ella.
El pollo fue de tal magnitud que obligó al Estado a maniobrar y gastar dinero para minimizar los daños a la Corona. La espía que amó al nieto de Alfonso XIII había visto muchas películas y debía saber quién fue Mata Hari: por eso se pasó años grabando las conversaciones y las prácticas sexuales que mantenía con el Rey. Su seguro de vida y su plan de pensiones.
El padre de Borja Prado Eulate, actual presidente de Mediaset, Manuel Prado y Colón de Carvajal, y los servicios secretos españoles trataron de hacerse con los vídeos de marras, tomaron al asalto la casa de la vedette en Aravaca y fracasaron en su intento de hacer desaparecer las pruebas del escándalo, entre otras razones porque la lista de Bárbara Rey había hecho copias y estaban a buen recaudo.
Luego llegaron capítulos tan estrambóticos como cuando se plantó en Canal Nou para contarlo todo en Tómbola y los hombres de negro de las cloacas del Estado, a las órdenes de Narcís Serra, Perote y demás caballeros impidieron, ya con la Democracia en marcha, su comparecencia y amputaron la libertad de expresión de la actriz. El acuerdo posterior incluyó trabajos televisivos, mucho dinero dinero cash y la garantía de un descomunal sueldo de por vida.
Sin duda, en España cae mejor Bárbara Rey que Corinna Larsen, no porque la alemana se llevara más, unos 65 millones como mínimo, sino porque la exquisita pija de Corinna pertenece a la jet mientras que Bárbara llegó del pueblo, del suyo, y llegó a la fama tras abrirse camino en la farándula gracias a los concursos de belleza. En 1968 es elegida Maja de Murcia. Representando a Murcia se presenta a Maja de España y resulta elegida primera dama de honor. El certamen fue presentado por Joaquín Prat, pero eso es otra historia que deberá ser contada en otro momento.